Boletín UNAM-DGCS-102
Ciudad Universitaria.
11:00 hrs. 19 de febrero de 2011

 


LAS PESADILLAS, ASOCIADAS AL ESTRÉS PSICOSOCIAL

 

• Forman parte de los trastornos del sueño, por lo que las personas que las experimentan requieren atención profesional, señaló Socorro González Cossío, especialista de la Clínica de Trastornos del Sueño de la FM de la UNAM

Por lo general, las pesadillas están asociadas a estrés psicosocial y casi siempre son consideradas eventos cotidianos sin consecuencias graves. De ahí que la demanda de ayuda profesional sea mínima. “Forman parte de los trastornos del sueño, por lo que las personas que las experimentan requieren atención profesional desde las primeras veces que se experimentan”, señaló Socorro González Cossío, especialista de la Clínica de Trastornos del Sueño de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, ubicada dentro de las instalaciones del Hospital General de México.

“Investigaciones indican que en algunos adultos se observa una relación entre la frecuencia de las pesadillas, el trastorno esquizotípico y límite de la personalidad, y otros desórdenes del estado de ánimo, de manera que el tratamiento sirve también para estos problemas”, acotó

Asimismo, “un estudio reciente reportó que es más probable que pacientes mujeres con depresión mayor, que además presentan pesadillas frecuentes, corran más riesgo de cometer suicidio que aquellas en las mismas condiciones, pero que no han tenido estos malos sueños; por ello, deben ser atendidos”, abundó.

Función adaptativa de las pesadillas

Puede afirmarse que las pesadillas tienen una función adaptativa. Si son recurrentes, generalmente indican sentimientos de temor, de ahí que se concluya que el sueño es un reflejo de nosotros mismos. Es una señal de acontecimientos que ocurren y deben ser tomados en cuenta.

Además, a la larga pueden causar insomnio, debido a los elevados niveles de ansiedad que desatan, así como un deterioro en el funcionamiento diurno, por la fatiga derivada de las interrupciones constantes durante la noche, que propician conductas antagónicas al sueño, como dejar las luces de la habitación encendidas por miedo a la oscuridad.

Terapias efectivas

En ocasiones, los medicamentos no logran los efectos deseados. Por ello, luego de rigurosos estudios y documentación de sus resultados, los psicólogos han adoptado otras terapias efectivas.

Antes de aplicar un tratamiento cognitivo conductual, se debe hacer un buen diagnóstico y descartar que haya otros trastornos del sueño asociados, “como el llamado síndrome de apnea obstructiva, que puede provocar despertares con ansiedad y miedo; ello, con el fin de tratar ambas alteraciones.

Por otra parte, a veces las pesadillas se confunden con otras desórdenes como los terrores nocturnos, el desorden conductual MOR (Movimientos Oculares Rápidos) o las parálisis del sueño”, refirió.

Con las técnicas modernas no es necesario ir al fondo del evento traumático, sobre todo en pacientes que sufren estrés postraumático, sino únicamente entender el sueño y las emociones relacionadas para que su contenido terrorífico pueda ser manejado.

Uno de los primeros tratamientos utilizados fue la desensibilización sistemática, que incluye la exposición, una técnica que acerca a la persona al evento mediante una asociación establecida con un estímulo relajante. “Se hace un contracondicionamiento y la exposición funciona para diluir o extinguir el choque emocional”, explicó González Cossío.

Cabe mencionar que contra las pesadillas se han empleado otras técnicas cognitivas como el sueño lúcido, o la reorganización del sueño.

Alteración del contenido

El tratamiento que ha dado mejores resultados en la Clínica de Trastornos del Sueño de la UNAM consiste en un procedimiento de alteración del contenido de la pesadilla.

“Se alienta al paciente para que verbalice, describa y escriba detalladamente su sueño y, luego, a que cambie el contenido. Además, se le da entrenamiento en imaginación guiada para que figure un final diferente y repase la nueva versión. Esta técnica se conoce como terapia de repaso en la imaginación (imagery rehearsal therapy o IRT, por sus siglas en inglés)”, relató la especialista.

Se ha comprobado científicamente que la imaginación tiene grandes y significativos efectos en el sistema nervioso, incluso a nivel estructural; la habilidad para imaginar de forma voluntaria y controlada puede contribuir a la salud psicológica del individuo, igual que la capacidad para hacerlo de manera intrusiva y obsesiva tiende a ser perjudicial. “De ahí que la utilicemos para repasar en la vigilia los contenidos placenteros de la nueva historia”, dijo González Cossío.

Las técnicas que se ofrecen en la Clínica de Trastornos del Sueño son sencillas y rápidas. No debe olvidarse que, como el insomnio, las pesadillas pueden tener efectos desagradables en el estado de ánimo, ser causa de depresión y exacerbar los trastornos de la personalidad; por ello, sería deseable que la gente se atreviera a buscar ayuda para tratarlas, antes que lleguen a alterar sus actividades cotidianas.


Otro enemigo nocturno: el insomnio

En la clínica universitaria se realiza durante una noche el estudio llamado polisomnografía, que permite obtener un diagnóstico preciso y detectar o descartar los trastornos del sueño más prevalentes. También, se llevan a cabo valoraciones de infantes con trastornos del sueño asociados a desórdenes de conducta.

El procedimiento más demandado es contra el insomnio, también a cargo de González Cossío, y ofrece la ventaja de no incluir fármacos que a largo plazo reportan efectos secundarios adversos.

“El nuestro es un tratamiento cognitivo conductual que incluye higiene de sueño, relajación profunda, restricción de sueño, restructuración cognoscitiva, intención paradójica e imaginación guiada, entre otras técnicas. Tenemos la certeza, basados en resultados de investigación, de que funciona tanto o más que las pastillas para dormir”, aseguró la especialista.

Desafortunadamente, la mayoría de los pacientes acuden a la clínica cuando el insomnio ya afectó su funcionamiento diario. Esta situación es riesgosa porque, como se sabe, el insomnio en sí mismo no es sólo un síntoma, sino un trastorno primario que puede llegar a convertirse en un factor de riesgo para desarrollar depresión.

Las pesadillas, más frecuentes en niños

Las parasomnias son desórdenes de la conducta durante el sueño; en ellas se ubican los trastornos del despertar, como sonambulismo y terrores nocturnos; los de transición sueño-vigilia, como alteraciones de los movimientos rítmicos y del hablar nocturno (somniloquia); las asociadas al sueño MOR o REM (rapid eye movement), como pesadillas y parálisis del sueño, y otras, como bruxismo (rechinar los dientes mientras se duerme) y enuresis (micciones incontroladas).

Las pesadillas también son parasomnias, y mientras en los adultos se asocian generalmente a estrés postraumático, en los niños se presentan a menudo como resultado del proceso de maduración del tallo cerebral.

Estudios indican que hasta 42 por ciento de los infantes entre dos y tres años las padecen; el porcentaje disminuye hasta siete por ciento en la adolescencia, y oscila entre cuatro y ocho por ciento en la edad adulta.

“Son más frecuentes en niños, e incluso adolescentes sometidos a estrés psicosocial. Aunque en sí mismas constituyen un trastorno del sueño, no representan una psicopatología. Lo que sí debe evaluarse, es si existe psicopatología asociada que las provoque”, concluyó González Cossío.

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