• Erika Gutiérrez Martínez, de la Facultad de
Psicología, expuso que mediante esa técnica se altera
la capacidad de captación de calcio de las neuronas y se programan
para activarse con luz
• Se requiere, para ello, una modificación genética
de los organismos
La optogenética, técnica creada
en Nueva York en 2002, y que forma parte de las neurociencias, permite
conocer con precisión qué neuronas están implicadas
en conductas determinadas, como el aprendizaje espacial, explicó
Erika Gutiérrez Martínez, de la Facultad de Psicología
(FP) de la UNAM.
La académica recordó que existen
varias alternativas, como la resonancia magnética, para identificar
qué áreas cerebrales se activan, por ejemplo, con las
emociones. Sin embargo, no se sabía en este caso cuáles
células del hipocampo trabajan en específico, porque existen
diversos tipos de neuronas y muchos circuitos.
Con la optogenética, abundó,
se alteran genéticamente los canales que controlan el paso de
varios iones (átomos con carga eléctrica) entre el interior
y el exterior de las neuronas de cualquier zona del cerebro que sea
necesario. Se las “programa” para activarse a voluntad con
luz (un rayo de láser amarillo o azul, de acuerdo con lo que
se quiera, abrir o cerrar los canales).
Así, es posible conocer exactamente
cuáles trabajan, como ocurrió en un experimento con moscas,
con el que se determinó cuáles células están
involucradas en procesos de aprendizaje.
Aunque, aclaró la especialista universitaria,
el área identificada podría ser sólo una de las
implicadas en ese u otro proceso mental.
Gutiérrez Martínez dijo que en
2005, después de esos insectos, en la Universidad de Stanford,
Estados Unidos, se experimentó con ratones, cuya estructura cerebral
es más parecida a la humana.
En California, se produjeron virus para provocar
un cambio en el código de las células cerebrales y posibilitar
que la descendencia de las ratas naciera con los genes alterados.
La optogenética podría ser utilizada
con varias especies, particularmente de mamíferos, en los que
se pueden realizar cambios genéticos; en los humanos, eso es
“éticamente imposible”.
Modificación de conductas
Al hablar de la modificación de conductas,
Gutiérrez dijo que la zona ventral medial del hipocampo se relaciona
con la agresión y el sexo. “El hipocampo es parte de lo
que llamamos el cerebro reptiliano, donde controlamos los aspectos básicos
de la vida, como la respiración o alimentación”.
Ahí, sólo puede estar “prendida”
una u otra función, de manera que el comportamiento agresivo
se “olvida” si está activado el sexual. De ese modo,
una manera de eliminar los comportamientos agresivos hasta en 25 por
ciento o reducirlos significativamente en el resto de los casos, es
con la presencia de una hembra a los machos.
Otra manera de inhibir la agresión en
los humanos, finalizó, es el uso de medicamentos.
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