• Se debe buscar la creación
de nuevos centros en México para el desarrollo científico
y tecnológico, consideró el director del IA de la
UNAM, William Lee
Si no se desarrolla infraestructura para
investigación, México no tendrá la innovación
que necesita para que la economía crezca por sí sola,
consideró el director del Instituto de Astronomía (IA)
de la UNAM, William Henry Lee Alardín.
El Estado debe financiar las iniciativas
para el desarrollo tecnológico, pero también debe vincularse
al sector privado, dijo. “Hay que buscar la creación
de nuevos centros en el país para el desarrollo científico
y tecnológico en general”.
Al referir los proyectos institucionales
a realizarse durante su gestión, Lee Alardin señaló
que, además de los planes para el Observatorio Astronómico
Nacional de San Pedro Mártir, destaca el interés por
establecer un nodo del Observatorio Virtual en México, el desarrollo
de la astrofísica teórica, la participación del
IA en el High Altitude Water Cherenkov Observatory (HAWC), la utilización
del Gran Telescopio Canarias (GTC), y la planeación y construcción
de instrumentos para observatorios externos.
Planes estratégicos y líneas
de investigación
El cómputo, indicó, es un aspecto
importante para la astronomía, y ejemplificó con el
Observatorio Virtual. Su objetivo es poner en línea datos públicos
de todo tipo de observatorios ubicados alrededor del orbe en un formato
común que facilite la comparación y una visión
integradora de los fenómenos astronómicos. “En
México aún no tenemos un nodo”.
En cuanto al HAWC, que se construye en una
zona ubicada entre Puebla y Veracruz, explicó que servirá
para detectar radiación de partículas de muy alta energía.
Contará con 300 tanques con agua, de siete metros de diámetro.
En el fondo, se les colocará un detector de luz. Es un área
poco explorada en la astrofísica, “de las ventanas del
espectro electromagnético es de las últimas que se han
abierto y buscaremos líneas de investigación propias
en este campo”, detalló.
El IA tiene una larga historia de participación
en la instrumentación para observatorios externos; lo más
novedoso, está constituido por equipos terminados en planeación
o construcción para el consorcio del GTC. Estos son: el instrumento
de verificación, la cámara/espectrógrafo, OSIRIS,
y el instrumento infrarrojo para imagen y espectroscopia integral
de campo, FRIDA. “Esto permite que los astrónomos
mexicanos tengan acceso a un telescopio de primera línea”,
resaltó.
Entre las líneas de estudio más
recientes, sobresalen los exoplanetas, que orbitan una estrella diferente
al Sol. Lee Alardín destacó el descubrimiento, por parte
de personal del IA, del Upsilon Andrómeda e, similar a Júpiter,
el cuarto hallado hasta ahora en el Sistema Planetario Upsilon
Andrómeda, a 44 años luz de la Tierra. El hallazgo
fue relevante, “porque utilizaron un método nuevo (Algoritmo
Genético Asexual, AGA) y detectaron un planeta que nos puede
decir mucho sobre cómo se forman estos objetos en otros sistemas”.
Asimismo, otra área de investigación
que será importante en los próximos años es el
estudio de las ondas gravitacionales, una predicción de la
teoría general de la relatividad de Einstein, que hasta ahora
sólo han sido detectadas de forma indirecta.
En San Pedro Mártir
Enclavado en el Parque Nacional de la Sierra
de San Pedro Mártir, a dos mil 830 metros sobre el nivel del
mar, se ubica el Observatorio Astronómico Nacional (OAN/SPM),
uno de los cuatro mejores lugares en el mundo para la observación
astronómica.
Sin embargo, acotó Lee Alardín,
es el que se encuentra menos desarrollado: mientras la inversión
promedio por sitio en los otros tres (el Observatorio William Myron
Keck, en las islas Hawai; el GTC, en España; y el Paranal,
en Chile) supera los seis mil millones de dólares en promedio,
“el nivel en San Pedro es cercano a los 30 millones”.
Cámara Infrarroja para Reionización
y Fuentes Transitorias
Durante la Guerra Fría, tanto Estados
Unidos como la extinta Unión Soviética se vigilaban
mutuamente. En 1967, los satélites estadounidenses de la serie
Vela, detectaron repentinos estruendos de rayos gamma, con unos segundos
de duración, y cuyo origen preciso no lograron identificar,
más allá de establecer que se trataba de eventos que
no estaban en la Tierra, ni en el Sol. El descubrimiento se dio a
conocer en 1971, y ha sido uno de los grandes misterios de la astronomía
del siglo XX.
