• Forman parte de los trastornos
del sueño, por lo que las personas que las experimentan requieren
atención profesional, señaló Socorro González
Cossío, especialista de la Clínica de Trastornos del
Sueño de la FM de la UNAM
Por lo general, las pesadillas están
asociadas a estrés psicosocial y casi siempre son consideradas
eventos cotidianos sin consecuencias graves. De ahí que la
demanda de ayuda profesional sea mínima. “Forman parte
de los trastornos del sueño, por lo que las personas que las
experimentan requieren atención profesional desde las primeras
veces que se experimentan”, señaló Socorro González
Cossío, especialista de la Clínica de Trastornos del
Sueño de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, ubicada dentro
de las instalaciones del Hospital General de México.
“Investigaciones indican que en algunos
adultos se observa una relación entre la frecuencia de las
pesadillas, el trastorno esquizotípico y límite de la
personalidad, y otros desórdenes del estado de ánimo,
de manera que el tratamiento sirve también para estos problemas”,
acotó
Asimismo, “un estudio reciente reportó
que es más probable que pacientes mujeres con depresión
mayor, que además presentan pesadillas frecuentes, corran más
riesgo de cometer suicidio que aquellas en las mismas condiciones,
pero que no han tenido estos malos sueños; por ello, deben
ser atendidos”, abundó.
Función adaptativa de las pesadillas
Puede afirmarse que las pesadillas tienen
una función adaptativa. Si son recurrentes, generalmente indican
sentimientos de temor, de ahí que se concluya que el sueño
es un reflejo de nosotros mismos. Es una señal de acontecimientos
que ocurren y deben ser tomados en cuenta.
Además, a la larga pueden causar insomnio,
debido a los elevados niveles de ansiedad que desatan, así
como un deterioro en el funcionamiento diurno, por la fatiga derivada
de las interrupciones constantes durante la noche, que propician conductas
antagónicas al sueño, como dejar las luces de la habitación
encendidas por miedo a la oscuridad.
Terapias efectivas
En ocasiones, los medicamentos no logran
los efectos deseados. Por ello, luego de rigurosos estudios y documentación
de sus resultados, los psicólogos han adoptado otras terapias
efectivas.
Antes de aplicar un tratamiento cognitivo
conductual, se debe hacer un buen diagnóstico y descartar que
haya otros trastornos del sueño asociados, “como el llamado
síndrome de apnea obstructiva, que puede provocar despertares
con ansiedad y miedo; ello, con el fin de tratar ambas alteraciones.
Por otra parte, a veces las pesadillas se
confunden con otras desórdenes como los terrores nocturnos,
el desorden conductual MOR (Movimientos Oculares Rápidos) o
las parálisis del sueño”, refirió.
Con las técnicas modernas no es necesario
ir al fondo del evento traumático, sobre todo en pacientes
que sufren estrés postraumático, sino únicamente
entender el sueño y las emociones relacionadas para que su
contenido terrorífico pueda ser manejado.
Uno de los primeros tratamientos utilizados
fue la desensibilización sistemática, que incluye la
exposición, una técnica que acerca a la persona al evento
mediante una asociación establecida con un estímulo
relajante. “Se hace un contracondicionamiento y la exposición
funciona para diluir o extinguir el choque emocional”, explicó
González Cossío.
Cabe mencionar que contra las pesadillas
se han empleado otras técnicas cognitivas como el sueño
lúcido, o la reorganización del sueño.
Alteración del contenido
El tratamiento que ha dado mejores resultados
en la Clínica de Trastornos del Sueño de la UNAM consiste
en un procedimiento de alteración del contenido de la pesadilla.
“Se alienta al paciente para que verbalice,
describa y escriba detalladamente su sueño y, luego, a que
cambie el contenido. Además, se le da entrenamiento en imaginación
guiada para que figure un final diferente y repase la nueva versión.
Esta técnica se conoce como terapia de repaso en la imaginación
(imagery rehearsal therapy o IRT, por sus siglas en inglés)”,
relató la especialista.
Se ha comprobado científicamente que
la imaginación tiene grandes y significativos efectos en el
sistema nervioso, incluso a nivel estructural; la habilidad para imaginar
de forma voluntaria y controlada puede contribuir a la salud psicológica
del individuo, igual que la capacidad para hacerlo de manera intrusiva
y obsesiva tiende a ser perjudicial. “De ahí que la utilicemos
para repasar en la vigilia los contenidos placenteros de la nueva
historia”, dijo González Cossío.
Las técnicas que se ofrecen en la
Clínica de Trastornos del Sueño son sencillas y rápidas.
No debe olvidarse que, como el insomnio, las pesadillas pueden tener
efectos desagradables en el estado de ánimo, ser causa de depresión
y exacerbar los trastornos de la personalidad; por ello, sería
deseable que la gente se atreviera a buscar ayuda para tratarlas,
antes que lleguen a alterar sus actividades cotidianas.
Otro enemigo nocturno: el insomnio
En la clínica universitaria se realiza
durante una noche el estudio llamado polisomnografía, que permite
obtener un diagnóstico preciso y detectar o descartar los trastornos
del sueño más prevalentes. También, se llevan
a cabo valoraciones de infantes con trastornos del sueño asociados
a desórdenes de conducta.
El procedimiento más demandado es
contra el insomnio, también a cargo de González Cossío,
y ofrece la ventaja de no incluir fármacos que a largo plazo
reportan efectos secundarios adversos.
“El nuestro es un tratamiento cognitivo
conductual que incluye higiene de sueño, relajación
profunda, restricción de sueño, restructuración
cognoscitiva, intención paradójica e imaginación
guiada, entre otras técnicas. Tenemos la certeza, basados en
resultados de investigación, de que funciona tanto o más
que las pastillas para dormir”, aseguró la especialista.
Desafortunadamente, la mayoría de
los pacientes acuden a la clínica cuando el insomnio ya afectó
su funcionamiento diario. Esta situación es riesgosa porque,
como se sabe, el insomnio en sí mismo no es sólo un
síntoma, sino un trastorno primario que puede llegar a convertirse
en un factor de riesgo para desarrollar depresión.
Las pesadillas, más frecuentes en
niños
Las parasomnias son desórdenes de
la conducta durante el sueño; en ellas se ubican los trastornos
del despertar, como sonambulismo y terrores nocturnos; los de transición
sueño-vigilia, como alteraciones de los movimientos rítmicos
y del hablar nocturno (somniloquia); las asociadas al sueño
MOR o REM (rapid eye movement), como pesadillas y parálisis
del sueño, y otras, como bruxismo (rechinar los dientes mientras
se duerme) y enuresis (micciones incontroladas).
Las pesadillas también son parasomnias,
y mientras en los adultos se asocian generalmente a estrés
postraumático, en los niños se presentan a menudo como
resultado del proceso de maduración del tallo cerebral.
Estudios indican que hasta 42 por ciento
de los infantes entre dos y tres años las padecen; el porcentaje
disminuye hasta siete por ciento en la adolescencia, y oscila entre
cuatro y ocho por ciento en la edad adulta.
“Son más frecuentes en niños,
e incluso adolescentes sometidos a estrés psicosocial. Aunque
en sí mismas constituyen un trastorno del sueño, no
representan una psicopatología. Lo que sí debe evaluarse,
es si existe psicopatología asociada que las provoque”,
concluyó González Cossío.
-o0o-