Boletín UNAM-DGCS-154
Ciudad Universitaria.
06:00 hrs. 16 de marzo de 2011


Vladimir Kostoglodov


EL EJE DE ROTACIÓN DE LA TIERRA, SIN AFECTACIONES POR EL SISMO EN JAPÓN

 

• A nivel teórico, sería más probable que un temblor de 10 grados cambiara su posición, explicó Vladimir Kostoglodov, del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM

El sismo de magnitud 8.9 en la escala de Richter, que afectó la costa nororiental de Japón, no tendrá un impacto serio en el eje de rotación de la Tierra, pues no alcanzó el nivel suficiente para provocar modificaciones, por ejemplo, en el clima. A nivel teórico, sería más probable que un temblor de 10 grados cambiara notablemente su posición, explicó Vladimir Kostoglodov, del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM.

En un terremoto grande ocurren desplazamientos de la corteza que no cambian la masa terrestre, pero sí su distribución con respecto al eje; el momento angular de rotación de la Tierra se preserva, entonces se modifica la velocidad y la ubicación del eje cambia. Variaciones significativas de éste último, señaló, pueden ocurrir al paso de una tormenta de grandes dimensiones, como un huracán de gran escala.

La rotación del planeta es un movimiento que efectúa el planeta en un proceso de giro sobre sí mismo, a lo largo de una línea imaginaria denominada eje terrestre, que pasa por sus polos.

Richard Gross, científico del Jet Propulsion Laboratory, de la NASA, reportó que tras el terremoto en Japón, el eje de la Tierra se desplazó alrededor de 15 centímetros, el doble que en el ocurrido en Chile en 2010, “es resultado de la modelación del posible cambio de posición instantánea del eje de rotación, producido por el desplazamiento de la corteza terrestre durante el sismo”, explicó el integrante del Departamento de Sismología del IGf.

El eje de la rotación, abundó, no ha cambiado en su posición promedio. El efecto previsto es muy pequeño, comparable con las variaciones de la posición del polo por el efecto de los huracanes y los cambios en las corrientes de los océanos.

El experto indicó que la posición del eje de rotación cambia continuamente con respecto a su posición promedio, por ejemplo, con el periodo de 433 días conocido como bamboleo de Chandler, una pequeña variación descubierta por el astrónomo norteamericano Seth Carlo Chandler en 1891, que explica que los polos terrestres se mueven en una circunferencia irregular de tres a 15 metros de diámetro, en una fase oscilatoria. La amplitud promedio de esta variación alcanza nueve metros.

Entonces, el efecto del terremoto de Japón es como el ruido, si se compara con las variaciones periódicas producidas por otros efectos. “No hay que preocuparnos por el cambio, porque relativamente es muy pequeño y temporal”, precisó.

Kostoglodov añadió que todavía no es posible registrar en forma confiable el efecto del cambio producido por los terremotos. El grupo dirigido por Richard Gross, refirió, trabaja en reducir los datos satelitales por efectos de las perturbaciones provocados por la atmósfera y los océanos, para extraer el efecto de la variación del eje instantáneo, producido por el temblor. Éste sería un logro científico muy importante.

Nadie esperaba un sismo de tal magnitud. “Es el primero que abarcó toda la costa de Honshuu, la isla más grande de Japón”, señaló.

El eje terrestre

El eje de rotación de la Tierra no es exactamente perpendicular al plano de la órbita. Al girar sobre sí mismo, el planeta se mueve inclinado en dirección norte hacia la Estrella Polar, y sur, hacia la constelación de la Cruz del Sur, como un trompo, con tendencia a mantener en posición fija la dirección del eje de rotación.

Después del terremoto de Sumatra en 2006, recordó, el Instituto Nacional Italiano de Geofísica advirtió que el eje se había modificado. “No fue cierto, posteriormente revisaron sus datos y no encontraron ningún cambio significativo dentro de la precisión de sus mediciones”, abundó. Teóricamente, esta variación de la posición del eje podría alcanzar unos centímetros.

Los sismos silenciosos

Al igual que los terremotos regulares, los “sismos silenciosos”, también conocidos como eventos asísmicos lentos (Slow Slip Events, SSE), y acompañados con los tremores no volcánicos son desplazamientos transitorios originados en la corteza en los bordes activos de las placas tectónicas. A diferencia de los primeros, que duran unos pocos segundos, éstos pueden prolongarse por periodos que abarcan horas o meses.

Los tremores no volcánicos ocurren a grandes profundidades, entre 30 y 40 kilómetros, y son muy suaves. “Es raro, porque a esa distancia la presión de la litósfera es alta, lo que dificulta la explicación de cómo ocurren estos eventos”, detalló el integrante del Departamento de Sismología, del IGf.

Asimismo, refirió que después de un terremoto de gran magnitud a grandes distancias, se puede observar cómo la onda sísmica excita los tremores no volcánicos al tocar el territorio mexicano.

Es necesario, advirtió, estudiar los sismos silenciosos y tremores, pues según la región en que ocurran pueden liberar parcialmente energía acumulada o sobrecargar la parte de la falla que está a punto de romperse, lo que a su vez influye en el acortamiento o alargamiento del siguiente terremoto de gran magnitud. Es importante determinar qué importancia tienen en los periodos de recurrencia de grandes terremotos, precisó.

“Probablemente, los nuevos efectos que observamos tienen relación con la acumulación de energía elástica en la corteza terrestre que se libera durante los sismos. En algunos años, podremos conocer bien todo el ciclo, para determinar las probabilidades de magnitud y lugar de un movimiento catastrófico”, especificó.

La inversión en ciencia para comprender estos fenómenos es necesaria, aunada a la educación de la población, para disminuir las pérdidas humanas y materiales, derivadas de ellos, concluyó.

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Fotos

Vladimir Kostoglodov, del Instituto de Geofísica de la UNAM.