El seguimiento de estas explosiones, algunas
de las cuales hoy se sabe son provocadas por la muerte de estrellas
muy masivas es el objetivo principal de la Cámara Infrarroja
para Reionización y Fuentes Transitorias (RATIR, por las siglas
en inglés de Reionization and Transients InfraRed camera).
Implicará diseñar, construir
y montar una cámara novedosa en el telescopio de 1.50 metros
del Observatorio, en proceso de robotización. Es el primer
paso para establecer una colaboración más cercana entre
las entidades participantes: el IA, la Universidad de California,
y el Goddard Space Flight Center, de la NASA.
Los estallidos son breves y emiten, en segundos, “más
energía de la que el Sol producirá en toda su vida”.
Son detectados vía satélite y el telescopio debe responder
inmediatamente a las alertas automatizadas para voltear al punto localizado
por el artefacto y detectar su contraparte visible. “Se buscan
los más lejanos, que nos ayudan a entender la historia y evolución
del Universo, además de los objetos producidos por las explosiones
en sí”, explicó el especialista.
Las innovaciones facilitarán otras
labores de observación. Por ejemplo, entender las estrellas
variables, pues por sus cambios es complicado que un astrónomo
las siga con un telescopio convencional, pero si es robotizado, una
computadora obtiene los datos necesarios. Es lo que hará la
mayor parte del tiempo, porque las explosiones suceden, aproximadamente,
cada tres días y eso permite otras investigaciones.
El trabajo del instrumento ha estado, en
parte, a cargo del Instituto de Astronomía, donde se trabajó
en el diseño de la óptica y mecánica de la cámara
en colaboración con las entidades estadounidenses. “Esperamos
que esté instalada en junio de este año”, adelantó.
Un nuevo telescopio
El plan a mayor escala para el IA en San
Pedro Mártir será posible con la colaboración
de las universidades de California y Arizona, y el Instituto Nacional
de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE).
Se plantea el diseño, construcción y operación
del Sypnotic All Sky InfraRed Survey (SASIR), un telescopio robotizado
con 6.50 metros de diámetro.
Servirá, acotó, para hacer
un censo repetido y profundo de todo el cielo visible desde el sitio,
durante cuatro o cinco años, en la banda electromagnética
cercana infrarroja. El objetivo es tener, cada tres meses, un mapa
astronómico, comparar las imágenes obtenidas y encontrar
las variantes provocadas, por ejemplo, al paso de un asteroide o la
explosión de una estrella. Serán necesarios algoritmos
de búsqueda para el análisis de todos los datos recabados.
“En cada región del espectro
electromagnético el cielo se ve distinto y el infrarrojo cercano
es importante porque penetra la atmósfera, es decir, lo podemos
ver desde tierra, sin necesidad de un satélite en órbita,
además de contener información que no existe en el campo
visible. El estudio que planteamos es 10 veces más sensible
que todos los realizados hasta ahora”, puntualizó.
SASIR está en la etapa de diseño
conceptual y es necesario conseguir financiamiento para hacerlo realidad.
“El impacto potencial que tendría un telescopio de este
tipo en la ciencia nacional va mucho más allá de la
astronomía. Planeado, administrado y operado adecuadamente,
es un elemento importante que beneficiará el desarrollo en
ciencia y tecnología”, advirtió.
Además, existen otros tres proyectos
con socios externos, que consideran la instalación de telescopios
robóticos en la sede del IA, y la colaboración, científica
y técnica, de su personal: BOOTES, con España; TAOS-II
(Transneptunian Automated Occultation Survey), con Taiwan y Estados
Unidos, y SVOM/GFT (Satellite Variable Objects Monitor/Ground Follow-up
Telescope), con Francia.
El telescopio TAOS-II, explicó, estará
dedicado a la búsqueda de objetos transneptunianos, es decir,
más allá de la órbita de planetas exteriores.
El consorcio que lo opera decidió instalar sus instrumentos
en el OAN/SPM, y con ello, se convirtió en el primero de su
tipo en la sede universitaria.
El SVOM/GFT, expresó, se relaciona
con la misión espacial a cargo de China y Francia, que pondrá
en órbita un satélite para detectar rayos gamma y X,
además de buscar eventos astronómicos variables, “como
parte del seguimiento, quieren tener telescopios en tierra para observar
los sucesos que detecten”. El lanzamiento está planeado
para 2015.
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