Boletín UNAM-DGCS-179
Ciudad Universitaria.
11:00 hrs. 27 de marzo de 2011


UNA BAJA EN LA ACTIVIDAD SOLAR ATENUARÍA EL CALENTAMIENTO GLOBAL, PERO NO LO DETENDRÍA


• Si el astro entra en este periodo, para 2030 el incremento en la temperatura no sería de 1.3 grados, como se calcula, sino hasta 40 por ciento menor, lo que aún es preocupante, dijo Blanca Mendoza, del Instituto de Geofísica de la UNAM

“Los modelos predicen que estamos por entrar en una etapa de baja actividad solar y esto podría desacelerar la inercia de calentamiento que padece el planeta; sin embargo, aunque éste fuera el escenario, el aumento de temperatura global provocado por la actividad humana aún resultaría preocupante”, señaló Blanca Mendoza, del Instituto de Geofísica de la UNAM.

La investigadora, junto con Víctor Manuel Mendoza, René Garduño y Julián Adem, del Centro de Ciencias de la Atmósfera, analizaron cuál sería la actividad en el ciclo solar 24, que apenas comienza, y del 25, que abarcará aproximadamente del año 2020 al 2029. Todo indica que ésta será baja, “aunque nadie puede aseverarlo, pues no hay nada que nos asegure que las condiciones se darán de alguna forma”.

Entonces, ante esta incertidumbre, ¿por qué estudiar la actividad solar y su relación con el clima?, preguntó la profesora; “porque en los últimos 10 años, ha habido evidencias de que el Sol podría jugar un papel en el clima terrestre, particularmente si tiene sus épocas de alta o baja actividad, aunque hablamos de periodos seculares, es decir, de decenas de años, y predecir cuándo va a pasar es muy complicado y aún no hay consenso de cómo hacerlo”, explicó.

Sin embargo, añadió, en lo que sí hay acuerdo es en que el Sol siempre va a impactar al clima, el punto es ver qué tanto lo hace en relación con otros factores, y si bien antes de la Revolución Industrial su influencia era mucho más notoria, en la actualidad ha tenido un papel menor en el cambio climático, pues las mediciones muestran de manera contundente que lo preponderante ha sido la actividad antropogénica.

Para dar una idea de cómo el astro pudo haber alterado el entorno en el pasado, señaló que, en la Edad Media, atravesó por un periodo de alta actividad (conocido como Máximo Medieval). En esta época, la temperatura se elevó y permitió que los vikingos colonizaran y sembraran cebada y uvas en Groenlandia.

“De hecho, el nombre de este lugar significa ‘tierra verde’, debido a lo fértil que fue en ese lapso excepcionalmente cálido. Lo preocupante es que para que Groenlandia fuera un lugar propicio para la siembra y no el sitio frío que conocemos, la temperatura global tuvo que elevarse aproximadamente medio grado, justo lo que se ha incrementado desde principios del siglo XX hasta la fecha, tan sólo por la actividad antropogénica”.

De seguir como hasta la fecha, para el año 2030 el incremento global sería de aproximadamente 1.2 grados centígrados, aunque según las proyecciones de la profesora Mendoza y su equipo de colaboradores, publicadas el año pasado en el Journal of Atmospheric and Solar-Terrestrial Physics, debido a la baja actividad solar, esta cifra podría ser hasta 40 por ciento menor de lo esperado.

“Lo anterior, aunque no nos coloca en el peor de los escenarios, sí nos pone en uno adverso, y resulta conveniente tomar medidas desde ahora para que la actividad humana deje de alterar el entorno”.

Sin embargo, la académica subrayó que hay que tener cuidado al hacer aseveraciones basadas en modelos y no en mediciones y hechos. “Ni siquiera puedo asegurar que el Sol va a entrar en un periodo de baja actividad, aunque tenemos indicios de ello”.

No obstante, estamos obligados a realizar este tipo de trabajos con rigor y siempre poniéndolos a consideración de nuestros pares a través de revistas arbitradas, lo que evita proporcionar información poco precisa y con fundamentos endebles.

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Fotos


Aunque el astro influye en el clima terrestre, se ha demostrado que el calentamiento global se debe más a la actividad antropogénica que a la solar.