• La creatividad de los mexicanos
pocas veces se concreta en aplicaciones prácticas, advirtió
Víctor Manuel Castaño Meneses, investigador del Centro
de Física Aplicada y Tecnología Avanzada de la UNAM
El inventor requiere un entramado social
que en México no existe, pues está roto. Por esta razón,
la creatividad tan grande que tenemos en el país no se concreta
en aplicaciones prácticas, aseguró Víctor Manuel
Castaño Meneses, investigador del Centro de Física Aplicada
y Tecnología Avanzada (CFATA) de la UNAM.
Innovar no se percibe como un valor; en cambio,
acumular riquezas sin trabajar, burlar las leyes y presumir bienes
materiales es parte de un falso esquema ético.
“Si usted dice que es inventor, en
el mejor de los casos le dirán científico loco, Ciro
Peraloca”, expuso.
La situación de los inventores se
complica si la infraestructura y el apoyo para concretar proyectos
son insuficientes. Nuestro país es el integrante de la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)
que menos invierte en investigación y desarrollo, con menos
del 0.5 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB). En contraste,
Israel dedica casi el cinco por ciento, expuso.
El valor de innovar
“Necesitamos un cambio cultural. Por
más que se hagan oficinas, se ofrezcan programas, si la gente
no está convencida de que innovar es valioso, no lo tomará
como tal”, advirtió Castaño Meneses.
Al respecto, recomendó comenzar desde
la formación básica para inculcar la importancia de
generar ideas en beneficio de los demás. México, estableció,
se transformaría en un país innovador en una o dos generaciones.
Es necesario transmitir el valor de innovar a niños y jóvenes,
en lugar del modelo que ubica la felicidad en la acumulación
de dinero y bienes materiales.
Las aportaciones de Larry Page y Sergey Brin,
creadores del motor de búsqueda Google, y Mark Zuckerberg,
inventor de la red social Facebook, demuestran que, por primera vez
en la historia, el mundo se puede dividir entre “los que innovan
y los que no lo hacen”, resaltó.
El Día del Inventor Mexicano
La conmemoración, cada 17 de febrero,
se instauró desde 1993, en memoria del natalicio de Guillermo
González Camarena, creador del sistema para transmitir televisión
a color. El invento, patentado en EU el 15 de septiembre de 1942,
se utilizó en la misión del Voyager I, en 1979,
para fotografiar el planeta Júpiter.
En esta fecha, estableció el investigador
del CFATA, se trata de celebrar la capacidad innovadora, no necesariamente
la creatividad, “hay mucha gente muy creativa que no innova
en lo más mínimo”.
John Kao, experto estadounidense en innovación,
describe esta facultad en The Innovation Manifesto como “la
capacidad de los individuos, las empresas y países de construir
continuamente su futuro deseado”. Al respecto, Castaño
Meneses tiene su frase: “La innovación es 99 por ciento
aplicación y uno por ciento creatividad.”
Los mexicanos, aseveró, somos muy
creativos, pero poco innovadores. No somos capaces de transformar
nuestra creatividad en aplicaciones concretas que generen bien común.
Por ejemplo, Corea del Sur duplicó
sus innovaciones registradas internacionalmente en la última
década, alcanzó las ocho mil 800 en 2010. En contraste,
Brasil registró 103, México 60, Argentina 45 y Chile
21, según cifras de la Oficina de Patentes y Marcas de Estados
Unidos.
La ciencia y los mexicanos
La Encuesta sobre la percepción pública de la ciencia
y la tecnología en México 2009, elaborada por el
Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI)
y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, (Conacyt), refiere
que 52 por ciento de los mexicanos consultados opinó que los
científicos son “peligrosos” por sus conocimientos.
“Tal vez a lo que se referían
los participantes es al concepto abstracto, ajeno a la realidad nacional,
del “científico loco”, dedicado a crear armas letales.
No somos peligrosos, porque para el público ni siquiera existimos”,
advirtió el universitario.
“A los mexicanos nos interesa la ciencia,
lo que falta es saber comunicarla”, dijo, y recordó una
plática de divulgación científica que dio en
el Túnel de la Ciencia, ubicado en la estación del metro
La Raza, a la cual “nadie se acercaba, todos los pasajeros rodeaban
a un merolico que vendía remedios contra todo tipo de enfermedades”.
Al observar eso, decidió emular al
vendedor ambulante y después de un rato, las sillas del lugar
no alcanzaron para los interesados en escuchar al científico.
“Lo que más orgullo me dio es que el merolico, al ver
que le quité toda la gente, se integró a mi público”.
A Castaño Meneses el panorama nacional
no lo arredra. “Probablemente, si esto fuera fácil, ya
me hubiera dedicado a otra cosa. El que sea un reto me resulta atractivo.
Es una actitud de vida”.
Como ejemplos, citó el trabajo universitario del primer prototipo
de televisión en tercera dimensión, un biochip para
diagnosticar tuberculosis, pintura antigrafiti, material aglomerado
que resiste el fuego, el agua y la entrada de virus y bacterias, entre
otras innovaciones y patentes, fruto de casi 30 años de trabajo.
Hay otro camino para ser feliz; acumular
bienes materiales no garantiza la realización personal, “ser
inventor es usar la inteligencia en búsqueda de la felicidad”,
concluyó.
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