• Localiza el daño en
forma temprana y permite dar tratamiento oportuno, señaló
Norma Araceli Bobadilla Sandoval, del Instituto de Investigaciones
Biomédicas
• Se basa en la expresión de proteínas “inteligentes”
llamadas Hsp72, que se “manifiestan” en procesos de
estrés
• La incidencia de la lesión renal aguda puede alcanzar
hasta 40 por ciento en pacientes en terapia intensiva, y entre 20
y 30 por ciento de quienes sobreviven a un daño renal agudo
pueden desarrollar a largo plazo una lesión crónica
terminal
Científicos de la Unidad Periférica
del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBm), en el Instituto
Nacional de Ciencias Médicas y de la Nutrición Salvador
Zubirán (INNSZ), encabezados por Norma Araceli Bobadilla
Sandoval, desarrollaron un método de diagnóstico urinario
no invasivo, confiable y de fácil realización, para
detectar insuficiencia renal aguda de manera oportuna.
Este método contribuye a solucionar
el problema en clínica, de no intervenir oportunamente al paciente
con una terapia efectiva. Se basa en la expresión de proteínas
“inteligentes” llamadas Hsp72, que se “manifiestan”
en procesos de estrés, y que durante una isquemia (sufrimiento
celular causado por la disminución transitoria o permanente
del riego sanguíneo) o hipoxia (cuando el organismo se ve privado
de un suministro adecuado de oxígeno) se sobre expresan.
“Se me ocurrió que probablemente
esta proteína se podría detectar en la orina, y que
podría ser capaz de decirnos, en forma temprana, si se daña
el tejido renal”, añadió la científica
universitaria.
La insuficiencia renal aguda es un síndrome
que se desarrolla por una caída transitoria del flujo sanguíneo
renal, lo que deriva en daño al tejido. Ese podría ser
el caso de pacientes en terapia intensiva o personas que pierden grandes
cantidades de sangre, circunstancia que produce una disminución
en el suministro del fluido al riñón, y deteriora su
función y estructura.
Asimismo, en pacientes que reciben trasplantes
de ese órgano, sobre todo de donador cadavérico, porque
pueden pasar hasta 24 horas antes del procedimiento, o también
en quienes son sometidos a cirugías cardiovasculares.
La incidencia de lesión renal aguda
ha permanecido constante desde hace décadas porque no se contaba
con métodos de detección temprana.
Hasta ahora, añadió Norma Bobadilla,
se usaba la creatinina, que se eleva en el organismo 48 horas después
de la lesión del riñón, cuando cualquier maniobra
ya no es tan eficiente para prevenir el menoscabo. Además,
entre 20 y 30 por ciento de los pacientes que sobreviven a un daño
renal agudo, a largo plazo pueden desarrollar lesión renal
crónica terminal, cuando esos órganos dejan de funcionar.
De ahí la necesidad de encontrar marcadores tempranos y hacer
una intervención farmacológica oportuna.
Un biomarcador, explicó, es una molécula
que se produce de manera endógena (en el organismo) y se puede
medir en sangre, saliva y orina. En este caso, Hsp72 no es invasivo
y es detectable en la orina.
Es una proteína de “choque térmico”,
una familia que ayuda al buen mantenimiento de los procesos celulares,
y en el caso de Hsp72, su expresión se induce para prevenir
el daño por estrés en el momento en que ciertas condiciones
ponen en riesgo la viabilidad celular.
La universitaria y su equipo sometieron a animales de experimentación
a diferentes tiempos de isquemia, desde periodos de 10 minutos (daño
leve), 20 ó 30 minutos (moderado), y 45 ó 60 minutos
(daño severo). “Queríamos ver si las proteínas
de choque térmico se expresaban desde una lesión ligera,
hasta muy severa, y si la cantidad de proteína encontrada en
el riñón con deterioro inducido era proporcional, y
así ocurrió”.
Luego, se detectó en orina y se encontró
lo mismo; entre mayor era el deterioro, más la cantidad de
proteína localizada. “Vimos que era un buen biomarcador
para determinar el daño renal producido por la lesión
renal aguda”. El siguiente paso era saber si Hsp72 podía
diagnosticar el menoscabo de forma temprana.
Los animales fueron sometidos a un periodo
de isquemia de 30 minutos, y sacrificados a las 3, 6, 9, 12, 18, 24,
72, 96 y 120 horas. Los científicos hallaron que desde las
tres horas se podía detectar la proteína, y que su pico
máximo se encontraba a las 18 horas, tiempo en que se alcanza
el mayor daño y el riñón empieza a recuperarse.
Eso se correlacionó con pruebas histológicas con éxito.
“Ya teníamos biomarcador sensible, temprano y capaz de
distinguir diferentes periodos de daño”.
La siguiente pregunta era si Hsp72 podía
monitorear la eficiencia de una intervención renoprotectora.
Una vez más, así ocurrió. En la orina de los
animales “pretratados” con esironolactona (fármaco
que, demostró previamente el grupo de Bobadilla, previene el
daño por isquemia/reperfusión) el biomarcador prácticamente
no se detectó, a diferencia de los que no recibieron tratamiento.
Luego, se comprobó que conforme disminuye
la dosis del fármaco se reduce la defensa, y Hsp72 se encuentra
en mayor cantidad. Eso indica que la molécula también
es sensible para detectar diferentes grados de maniobras renoprotectoras.
La siguiente fase fue determinar si funciona
en humanos. Se hicieron las pruebas en 20 pacientes de terapia intensiva;
en los que no tenían lesión renal aguda la proteína
era ausente, mientras que en los diagnosticados con daño, había
un incremento importante. “Un aspecto extraordinario fue la
observación preliminar en tres enfermos de hasta 10 veces más
cantidad de Hsp72, dos de ellos fallecieron. Eso podría significar
que es, asimismo, un factor de pronóstico de muerte; para estar
seguros necesitamos incluir a muchos más pacientes”,
indicó.
La investigación es prometedora, y
la invención de Bobadilla Sandoval está en etapa de
validación y en proceso de patente.
Se buscarán socios comerciales interesados
en crear un estuche comercial, útil para la clínica
y de bajo costo, pues el precio de otros biomarcadores en el mercado
es de hasta 25 mil pesos, sólo para 100 muestras, y sin las
ventajas de Hsp72.
“Es necesario hacer una detección
más rápida, y monitorear diario a los pacientes en terapia
intensiva para que, en el momento en que sea positivo el biomarcador,
empiece el tratamiento. Los beneficios serían importantes desde
el punto de vista no sólo de morbi y mortalidad en terapia
intensiva, sino a futuro, para evitar la lesión renal crónica
terminal”, indicó.
El proyecto, financiado por el Conacyt y
el Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación
Tecnológica de la UNAM, es parte del trabajo doctoral de Jonathan
Barrera, finalizó.
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