• Los adelantos, en áreas como paleontología,
arqueometría, geología y arqueología
• Los mayas utilizaron en sus construcciones rocas con fósiles
provenientes de la Formación Tenejapa, del Paleoceno, con una
antigüedad aproximada de 60 millones de años
• Están enriquecidas con magnesio y se extraen en forma
de lajas; además, tienen propiedades refractarias e hidráulicas
particulares, informó Francisco Riquelme, del IGL de la UNAM
• La meta, detectar el uso de fósiles como elemento agregado
o materia prima en el estuco del Templo de las Inscripciones
Un equipo multidisciplinario de los institutos
de Geología (IGL) y Física (IF) de la Universidad Nacional,
e integrantes del Instituto Nacional de Antropología e Historia
(INAH), registran avances relevantes en las investigaciones en la zona
arqueológica de Palenque, Chiapas, en las áreas de paleontología,
arqueología, arqueometría y geología.
A partir de los resultados recientes, el grupo
ha encontrado que los mayas de ese sitio utilizaron en la edificación
de su ciudad rocas provenientes de la Formación Tenejapa, unidad
geológica con una edad aproximada de 61 a 65 millones de años,
del periodo del Paleoceno.
Consisten en dolomitas y calcitas microcristalinas,
enriquecidas con magnesio, que fueron depositadas en una plataforma
carbonatada marina. Las características físicas y químicas,
así como su extracción en forma de lajas o bloques planos,
y su naturaleza refractaria, resistente a ataques de soluciones ácidas,
posibilitan su empleo como materia prima en la construcción de
edificios y producción de estuco.
José Luis Ruvalcaba Sil, del IF, señaló
que, por ello, los materiales se conservan mejor en esa área
que en otros sitios mayas, como Calakmul, donde las estelas hechas de
elementos calcáreos, que no son ricos en magnesio, se deterioran
con el tiempo; su dureza y propiedades mecánicas son muy distintas.
En la Formación Tenejapa también
se han hallado organismos marinos fosilizados, integrados en el estuco.
Además, a partir de las labores de prospección paleontológica
en distintos afloramientos, dentro y fuera de la zona arqueológica,
se ha identificado el posible origen de los fósiles en el entorno
geológico que ese grupo humano explotaba para recuperar estos
materiales.
Este proyecto, recordó Martha Cuevas
García, investigadora del INAH, inició en 2007 en conjunto
con el paleontólogo Jesús Alvarado Ortega, del Instituto
de Geología, con el objetivo de estudiar los fósiles marinos
encontrados en Palenque. “Hay ofrendas que contienen dientes de
tiburón, espinas de raya, lajas con peces fosilizados; se han
localizado como parte de tumbas, pero también de material constructivo”.
Conocer su procedencia, “porque no sabíamos
si eran locales o si venían de otras regiones”, llevó
a las instituciones a establecer la colaboración, abundó.
De ese modo, se encontraron y reconocieron
los afloramientos fosilíferos, se recuperaron muestras y se compararon.
“Así, los paleontólogos universitarios determinaron
que los fósiles empleados por los mayas proceden de las mismas
formaciones geológicas donde se asienta la ciudad”.
También, era relevante saber si tuvieron
otros usos, y la importancia o significado de los mismos para esa cultura,
porque fueron depositados en contextos rituales. “Lo primero fue
hacer una revisión de los edificios para detectar su empleo como
elemento agregado o materia prima en el estuco de los muros de las escaleras
que conducen a la tumba de Pakal, en el Templo de las Inscripciones”.
Uno de los objetivos del proyecto es reconocer
si los mayas sabían que el sitio donde habitaban, alguna vez
fue ocupado por el mar. “Estaban en contacto con un ambiente donde
había muchos recursos paleontológicos, que utilizaban
en cuestiones prácticas, como la manufactura de estuco, y como
componente importante en las ofrendas a sus dioses y muertos”.
A partir de esa evidencia, y de otras como
textos epigráficos y escenas iconográficas, se pretende
determinar si pueblos mesoamericanos consideraron que el mundo había
cambiado, que antes no era como lo conocían, que en el pasado
existieron otras eras, creaciones y destrucciones, indicó.
