• Se trata de Gliese 581d, ubicado a 20 años luz de la
Tierra
• Los modelos de Antígona Segura, del Instituto de Ciencias
Nucleares, dados a conocer en The Astrophysical Journal recientemente,
han determinado la atmósfera que se necesitaría para
que sea habitable
La Universidad Nacional, a través de
Antígona Segura, investigadora del Instituto de Ciencias Nucleares,
participa en el estudio del primer exoplaneta potencialmente habitable
encontrado hasta ahora: el Gliese 581d.
Junto con Lisa Kaltenegger, del Harvard
Smithsonian Center for Astrophysics, y Subhanjoy Mohanty, del
Imperial College London, hizo una serie de cálculos de este
planeta “y nuestros modelos –dados a conocer en The
Astrophysical Journal -recientemente–, confirman que en él
podría existir una atmósfera que le permita ser habitable”.
La aportación de la universitaria consistió
en determinar cuál sería la atmósfera mínima
que se requiere para calentar la superficie de ese mundo más
allá de los cero grados centígrados. Sus resultados arrojaron
que una atmósfera de 7.6 bares (la terrestre es igual a una de
esas unidades de presión), compuesta en 90 por ciento de dióxido
de carbono (CO2) y 10 de nitrógeno, sería suficiente para
elevar la temperatura por arriba del punto de congelación.
La colaboradora del Laboratorio Virtual de
Planetas del Instituto de Astrobiología de la NASA y única
investigadora en México dedicada a realizar modelos atmosféricos
de exoplanetas, explicó que la importancia del hallazgo de otros
planetas no es ir a visitarlos, sino encontrar huellas de vida. “Entonces
sabríamos que es un fenómeno universal y no algo ‘extraño’
que solo ocurrió en la Tierra”.
Para llegar a Júpiter, una sonda viaja
una década; salir del Sistema Solar, por supuesto, sería
muchísimo más tardado y se requeriría de enormes
cantidades de energía. De ese modo, el nuestro es el único
planeta habitable que tenemos, y no buscamos otros para “irlos
a ver”, aunque Marte podría convertirse en el primero en
ser habitado dentro de 100 años, si se comienza a modificar desde
ahora, señaló.
Antígona Segura explicó que un
exoplaneta es un planeta que gira alrededor de otra estrella que no
es nuestro Sol. “No tenemos una masa mínima para definirlo,
y no debe ser tan grande como una estrella, porque entonces podría
‘prenderse’ y emitir energía por sí misma”.
Para localizarlos existen varios métodos.
El más exitoso es el de velocidad radial, que consiste en detectar
el bamboleo de la estrella. Es decir, si dos cuerpos giran, lo hacen
alrededor de un centro común; y si uno es muy masivo parece que
uno gira alrededor del otro.
Si dos niños se agarran las manos y
dan vueltas, ambos giran alrededor de un centro en común, pero
si un adulto toma a un niño y le comienza a dar vueltas, parece
como si el adulto estuviera en el mismo lugar y el infante fuera el
que girara. Ambos lo hacen, pero el giro del mayor es más pequeño
y más difícil de percibir. Así pasa con las estrellas
y los planetas, explicó. Este método sirve para encontrar
“mundos” muy grandes o que están muy cerca de la
estrella.
Otra vía es la de tránsito, que
consiste en ver el eclipse que causa el planeta sobre su respectiva
estrella. Y existen otros, menos utilizados, como el de lentes gravitacionales
y astrometría.
Con los dos primeros, se obtiene la masa y
el radio, respectivamente, y con esos datos se puede hacer una inferencia
inicial de cuál sería la composición del planeta,
porque tendríamos su densidad, es decir, cuánta masa cabe
por unidad de volumen. Júpiter o Saturno tienen una de un gramo
por centímetro cúbico; en planetas rocosos como Mercurio
o la Tierra las densidades son de 3 a 5 y así se diferencian.
Hasta el 23 de mayo de 2011 se habían
descubierto 551 planetas, la mayoría con telescopios en Tierra;
además hay candidatos a planetas detectados por el telescopio
espacial Kepler.
Este telescopio gira alrededor del Sol, es
decir, sigue a la Tierra porque se pretende que siempre observe la misma
zona de la galaxia, y mida la luz de varias estrellas al mismo tiempo,
para detectar eclipses. Es un instrumento con capacidad para detectar
desde planetas tan pequeños como el nuestro, hasta gigantes.
Segura recordó que en 2005 se encontró
el primer planeta, llamado “b”, alrededor de la estrella
Gliese 581, una enana roja de la tercera parte de la masa del Sol, que
se ubica a una distancia de 20 años luz, cercana, si se compara
con el diámetro de la Vía Láctea, que es de 100
mil años luz; o sea, “está a la vuelta de la esquina”.
Se continuaron las observaciones y en 2007
se encontraron Gliese 581c y d; se determinó que c estaba en
la llamada “zona habitable” de la estrella, o sea, donde
un planeta con atmósfera recibe suficiente energía de
su sol para mantener agua líquida en su superficie, por arriba
de los cero grados centígrados. Aunque, aclaró la experta,
“ubicarse en esa área no significa que tiene atmósfera
ni agua líquida, simplemente que si tuviera ambos componentes,
sería habitable”.
Luego se precisó que c está muy
cerca de la estrella, y no puede ser habitable por las altas temperaturas
que privan en él; y que d estaba en el límite externo
y que sí podría tener condiciones de habitabilidad. Con
el hallazgo de un nuevo planeta alrededor de Gliese 581, el e, se recalcularon
las órbitas de todo el sistema y se encontró que d sí
está en la zona habitable.
“De Gliese 581d se conoce la masa (unas
7 veces más que la Tierra), y la distancia de su estrella; pero
se desconoce si tiene atmósfera o agua”, aclaró
Segura. Es decir, sólo se tiene la certeza de que es un planeta
potencialmente habitable.
Para comprobarlo se requiere “medir”
su atmósfera y establecer su composición, con la ayuda
de la luz que la atraviesa y que detectan los telescopios.
No obstante, dada su distancia, aún
no se cuenta con los instrumentos capaces de captarla. “La construcción
de una herramienta valiosa, el James Webb Telescope, que sustituirá
al Telescopio Espacial Hubble, está detenida. Otras misiones,
el Terrestrial Planet Finder y Darwin, no estarán
listas antes de 10 años. Entonces, habrá que esperar”,
finalizó Antígona Segura.
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