• Han sido creados por investigadores
del Laboratorio de Biotecnología Ambiental del IBt de la
UNAM
• Con ellos, es posible reducir o eliminar la capacidad carcinogénica
y mutagénica de los hidrocarburos aromáticos
• Ya se obtuvo una patente internacional que protege un proceso
enzimático para la desulfuración del diésel
Ante el reto de restaurar ecosistemas alterados
por el impacto de la industria petrolera, un grupo de investigación
del Instituto de Biotecnología (IBt) de la UNAM, dirigido por
Rafael Vázquez Duhalt, desarrolló varios métodos
descontaminantes con resultados exitosos.
Se trata de un estudio con enzimas de origen
fúngico (de hongos) modificadas genéticamente y capaces
de transmutar sustancias contaminantes.
De acuerdo con Vázquez Duhalt, coordinador
del Laboratorio de Biotecnología Ambiental del IBt, esas moléculas
pueden transformar, entre otros compuestos, los que integran la fracción
del petróleo más peligrosa para la salud humana: los hidrocarburos
aromáticos.
“Con el cambio enzimático es posible
reducir de manera significativa, o eliminar su capacidad carcinogénica
y mutagénica”, dijo.
Para que las enzimas cumplan con ese objetivo,
los investigadores las modifican genéticamente, es decir, hacen
mutaciones para volverlas más activas y estables en las condiciones
de transformación; también las alteran químicamente
para hacerlas solubles en petróleo, si se quiere que actúen
sobre hidrocarburos aromáticos.
“Una de las limitaciones de los microorganismos,
bacterias y hongos para degradar petróleo es la hidrofobicidad
de éste, es decir, su rechazo al agua; por ello, las enzimas
sin cambio no tienen acceso a las moléculas del hidrocarburo”,
explicó Vázquez Duhalt.
La mejor manera de eliminar la contaminación
es no producirla, pero si ya está presente en los ecosistemas,
se deben encontrar las formas de reducir su impacto ambiental, indicó.
“El interés de la biotecnología
ambiental no es eliminar los compuestos peligrosos, sino reducir su
impacto. Si bien hay procesos microbianos que pueden anular contaminantes,
eso no siempre se consigue, pues existen algunos recalcitrantes, de
difícil degradación; sin embargo, con ayuda de los elementos
referidos, es posible transformarlos y, con ello, disminuir su efecto
en el entorno”, estableció el investigador.
Desulfuración
La actividad industrial y el uso de combustibles
fósiles liberan sustancias nocivas a la atmósfera. Al
momento de quemarse en motores o calderas, emiten óxidos de azufre
y de nitrógeno, que luego de actuar en el entorno se precipitan
en forma de ácidos, y debido a que esa contaminación ha
causado daños severos en los ecosistemas, se busca controlar
el contenido de azufre en gasolina y diésel, principalmente.
“Hay procesos físicoquímicos
eficientes para desulfurarlos, pero requieren energía, presión,
equipos y catalizadores especiales”, precisó el universitario.
Luego de varios años de trabajo y de
colaboración con Petróleos Mexicanos (Pemex), los investigadores
obtuvieron una patente internacional, que protege su proceso enzimático
para la desulfuración del diésel.
“Demostramos que es posible eliminar
el elemento para cumplir con las regulaciones ambientales. Actualmente,
trabajamos en la alteración genética para obtener enzimas
más resistentes o activas que transformen más contaminantes:
extraemos el gen del hongo y lo modificamos; posteriormente lo ‘expresamos’
en una bacteria o en otro hongo. Una vez hecho, las moléculas
son más estables y se pueden obtener cantidades abundantes de
ellas.”
También, han podido transmutar los asfaltenos,
componentes principales del chapopote. “Encontramos que ciertos
solventes con enzimas modificadas pueden transformar las carpetas asfálticas,
que en principio no son biodegradables. Mediante la ingeniería
de solventes se diseña una mezcla de reacción que permita
cambiar compuestos de carácter hidrofóbico”, indicó
el investigador.
Suspensión bacteriana
Con esa tecnología, los universitarios
han asesorado a firmas dedicadas a la biorremediación que colaboran
con Pemex.
“En nuestra planta piloto producimos
una suspensión bacteriana que degrada el hidrocarburo y la transferimos
a una empresa que la aplica en lugares contaminados, como los campos
petroleros en Tabasco o Coatzacoalcos, Veracruz. Esa asociación
con compañías remediadoras contratistas de la paraestatal
lleva ya cuatro años, aunque he estado involucrado en la biotecnología
en esta materia por más de dos décadas”, apuntó.
Grupo de vanguardia
Compañías como la colombiana Ecopetrol, la venezolana
Pedevesa y, más recientemente, la British Petroleum, se han acercado
a los investigadores de la UNAM para conocer a fondo sus metodologías
y solicitar capacitación para su personal en el Laboratorio de
Biotecnología Ambiental.
“Afortunadamente, hemos podido crear
en el Instituto de Biotecnología uno de los grupos de vanguardia
mundial en la materia”, finalizó el investigador.
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