Boletín UNAM-DGCS-017
Ciudad Universitaria
11:00 hrs. 09 de enero de 2011

Carmen Calderón


EN FUNCIONAMIENTO, EL SEMÁFORO DE ALERTA PARA ALERGIAS DE LA RED MEXICANA DE AEROBIOLOGÍA

 

• Se monitorean los granos de polen las 24 horas de todos los días del año, en las delegaciones Coyoacán, Miguel Hidalgo, Iztapalapa y Cuajimalpa, indicó María del Carmen Calderón Ezquerro, del CCA de esta casa de estudios
• En época invernal predominan los granos de fresno (Fraxinus), aliso (Alnus) y de algunos pastos (Poaceae), los tres catalogados como fuente de alta alergenicidad

En los meses fríos, las concentraciones de polen se incrementan en la atmósfera, y las alergias y el número de pacientes tratados se eleva hasta en 200 ó 300 por ciento.

La población que presenta reacciones alérgicas es, en general, entre 12 y 18 por ciento, y aunque en México no existen estudios al respecto, en clínica se observa una coincidencia con ese promedio internacional.

Ante el panorama, la Red Mexicana de Aerobiología (ReMA), coordinada por María del Carmen Calderón Ezquerro, investigadora del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM, ha puesto a disposición de especialistas y de la población una página electrónica y, como parte de ella, un semáforo de alerta polínica.

La experta recordó que la ReMA se creó para monitorear los granos de polen, las 24 horas de todos los días del año, en las delegaciones Coyoacán, Miguel Hidalgo, Iztapalapa y Cuajimalpa, con ayuda de equipos llamados trampa de Hirst, donde, además de capturar partículas inorgánicas, se encuentran las biológicas –que pueden causar alergia respiratoria–, como esporas de hongos y polen, éste último proveniente de árboles, malezas, arbustos y pastos.

La sintomatología alérgica, explicó Guillermo Guidos Fogelbach, médico alergólogo, es “muy dispersa”, pero se centra en vías respiratorias, inferiores y superiores. Lo más frecuente es la rinitis alérgica, es decir, síntomas como estornudos, congestión y prurito nasales.

De hecho, mucha gente sabe que en el invierno se enferma, que le da “gripa”, pero esto no siempre se relaciona con las alergias, refirió el académico de la Escuela Superior de Medicina del IPN y colaborador de la ReMA.

Para la población en general es difícil ver una variable numérica; por eso se hace una escala análoga visual (semáforo) donde el verde indica que los niveles de concentración son bajos; el amarillo, significa moderado; el rojo, alto, y el rojo con un punto negro, muy alto.

Para el paciente, el verde significa síntomas leves o esporádicos; el amarillo representa -en hasta 40 por ciento de los enfermos- síntomas de acuerdo a la alergia nasal o bronquial: cuadros de rinitis o asma; el rojo, molestias en 80 por ciento de las personas sensibles, y el rojo con punto negro, que todas tendrán síntomas.

En la página www.atmosfera.unam.mx/rema, abundó Calderón, se proporcionan los niveles de concentración de granos de polen a lo largo de la semana. También se ofrece una evaluación de la calidad del aire y la que se pronostica.

La universitaria explicó que la presencia de esos granos depende mucho de las condiciones ambientales: clima, temperatura, lluvia, velocidad y dirección del viento. Todo el tempo están presentes, pero las concentraciones varían a lo largo del año.

En los meses fríos, por ejemplo, se incrementan. En esta época invernal predominan los pólenes de fresno (Fraxinus), aliso (Alnus) y de algunos pastos (Poaceae), los tres catalogados como fuente de alta alergenicidad. “Esto no sólo durará varios meses, sino que se incrementará en enero y febrero”, consideró.

La variación también depende de la zona; por ejemplo, en Iztapalapa se pueden registrar concentraciones máximas de 200 gramos de polen por metro cúbico de aire, mientras que en sitios con mucha vegetación pueden ser de mil 500 gramos. “Sin embargo, un paciente no necesita un ‘mínimo’; si es sensible y está expuesto, presentará una respuesta alérgica”.

También, se presentan variaciones a lo largo del día, de acuerdo con la hora y el tipo polínico, acotó. La información en la página se actualiza cada semana y se hace un pronóstico para los siguientes siete días. Pero el proyecto universitario no sólo consiste en monitorear, identificar y cuantificar polen; para el semáforo eso sería suficiente. Va más allá, refirió.

Se sabe que las proteínas de los pólenes son las causantes de alergenicidad y que pueden “salir” de los granos y pegarse, en aerosoles, a pequeñas partículas o gotitas de agua. Debido a eso, puede ocurrir que en la atmósfera no se encuentre algún tipo polínico que cause alergia, pero la gente sensible sigue afectada, porque esas proteínas se quedan en el aire.

Toda la información de ReMA, que forma parte de un proyecto conjunto entre el CCA, el Centro Virtual de Cambio Climático, Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT, UNAM), Instituto de Ciencia y Tecnología del Distrito Federal y el Programa de Estaciones Meteorológicas de Bachillerato Universitario, es valiosa, tanto para médicos y especialistas como los alergólogos, como para sus pacientes.

De igual forma, se colabora con el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias, y el Instituto de Oftalmología Conde de Valenciana, con lo que se han podido analizar los expedientes de más de 500 pacientes que presentan rinitis, asma y otros problemas respiratorios, y de gente que padece conjuntivitis alérgica, males causados en muchas ocasiones por exposición a pólenes.

De esa información, se conoce que las personas de 40 años o menos reaccionan más a los pólenes que los mayores, y que los chicos de entre cinco y 15 años constituyen una población especialmente sensible.

Finalmente, Calderón informó que en 2011 grupos de Sonora, Estado de México y Nuevo León, entre otros, se unirán a la Red. El objetivo es que cuando se abra la página de la ReMA, se pueda tener acceso a información de toda la República y ver la descripción de los tipos polínicos presentes, los niveles de alergenicidad y los de concentraciones. Además, a partir de este año dará inicio la alerta por esporas de hongos.

 

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Fotos

Carmen Calderón Ezquerro, investigadora del Centro de Ciencias de la Atmósfera y coordinadora de la ReMA.