Boletín UNAM-DGCS-129
Ciudad Universitaria.
13:30 hrs. 4 de marzo de 2011


Guillermo Valdivia Anda


POCO RECOMENDABLES, REPTILES EN CAUTIVERIO

 

• Como mascotas, la mayoría de las veces no reciben las condiciones ni la alimentación adecuadas, afirmó Guillermo Valdivia Anda, académico de la FES Cuautitlán
• Enfrentan diversos problemas de salud, la mayoría generados por el estrés al que son sometidos

Cada vez, existe una tendencia mayor a tener como mascotas ciertas especies de reptiles como tortugas o víboras no venenosas, porque ocupan poco espacio: una pecera o terrario; no obstante, aunque hayan sido criados en cautiverio, no son domésticos, por lo que no es recomendable adquirirlos, estableció Guillermo Valdivia Anda, académico de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán de la UNAM.

La mayoría de las veces no reciben las condiciones ni la alimentación adecuadas. Para las iguanas ya existen en el mercado concentrados con los requerimientos idóneos, pero en el caso de los especímenes que se nutren de otros seres vivos, como las serpientes, la situación se complica, expuso el también integrante de la Unidad de Investigación Multidisciplinaria en Salud Animal de la entidad universitaria.

Además, el entorno donde viven no iguala su hábitat natural, abundó. Los principales problemas que enfrentan son los de salud, la mayoría generados por el estrés al que son sometidos por el encierro, cambios de alimentación o de temperatura, entre otros factores.

Por lo general, los reptiles son poco activos, no se mueven mucho y los dueños no se percatan de sus malestares. Además, en la naturaleza tienden a ocultar sus padecimientos para no ser presa de depredadores; entonces, su molestia no es tan visible como en un perro, y si las personas la perciben, ya es muy grave.

De igual forma, existe el riesgo potencial de transmitir ciertas enfermedades a los humanos. No compartimos muchos tipos de microorganismos, sin embargo, sí existen algunas zoonosis; en ocasiones, ellos adquieren afecciones durante su manejo en cautiverio y, posteriormente, las pueden transmitir a las personas; un ejemplo común es la salmonelosis, acotó.

Otra amenaza está constituida por la introducción de especies exóticas, que pueden ser portadoras de bacterias, hongos o virus que amenazan a las nativas, o bien, se alimentan de ellas. En México, existe infinidad de grupos endémicos, más susceptibles.

En general, en la naturaleza los reptiles son benéficos y ayudan a mantener el equilibrio ecológico. Cumplen funciones importantes como el control de plagas en el campo; ése es el caso de las víboras que se alimentan de roedores.

De hecho, relató, existen programas de reproducción, no para el comercio, sino para repoblar sitios y disminuir el impacto que ha tenido la compra-venta ilegal.

Disminución del mercado ilegal

Un animal que ha estado fuera de su ambiente natural por años y es reintroducido, seguramente morirá y, de ahí, la importancia de no adquirirlos, dijo.

El comercio de especies está regulado en la Ley General de Vida Silvestre y otras normatividades; sin embargo, la capacidad operativa que se tiene es poca y persiste el tráfico en todo tipo de fauna silvestre.

Si ya se tienen en casa, lo mejor es consultar a un especialista que brinde orientación. “En el caso de Cuautitlán, buscamos aumentar la preparación de los egresados en el área de reptiles y fauna silvestre, para que ejerzan su práctica profesional de la mejor manera”.

La Unidad de Investigación Multidisciplinaria en Salud Animal, fundada hace una década en la Facultad por profesores de la carrera de Medicina Veterinaria, colabora con instancias como la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, y la Asociación Veterinaria de Reptiles y Anfibios; esta última realiza un congreso nacional, que a partir de este año, en la FES Cuautitlán, será internacional, finalizó Valdivia Anda.

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Fotos

Guillermo Valdivia Anda, integrante de la Unidad de Investigación Multidisciplinaria en Salud Animal de la FES Cuautitlán de la UNAM.

Por lo general, los reptiles son poco activos y, por ello, los dueños no se percatan de sus enfermedades; su malestar no es tan visible como en un perro, y si las personas lo perciben, ya es muy grave.