Boletín UNAM-DGCS-010
Ciudad Universitaria
06:00 hrs. 05 de enero de 2011

Selva Lucía Rivas Arancibia


CREAN MÉTODO PARA DIAGNÓSTICO TEMPRANO DE LA ENFERMEDAD DE PARKINSON

 

• Es una prueba en sangre basada en la detección de metabolitos de dopamina oxidada en el plasma de pacientes; permitiría un pronóstico acertado años antes de que se presenten los síntomas
• Selva Lucía Rivas Arancibia, de la FM de la UNAM, dijo que los factores de riesgo más importantes son el ambiente oxidante y la edad, y debido al envejecimiento progresivo de la población, su incidencia aumentará en los próximos años
• La primera parte de la investigación, correspondiente a las pruebas en animales, fue dada a conocer en la revista Toxicological Letters

La enfermedad de Parkinson, el segundo trastorno neurológico crónico más común en México –sólo después del Alzheimer– no tiene cura; hasta ahora, las terapias se enfocan a retardar el proceso neurodegenerativo. De ahí, la relevancia de un diagnóstico temprano.

Hasta ahora, la determinación de la enfermedad es clínica (basada en signos como temblores, lentitud o pérdida de control de los movimientos musculares voluntarios); empero, 24 de cada 100 pacientes diagnosticados no tienen ese padecimiento y reciben el tratamiento equivocado hasta su muerte.

Ante ello, Selva Lucía Rivas Arancibia de la Facultad de Medicina (FM); Martha Aguilar Martínez, de la Facultad de Química (FQ), y sus colaboradores, crearon un método de detección temprana, que consiste en una prueba de sangre, basada en la localización de un marcador bioquímico, en este caso, metabolitos de dopamina oxidada (también denominados quinonas de dopamina).

El examen permitiría un diagnóstico acertado, años antes de presentarse los síntomas, y cuando la persona aún puede hacerse cargo de sí misma.

La innovación patentada por la UNAM ha sido posible con el financiamiento de la Dirección General de Asuntos del Personal Académico de esta casa de estudios. La primera parte de la investigación, correspondiente a las pruebas en animales, fue dada a conocer en la prestigiada revista Toxicological Letters.

La científica refirió que en México la prevalencia es de 200 a 400 casos por cada 100 mil habitantes, y aunque el porcentaje no es muy alto, se trata de una enfermedad catastrófica para el paciente, que poco a poco, explica la presentación de alteraciones motoras, y pérdida de memoria y de la capacidad de valerse por sí mismo. En Estados Unidos, se calcula que el costo anual excede los siete mil millones de dólares.

El factor de riesgo más importante es la edad; por ello, y debido al envejecimiento progresivo de la población, su incidencia aumentará en los próximos años. Además, aclaró la experta, tiende a aparecer en épocas más tempranas de la vida, incluso desde los 40 años.

Detección tardía

En el momento en que se determina su existencia, 70 u 80 por ciento de las neuronas de la sustancia negra del cerebro ya han muerto; “el paciente recién comienza a presentar síntomas motores”.

El proceso es largo; pudo empezar ocho ó 10 años atrás, “pero no nos damos cuenta porque las propias neuronas dopaminérgicas cerebrales suplen la función de las neuronas dañadas o muertas. Con un diagnóstico temprano se podría proteger a muchas de ellas”.

Una de las hipótesis de nuestro laboratorio, dijo Rivas, es que el estrés oxidativo durante el desarrollo de la enfermedad lleva a la muerte celular y juega un papel importante para que los síntomas se presenten en etapas más tempranas.

Aunque el mal de Parkinson no es curable, con una detección oportuna se podría impedir que el proceso neurodegenerativo multifactorial (de tipo genético, toxicológico, ambiental), avance.

La dopamina, explicó, es un neurotransmisor o sustancia cerebral que tiene un metabolismo oxidativo; en una persona sana existe un equilibrio de óxido-reducción, conservado por los sistemas antioxidantes, pero cuando se pierde ese balance, comienza un estado de estrés oxidativo y, en consecuencia, el daño y la muerte neuronal.

Cuando la pérdida del equilibrio redox (equilibrio químico que se da en una reacción de reducción-oxidación) es crónica, en esta estructura cerebral (sustancia negra), se produce mayor cantidad de dopamina oxidada y fallan los mecanismos por los que era metabolizada; entonces, estos metabolitos oxidados siguen otra vía bioquímica y se transforma en quinonas, abundó la experta.

Asociado con el estado de estrés oxidativo se encuentra presente un proceso inflamatorio, que colabora aún más en la destrucción celular y provoca que la barrera hematoencefálica pierda su capacidad selectiva, pues permite que la dopamina oxidada pase del cerebro a la circulación sanguínea. De ese modo, pueden ser detectados sus metabolitos en plasma. “Antes de que el paciente presente la sintomatología, ya habría quinonas en circulación”.

Así lo determinaron Rivas Arancibia, Marta Aguilar Martínez, su colaborador José Antonio Bautista Martínez, y Alfonso Darío Santiago López, estudiante de doctorado.


Para llegar a esa conclusión, utilizaron un modelo experimental que consistió en exponer a ratas a bajas dosis de un contaminante ambiental como el ozono. “Provocamos estrés oxidativo que por sí mismo es capaz de causar neurodegeneración y alterar el metabolismo de la dopamina, llevándola a formar quinonas en la sustancia negra, para luego medirlo en la circulación”.

Pruebas en humanos

El equipo quiso saber si lo mismo ocurría en pacientes con Parkinson, Alzheimer y Huntington del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía Manuel Velasco Gómez, de quienes obtuvieron muestras de sangre; pero “sólo detectamos metabolitos de dopamina oxidada en los enfermos de Parkinson”.

Además, se vio que mientras más avanzada es la neurodegeneración en la sustancia negra, mayor es el nivel de quinonas o metabolitos de dopamina oxidada que circulan. Eso significa que el método podría ser útil para determinar en que fase se encuentran los pacientes, aunque “se requieren estudios en una población mayor, para lo cual se establecerá colaboración con instituciones de salud”.

Ese planteamiento llevó al equipo a considerar que se puede hacer un diagnóstico temprano de la enfermedad, y a crear una prueba que aplicable a personas entre 40 y 50 años para que, de ser necesario, tomen medidas preventivas, como una dieta rica en antioxidantes, no exponerse a ambientes oxidantes (contaminados) ni a estrés.

Junto con pruebas clínicas y psicológicas se tendría un parámetro bioquímico cuantificable para evaluar tratamientos en enfermos ya diagnosticados.

Selva Rivas ya trabaja en el desarrollo de un kit de bajo costo, que pueda ser aplicable en hospitales, e incluso, en consultorios. “Pensamos que el método es prometedor”, finalizó.

 

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Fotos

Selva Lucía Rivas Arancibia, de la FM, trabaja en el desarrollo de un kit de detección temprana del mal de Parkinson, de bajo costo y que pueda ser aplicable en hospitales y consultorios.