“Aún no podemos confirmar si las
características del ambiente y de eventos geológicos tuvieron
peso en el desarrollo de sus ideas míticas, en su cosmogonía,
y si al encontrar fósiles marinos con tal abundancia pensaron
que hubo un mar”, acotó.
Francisco Riquelme, estudiante del posgrado
en Ciencias Biológicas de la UNAM, apuntó que los fósiles
son evidencia de vida antigua; si se encuentran en un ambiente ajeno
al que corresponde su naturaleza (un organismo marino en un entorno
continental, por ejemplo) un acto inmediato es cuestionar qué
son y por qué están aquí. Aún en grupos
tan ancestrales como Neandertal, se puede observar la colecta de fósiles.
Las exploraciones geológicas en Palenque
se han efectuado previamente de manera regional, pero sin un trabajo
paleontológico detallado como el que se realiza con este proyecto
de investigación que, entre uno de sus resultados, muestra que
son tres las principales formaciones que cruzan el sitio: La Formación
Tenejapa, la Formación Lomut (del Eoceno, con unos 40 millones
de años) y la Formación Tulijá (del Mioceno, con
aproximadamente unos 25 millones de años).
Cada una de ellas, con una composición litológica característica,
que abarca rocas carbonatadas, arcillosas y areniscas con diversos horizontes
fosilíferos de ambientes marinos. Al contrastar la roca fuente
(o materia prima) con el estuco, se pudo determinar la procedencia de
los materiales empleados en el Templo de las Inscripciones.
Para ello, refirió Ruvalcaba, se empleó
el acelerador de partículas Pelletron del IF, así como
análisis de alta resolución mediante el uso de microscopía
electrónica de barrido y microsondas de espectrometrías
de rayos X, con equipos de los institutos de Geofísica, de Ciencias
del Mar y Limnología, y de Geología.
El objetivo era buscar restos y señales
químicas asociadas a la roca fuente y a fósiles de organismos
calcáreos, como conchas de bivalvos y gasterópodos, para
identificar la materia prima en la producción de los elementos
de construcción.
Los resultados muestran fósiles marinos
calcáreos incorporados al estuco, y aunque están fragmentados
pueden ser identificados. Además, existen huellas químicas
que permite asociar la roca fuente a los estratos de la Formación
Tenejapa.
“Para esos casos es importante hacer
un análisis químico de los elementos marcadores que permitan
saber si se utilizaron realmente como material precursor en la preparación
de los estucos, o la fabricación de ciertos objetos”.
El Pelletron, abundó el físico,
se emplea para hacer estudios más detallados si las cantidades
por detectar son muy pequeñas; técnicas como PIXE, son
entre 100 y mil veces más sensibles que el análisis con
el microscopio electrónico.
En cuanto al trabajo detallado de prospección
paleontológica, recordó Riquelme, se ha establecido cada
formación y sus edades, los taxones o grupos de animales presentes.
“Se ha realizado una importante labor
de peces e invertebrados, que aún continúa. El paleoambiente
donde se depositaron estos fósiles representa un ambiente marino
restringido, donde ocurren organismos asociados a sistemas arrecifales,
una notable presencia de organismos de cuerpos calcáreos como
ostras, caracoles, esponjas, corales, además de peces, tiburones,
cangrejos, galerías de gusanos, galletas de mar, erizos, incluso
restos de manatí”.
Por eso, las conchas de los bivalvos y gasterópodos
que se componen básicamente de carbonato de calcio pudieron servir
como materia prima en la elaboración de materiales de construcción,
abundó el biólogo.
Ruvalcaba resaltó que la empleada en
Palenque es una metodología en desarrollo, para una problemática
especial de estudio de los fósiles y su presencia en monumentos
arqueológicos. Por ello, a partir de su optimización se
aplicará a otras partes de la zona y a otros sitios mayas, como
Toniná.
Finalmente, Cuevas García señaló
que se pretende “comparar con un edificio más temprano
que el Templo de las Inscripciones, a fin de ver si se utilizó
una ‘receta’ diferente para hacer el estuco. Vamos a muestrear
el Templo 20 y el Templo Olvidado”.
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