• Es la descompensación
de horarios tras emprender un largo viaje en avión a otro
continente
• Es generado por una alteración entre el reloj biológico
y el tiempo externo, en la que intervienen claves temporales medioambientales
Investigadores del Laboratorio de Cronobiología
Clínica y Experimental de la Facultad de Medicina (FM) de la
UNAM, encabezados por Alberto Manuel Ángeles Castellanos, dieron
a conocer un estudio acerca del jet lag, definido como un
síndrome de descompensación de horarios.
Se trata de una alteración entre el
reloj biológico y el tiempo externo, en la que intervienen
claves temporales medioambientales. Los organismos vivos poseen un
reloj endógeno que puede descompensarse. No obstante, estudios
de laboratorio han llegado a precisar que no sólo es un reloj,
sino también un sistema de medición temporal, conocido
como sistema circadiano (del latín circa, “cerca”;
y dies, “día”, ciclos de 24 horas).
De esta manera, al estar en condiciones constantes,
por ejemplo, de oscuridad, el reloj genera un ritmo endógeno
que mantiene al organismo sincronizado.
Haz retinohipotalámico
Al vivir en un ambiente cíclico generado
por el movimiento de rotación de la Tierra, los organismos
reciben una información alternante del ciclo luz-oscuridad,
y estas fases de iluminación se convierten en señales
temporales externas que el cerebro registra vía la retina,
a través del llamado haz retinohipotalámico.
“Este haz lleva directamente la información
luminosa y temporal al núcleo supraquiasmático, el reloj
biológico; posteriormente, éste se sincroniza con el
ciclo ambiental externo”, explicó Ángeles Castellanos.
Al enviar información temporal a otras
áreas del cerebro, el núcleo dicta la temporalidad a
los órganos vitales (corazón, pulmones, hígado,
páncreas, corteza suprarrenal y estómago), conocidos
también como osciladores periféricos. Así, cualquier
cambio temporal se ve reflejado en ellos.
“Además, existen genes dentro
de las neuronas del núcleo supraquiasmático y de los
osciladores periféricos, llamados ‘genes reloj’,
cuya síntesis es de 24 horas y no se puede acortar. En ellos,
se origina el mecanismo molecular que tiene que acoplarse al nuevo
ciclo al que el viajero acaba de llegar”, indicó el investigador.
Desincronización interna
Si se viaja en avión hacia el este,
a Europa en nuestro caso, se “adelanta” el día
(en ese continente amanece más temprano por la rotación
de la Tierra); es decir, hay un avance en el tiempo externo pero no
en el sistema circadiano, lo que genera la desincronización.
El organismo humano recibe, a través
de los ojos, información de un tiempo que transcurre en el
exterior, pero el reloj endógeno registra seis horas de atraso.
“Entonces, lo que hace la maquinaria
de este reloj es modificar el tiempo para ajustarse a ese día
tan corto, o a esa noche tan corta, según la hora en que se
viaje. En ese momento aparece el desajuste entre el tiempo del ambiente
externo y el reloj interno de los osciladores periféricos”,
apuntó Ángeles Castellanos.
Una de las alteraciones más evidentes
se presenta con el horario de los alimentos. Para muchas personas
que no están acostumbradas a comer de noche, la digestión
se complica porque las enzimas digestivas actúan en horarios
distintos y no están acopladas a los tiempos de otro huso horario.
“Esta desincronización externa
entre el ciclo luz-oscuridad y el reloj da como resultado, a su vez,
una desincronización interna entre el reloj y los osciladores
periféricos, que puede provocar algunos síntomas como
taquicardia debido a la desrregulación del sistema cardiovascular
y sanguíneo, a la densidad plaquetaria y al ritmo del cortisol
y la adrenalina.
“También hay alteraciones digestivas,
constipación, fatiga, insomnio, irritabilidad y confusión.
Incluso, se habla de riesgo de cáncer mamario cuando se padece
jet lag de manera crónica”, afirmó el
investigador.
El alimento, esencial
Se presume que por cada hora de avance en
los desfases de horarios es necesario un día para que se ajuste
el organismo humano alterado.
“Se recomienda usar antifaz para dormir
durante el vuelo y, una vez que se haya llegado al destino final,
hacer ejercicio como una forma de actividad para no sucumbir al sueño.
Debido a que los metabolitos hormonales que más se alteran
son el cortisol y la melatonina, incluso se llegan a prescribir dosis
de cinco miligramos de melatonina días antes de viajar, para
evitar el jet lag”, dijo.
En el Laboratorio de Cronobiología
Clínica y Experimental, los investigadores concluyeron que
la pérdida de sincronización y, sobre todo, la pérdida
de amplitud del ritmo de algunas variables metabólicas mejoran
con el alimento.
“Para el caso específico del
jet lag encontramos un uso terapéutico del alimento, al
que llamamos cronoterapia alimenticia. Tras años de trabajo
pudimos concluir que el alimento es clave para restablecer los ritmos
después de un evento de jet lag, tan es así,
que podemos recomendar el alimento más que ningún fármaco
para evitar este trastorno”.
De acuerdo con el investigador, el alimento
es una señal temporal importante. Si se restringe, las necesidades
energéticas son tan apremiantes que rebasan otro tipo de señales
como la de luz-oscuridad.
“Para el núcleo supraquiasmático
y el hipotálamo, la glucosa es más importante que el
ciclo luz-oscuridad. De este modo, la falta de alimento puede ser,
en un momento dado, una señal definitiva”.
Un método práctico de combatir
el jet lag es ayunar durante el vuelo y ajustar los tiempos
de alimentación con los horarios del destino final.
“El alimento genera cantidad de señales
que van al cerebro, desde glucosa hasta insulina, metabolitos energéticos
y señales hormonales, y son mucho más poderosas para
el cerebro que el ciclo luz-oscuridad. Ahí encontramos la resincronización
después del proceso de jet lag”, aseguró.
Los universitarios han descrito también
otros fenómenos de desincronización característicos
de las grandes ciudades, sobre todo los causados por los trabajos
nocturnos.
Por ejemplo, las privaciones de sueño
cortas, pero constantes, generadas por ciclos de trabajo de 24 por
24 horas (comunes entre médicos y residentes), derivan en fenómenos
muy parecidos al jet lag.
-o0o-