Boletín UNAM-DGCS-038
Ciudad Universitaria.
06:00 hrs. 19 de enero de 2011

Alberto Manuel Ángeles Castellanos


UNIVERSITARIOS DAN A CONOCER ESTUDIO ACERCA DEL SÍNDROME DEL JET LAG

 

• Es la descompensación de horarios tras emprender un largo viaje en avión a otro continente
• Es generado por una alteración entre el reloj biológico y el tiempo externo, en la que intervienen claves temporales medioambientales

Investigadores del Laboratorio de Cronobiología Clínica y Experimental de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, encabezados por Alberto Manuel Ángeles Castellanos, dieron a conocer un estudio acerca del jet lag, definido como un síndrome de descompensación de horarios.

Se trata de una alteración entre el reloj biológico y el tiempo externo, en la que intervienen claves temporales medioambientales. Los organismos vivos poseen un reloj endógeno que puede descompensarse. No obstante, estudios de laboratorio han llegado a precisar que no sólo es un reloj, sino también un sistema de medición temporal, conocido como sistema circadiano (del latín circa, “cerca”; y dies, “día”, ciclos de 24 horas).

De esta manera, al estar en condiciones constantes, por ejemplo, de oscuridad, el reloj genera un ritmo endógeno que mantiene al organismo sincronizado.

Haz retinohipotalámico

Al vivir en un ambiente cíclico generado por el movimiento de rotación de la Tierra, los organismos reciben una información alternante del ciclo luz-oscuridad, y estas fases de iluminación se convierten en señales temporales externas que el cerebro registra vía la retina, a través del llamado haz retinohipotalámico.

“Este haz lleva directamente la información luminosa y temporal al núcleo supraquiasmático, el reloj biológico; posteriormente, éste se sincroniza con el ciclo ambiental externo”, explicó Ángeles Castellanos.

Al enviar información temporal a otras áreas del cerebro, el núcleo dicta la temporalidad a los órganos vitales (corazón, pulmones, hígado, páncreas, corteza suprarrenal y estómago), conocidos también como osciladores periféricos. Así, cualquier cambio temporal se ve reflejado en ellos.

“Además, existen genes dentro de las neuronas del núcleo supraquiasmático y de los osciladores periféricos, llamados ‘genes reloj’, cuya síntesis es de 24 horas y no se puede acortar. En ellos, se origina el mecanismo molecular que tiene que acoplarse al nuevo ciclo al que el viajero acaba de llegar”, indicó el investigador.

Desincronización interna

Si se viaja en avión hacia el este, a Europa en nuestro caso, se “adelanta” el día (en ese continente amanece más temprano por la rotación de la Tierra); es decir, hay un avance en el tiempo externo pero no en el sistema circadiano, lo que genera la desincronización.

El organismo humano recibe, a través de los ojos, información de un tiempo que transcurre en el exterior, pero el reloj endógeno registra seis horas de atraso.

“Entonces, lo que hace la maquinaria de este reloj es modificar el tiempo para ajustarse a ese día tan corto, o a esa noche tan corta, según la hora en que se viaje. En ese momento aparece el desajuste entre el tiempo del ambiente externo y el reloj interno de los osciladores periféricos”, apuntó Ángeles Castellanos.

Una de las alteraciones más evidentes se presenta con el horario de los alimentos. Para muchas personas que no están acostumbradas a comer de noche, la digestión se complica porque las enzimas digestivas actúan en horarios distintos y no están acopladas a los tiempos de otro huso horario.

“Esta desincronización externa entre el ciclo luz-oscuridad y el reloj da como resultado, a su vez, una desincronización interna entre el reloj y los osciladores periféricos, que puede provocar algunos síntomas como taquicardia debido a la desrregulación del sistema cardiovascular y sanguíneo, a la densidad plaquetaria y al ritmo del cortisol y la adrenalina.

“También hay alteraciones digestivas, constipación, fatiga, insomnio, irritabilidad y confusión. Incluso, se habla de riesgo de cáncer mamario cuando se padece jet lag de manera crónica”, afirmó el investigador.

El alimento, esencial

Se presume que por cada hora de avance en los desfases de horarios es necesario un día para que se ajuste el organismo humano alterado.

“Se recomienda usar antifaz para dormir durante el vuelo y, una vez que se haya llegado al destino final, hacer ejercicio como una forma de actividad para no sucumbir al sueño. Debido a que los metabolitos hormonales que más se alteran son el cortisol y la melatonina, incluso se llegan a prescribir dosis de cinco miligramos de melatonina días antes de viajar, para evitar el jet lag”, dijo.

En el Laboratorio de Cronobiología Clínica y Experimental, los investigadores concluyeron que la pérdida de sincronización y, sobre todo, la pérdida de amplitud del ritmo de algunas variables metabólicas mejoran con el alimento.

“Para el caso específico del jet lag encontramos un uso terapéutico del alimento, al que llamamos cronoterapia alimenticia. Tras años de trabajo pudimos concluir que el alimento es clave para restablecer los ritmos después de un evento de jet lag, tan es así, que podemos recomendar el alimento más que ningún fármaco para evitar este trastorno”.

De acuerdo con el investigador, el alimento es una señal temporal importante. Si se restringe, las necesidades energéticas son tan apremiantes que rebasan otro tipo de señales como la de luz-oscuridad.

“Para el núcleo supraquiasmático y el hipotálamo, la glucosa es más importante que el ciclo luz-oscuridad. De este modo, la falta de alimento puede ser, en un momento dado, una señal definitiva”.

Un método práctico de combatir el jet lag es ayunar durante el vuelo y ajustar los tiempos de alimentación con los horarios del destino final.

“El alimento genera cantidad de señales que van al cerebro, desde glucosa hasta insulina, metabolitos energéticos y señales hormonales, y son mucho más poderosas para el cerebro que el ciclo luz-oscuridad. Ahí encontramos la resincronización después del proceso de jet lag”, aseguró.

Los universitarios han descrito también otros fenómenos de desincronización característicos de las grandes ciudades, sobre todo los causados por los trabajos nocturnos.

Por ejemplo, las privaciones de sueño cortas, pero constantes, generadas por ciclos de trabajo de 24 por 24 horas (comunes entre médicos y residentes), derivan en fenómenos muy parecidos al jet lag.

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Fotos

Para evitar el síndrome jet lag, se recomienda usar antifaz para dormir durante el vuelo y, una vez que se haya llegado al destino final, hacer ejercicio como una forma de actividad para no sucumbir al sueño.