• Tiene un alto contenido energético y no genera gases
de efecto invernadero
• Con ese objetivo, Germán Buitrón y su grupo
cultivan microorganismos en el LIPATA del Instituto de Ingeniería
de la UNAM
• En esta idea, que puede constituir a futuro una economía
basada en ese elemento en lugar del petróleo, también
trabajan, en proyectos independientes, científicos de China
y Estados Unidos, indicó
Para obtener una fuente de energía que
no contamine, investigadores del Laboratorio de Investigación
en Procesos Avanzados de Tratamiento de Aguas (LIPATA) del Instituto
de Ingeniería (II) de la UNAM, cultivan bacterias que producen
hidrógeno, elemento de alto contenido energético que no
genera gases de efecto invernadero.
Especialista en el tratamiento de aguas residuales,
Germán Buitrón Méndez, coordinador e investigador
del LIPATA, ha detectado que en el proceso para limpiar el líquido,
existen subproductos aprovechables para generar energía de manera
sustentable y crear un ciclo que ofrece una alternativa para obtenerla
sin recurrir al petróleo.
Con Christian Hernández, estudiante doctoral, Buitrón
ensaya en su laboratorio del campus Juriquilla, en Querétaro.
“Nos hemos enfocado a la producción que se conoce como
fermentación oscura, es decir, la utilización de bacterias
en esa fase de degradación para producir el hidrógeno”,
explicó.
Cómo funciona
En un proceso anaerobio o de ausencia de aire,
las bacterias del género Clostridium (formadoras de
esporas) degradan la materia orgánica y originan ácidos
grasos, dióxido de carbono (CO2) e hidrógeno.
“El reto es maximizar la generación,
porque las cantidades que se obtienen son bajas. Actualmente, estudiamos
cómo hacer que las velocidades de producción del hidrógeno
se incrementen”, comentó.
En esta idea, que puede constituir a futuro
una economía basada en ese elemento en lugar del petróleo,
también trabajan, en proyectos independientes, científicos
de China y Estados Unidos, indicó.
Subproducto de agua residual
En el tratamiento del líquido residual
por vía anaerobia, la materia orgánica, empleada como
sustrato por los microorganismos, es transformada, principalmente en
una mezcla de metano (CH4) y CO2,
que se conoce como biogás.
La idea del proyecto es emplear ese proceso
para producir hidrógeno sin llegar a la transformación
del sustrato en metano.
“El principal interés en el uso
del primer elemento es que no genera gases de efecto invernadero, pues
como subproducto de su combustión sólo se produce agua.
Además, tiene un alto poder calorífico”. El valor
energético de un kilogramo de hidrógeno es equivalente
al de 2.4 kilogramos de metano, ó 2.75 veces más energía
que los hidrocarburos, prosiguió Buitrón.
Aunque la materia orgánica procedente de aguas residuales es
quizá insuficiente para sostener una energía global, esta
forma podría ayudar a compensar, de manera sustancial, los costos
del tratamiento de líquidos, especialmente aquellos con altas
concentraciones de materia orgánica, abundó.
Biohidrógeno por todas partes
El biohidrógeno, es decir, el hidrógeno
obtenido mediante procesos biológicos, puede ser producido por
cultivos puros o mixtos de bacterias provenientes de diferentes fuentes,
como suelo, sedimentos, composta, lodos aerobios y anaerobios.
Muchos organismos anaerobios pueden producir
hidrógeno en ausencia de luz, a partir de los carbohidratos contenidos
en residuos orgánicos. Las bacterias del género Clostridium,
estrictamente anaerobias, son una excelente opción para
obtenerlo a partir de la fermentación. Ésa es la razón
por la que los expertos de LIPATA ensayan con ellas.
“Hemos trabajado con desechos de la industria
tequilera, como las vinazas, azúcares concentrados después
de destilar licor”, señaló el universitario, que
se concentra en el estudio de las condiciones más adecuadas para
obtener y mantener estas bacterias, de tal manera que puedan optimizar
el proceso.
-o0o–