• Los niños pasan largo tiempo solos y la televisión
y los videojuegos se han convertido en un distractor, destacó
Yolanda Bernal Álvarez, profesora de la UNAM
• Los padres de hoy tienden a asociar el estudio y la lectura
con castigo, indicó
En la actualidad, la lectura y las relaciones
familiares han dejado de ser consideradas como un valor. Prueba de ello,
es que ya no existe una interacción cotidiana entre padres e
hijos y cada vez son menos los ratos en que juegan o comparten un libro,
advirtió Yolanda Bernal Álvarez, académica de la
Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.
Hoy, indicó, los niños pasan
largo tiempo solos, y en esa soledad, la televisión y los videojuegos
se han convertido en un distractor poderoso que le ha ganado espacio
a la lectura. Además, los papás de hoy tienden a asociar
a ésta y al estudio con castigo; entonces, es común que
digan a los pequeños: “como no comiste bien o te portaste
mal, te encierras a leer”.
Es un grave error porque los libros no deben
verse así, sino como un instrumento agradable, de adquisición
de información, regocijo y desarrollo de la imaginación,
“eso es excelente para los infantes, por lo que es importante
que cuenten con espacios donde se promueva la lectura y, al inicio,
tratar de llevarlos de la mano”, enfatizó la doctorante
en investigación psicoanalítica.
Para ello, los adultos deben considerar la edad del menor y los elementos
que pueden motivarlo. Por ejemplo, para los más pequeños
hay libros elementales, de materiales resistentes y con temas que son
de su interés, como colores, formas y animales. Asimismo, al
elegirlos se debe tomar en cuenta el gusto del infante, porque si se
le impone uno en particular, se dificultará la posibilidad de
que lea de manera gozosa y lúdica, apuntó.
El estilo para acercarse a la lectura depende
del niño, porque algunos prefieren adoptar un papel pasivo y
escuchar la lectura, y otros, optan por manipularlos y ver sus ilustraciones,
mencionó.
En cuanto a quién lee más, si
ellas o ellos, Bernal Álvarez consideró que si hay diferencias
de género, éstas son construidas por la sociedad. “Por
lo general, a la niña se le piden más actividades relacionadas
con las labores del hogar y puede ser que también se le supervise
en mayor medida en cuestiones de tareas y, como consecuencia, lea más”.
En cambio, agregó, a los hombres no
se les exige mucho, se les da mayor libertad y están menos tiempo
en su casa, lo que les ofrece menos oportunidad de estar en un lugar
tranquilo para realizar esa actividad.
Alternativas
Si bien una limitante en el fomento a la lectura
son los recursos económicos, existen alternativas como las ferias
de libros o las bibliotecas públicas. Las primeras, abundó,
se han convertido en buenas opciones, pues se asocian con diversión
y esparcimiento.
Además, recomendó que como parte
de la socialización de los menores se les incorpore el manejo
de los textos, para que los consideren como algo natural. Aunque para
lograr un cambio de esta naturaleza es preciso mejorar la educación,
modificar la actitud de los padres hacia sus hijos y destinar más
recursos a la instrucción.
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