Boletín UNAM-DGCS-009
Ciudad Universitaria
06:00 hrs. 05 de enero de 2011

Norma Araceli Bobadilla Sandoval


DESARROLLAN EN LA UNAM, MÉTODO NO INVASIVO PARA DETECTAR INSUFICIENCIA RENAL AGUDA

 

• Localiza el daño en forma temprana y permite dar tratamiento oportuno, señaló Norma Araceli Bobadilla Sandoval, del Instituto de Investigaciones Biomédicas
• Se basa en la expresión de proteínas “inteligentes” llamadas Hsp72, que se “manifiestan” en procesos de estrés
• La incidencia de la lesión renal aguda puede alcanzar hasta 40 por ciento en pacientes en terapia intensiva, y entre 20 y 30 por ciento de quienes sobreviven a un daño renal agudo pueden desarrollar a largo plazo una lesión crónica terminal

Científicos de la Unidad Periférica del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBm), en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y de la Nutrición Salvador Zubirán (INNSZ), encabezados por Norma Araceli Bobadilla Sandoval, desarrollaron un método de diagnóstico urinario no invasivo, confiable y de fácil realización, para detectar insuficiencia renal aguda de manera oportuna.

Este método contribuye a solucionar el problema en clínica, de no intervenir oportunamente al paciente con una terapia efectiva. Se basa en la expresión de proteínas “inteligentes” llamadas Hsp72, que se “manifiestan” en procesos de estrés, y que durante una isquemia (sufrimiento celular causado por la disminución transitoria o permanente del riego sanguíneo) o hipoxia (cuando el organismo se ve privado de un suministro adecuado de oxígeno) se sobre expresan.

“Se me ocurrió que probablemente esta proteína se podría detectar en la orina, y que podría ser capaz de decirnos, en forma temprana, si se daña el tejido renal”, añadió la científica universitaria.

La insuficiencia renal aguda es un síndrome que se desarrolla por una caída transitoria del flujo sanguíneo renal, lo que deriva en daño al tejido. Ese podría ser el caso de pacientes en terapia intensiva o personas que pierden grandes cantidades de sangre, circunstancia que produce una disminución en el suministro del fluido al riñón, y deteriora su función y estructura.

Asimismo, en pacientes que reciben trasplantes de ese órgano, sobre todo de donador cadavérico, porque pueden pasar hasta 24 horas antes del procedimiento, o también en quienes son sometidos a cirugías cardiovasculares.

La incidencia de lesión renal aguda ha permanecido constante desde hace décadas porque no se contaba con métodos de detección temprana.

Hasta ahora, añadió Norma Bobadilla, se usaba la creatinina, que se eleva en el organismo 48 horas después de la lesión del riñón, cuando cualquier maniobra ya no es tan eficiente para prevenir el menoscabo. Además, entre 20 y 30 por ciento de los pacientes que sobreviven a un daño renal agudo, a largo plazo pueden desarrollar lesión renal crónica terminal, cuando esos órganos dejan de funcionar. De ahí la necesidad de encontrar marcadores tempranos y hacer una intervención farmacológica oportuna.

Un biomarcador, explicó, es una molécula que se produce de manera endógena (en el organismo) y se puede medir en sangre, saliva y orina. En este caso, Hsp72 no es invasivo y es detectable en la orina.

Es una proteína de “choque térmico”, una familia que ayuda al buen mantenimiento de los procesos celulares, y en el caso de Hsp72, su expresión se induce para prevenir el daño por estrés en el momento en que ciertas condiciones ponen en riesgo la viabilidad celular.


La universitaria y su equipo sometieron a animales de experimentación a diferentes tiempos de isquemia, desde periodos de 10 minutos (daño leve), 20 ó 30 minutos (moderado), y 45 ó 60 minutos (daño severo). “Queríamos ver si las proteínas de choque térmico se expresaban desde una lesión ligera, hasta muy severa, y si la cantidad de proteína encontrada en el riñón con deterioro inducido era proporcional, y así ocurrió”.

Luego, se detectó en orina y se encontró lo mismo; entre mayor era el deterioro, más la cantidad de proteína localizada. “Vimos que era un buen biomarcador para determinar el daño renal producido por la lesión renal aguda”. El siguiente paso era saber si Hsp72 podía diagnosticar el menoscabo de forma temprana.

Los animales fueron sometidos a un periodo de isquemia de 30 minutos, y sacrificados a las 3, 6, 9, 12, 18, 24, 72, 96 y 120 horas. Los científicos hallaron que desde las tres horas se podía detectar la proteína, y que su pico máximo se encontraba a las 18 horas, tiempo en que se alcanza el mayor daño y el riñón empieza a recuperarse. Eso se correlacionó con pruebas histológicas con éxito. “Ya teníamos biomarcador sensible, temprano y capaz de distinguir diferentes periodos de daño”.

La siguiente pregunta era si Hsp72 podía monitorear la eficiencia de una intervención renoprotectora. Una vez más, así ocurrió. En la orina de los animales “pretratados” con esironolactona (fármaco que, demostró previamente el grupo de Bobadilla, previene el daño por isquemia/reperfusión) el biomarcador prácticamente no se detectó, a diferencia de los que no recibieron tratamiento.

Luego, se comprobó que conforme disminuye la dosis del fármaco se reduce la defensa, y Hsp72 se encuentra en mayor cantidad. Eso indica que la molécula también es sensible para detectar diferentes grados de maniobras renoprotectoras.

La siguiente fase fue determinar si funciona en humanos. Se hicieron las pruebas en 20 pacientes de terapia intensiva; en los que no tenían lesión renal aguda la proteína era ausente, mientras que en los diagnosticados con daño, había un incremento importante. “Un aspecto extraordinario fue la observación preliminar en tres enfermos de hasta 10 veces más cantidad de Hsp72, dos de ellos fallecieron. Eso podría significar que es, asimismo, un factor de pronóstico de muerte; para estar seguros necesitamos incluir a muchos más pacientes”, indicó.

La investigación es prometedora, y la invención de Bobadilla Sandoval está en etapa de validación y en proceso de patente.

Se buscarán socios comerciales interesados en crear un estuche comercial, útil para la clínica y de bajo costo, pues el precio de otros biomarcadores en el mercado es de hasta 25 mil pesos, sólo para 100 muestras, y sin las ventajas de Hsp72.

“Es necesario hacer una detección más rápida, y monitorear diario a los pacientes en terapia intensiva para que, en el momento en que sea positivo el biomarcador, empiece el tratamiento. Los beneficios serían importantes desde el punto de vista no sólo de morbi y mortalidad en terapia intensiva, sino a futuro, para evitar la lesión renal crónica terminal”, indicó.

El proyecto, financiado por el Conacyt y el Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica de la UNAM, es parte del trabajo doctoral de Jonathan Barrera, finalizó.

 

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Fotos

El método de los científicos universitarios, encabezados por Norma Araceli Bobadilla Sandoval, contribuye a solucionar el problema en clínica, de no intervenir oportunamente al paciente con una terapia efectiva