• Por lo general, se encuentran en la piel de los canes o en
sus heces, explicó Fernando Alba, académico de la UNAM
• Los más comunes son Echinococcus granulosus, Sarcoptes
scabel y Giardia lamblia, mencionó
La relación entre perros y humanos no
sólo fomenta la creación de vínculos emocionales,
también permite la transmisión de parásitos como
el Echinococcus granulosus, Sarcoptes scabel y Giardia
lamblia que, por lo general, se encuentran en la piel o excremento
de canes que no han sido desparasitados, alertó Fernando Alba
Hurtado, académico de la Facultad de Estudios Superiores (FES)
Cuautitlán de la UNAM.
Un parásito, dijo el doctor en microbiología,
es “un organismo que vive a expensas de otro”; dependen
metabólicamente del huésped y si éste muere, el
endoparásito o ectoparásito, también.
Sus ancestros se desarrollaron en vida libre
y colonizaron diferentes entornos. Hace más de 40 mil años,
los lobos y humanos habitaban los mismos lugares, pero no convivían
domésticamente; en el momento en que el hombre inició
su relación con los perros (subespecie del lobo gris), ambos
estuvieron disponibles para los parásitos, refirió.
Las zoonosis más comunes
La sarna sarcóptica, explicó,
es una enfermedad zoonótica transmitida por el ácaro microscópico
Sarcoptes scabel. Si se rascan, los perros producen zonas de alopecia
que pueden expandirse a la mayor parte del cuerpo y, posiblemente, contagiar
a los humanos.
Otra afectación es la infestación
de pulgas (Ctenocephalides sp), cuyo ciclo biológico
inicia como huevo, para convertirse en larva, pupa y, finalmente, adulto;
no obstante, estos insectos generalmente prefieren alimentarse de la
sangre del can, lo que deriva en dermatitis alérgica, comezón
y escamación.
Además de la transmisión por
contacto directo con la piel de los perros enfermos, otra forma es a
través de la materia fecal, abundó.
La giardiasis se adquiere por este medio. Si
el animal elimina los quistes en el excremento, éstos contaminan
el agua o los alimentos ingeridos por los humanos y se adhirieren a
su intestino. El cuadro clínico presenta diarrea variable (leve
o moderada), pero no se elimina el parásito, que encuentra un
equilibrio entre el hospedador y él mismo, destacó.
La larva migrans visceral (Toxocara),
mejor conocida como lombriz del perro, es la más fácil
de identificar, y se alberga en el intestino delgado. Si una hembra
gestante se contagia, sus cachorros nacerán parasitados y tendrán
gran volumen abdominal, además de notorio pelaje sucio y despeinado.
Asimismo, algunas personas presentan larva migrans ocular,
lo que significa que el parásito ha invadido el ojo, enfatizó.
La hidatidosis se produce por el Echinococcus
granulosus que, en su etapa adulta, infecta al cánido. En
los humanos, la larva se desarrolla principalmente en hígado
y pulmones. El diagnóstico radiológico permite su detección
y, en el caso de los perros, funcionan los exámenes coproparasitoscópicos.
Alba Hurtado recomendó evitar el contacto
con perros callejeros, y en caso de las mascotas, llevarlas al médico
veterinario para su desparasitación periódica.
Finalmente, informó que el Laboratorio
de Parasitología de Cuautitlán cuenta con servicio externo
para quien desee saber cuál es el estado de salud de su perro.
-o0o–