• Existe un desequilibrio importante
entre nuestro país y la Unión Europea, dijo Ximena
Alcalá Cortés, académica de la FES Acatlán
de la UNAM
En los últimos años, las diferencias
entre la estructura normativa de México y la Unión Europea
(UE) han limitado la colocación de productos nacionales en
aquella región, lo que ha provocado que nuestro país
exporte al viejo mundo apenas una tercera parte de lo que importa,
advirtió Ximena Alcalá Cortés, académica
de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán de la UNAM.
De acuerdo con el Banco de México
y Eurostat (oficina europea de estadística), en 2007, las exportaciones
de productos mexicanos a la UE sumaron 14 mil millones de dólares,
mientras que las importaciones totalizaron 34 mil millones de dólares.
La especialista reconoció que existe
un desequilibrio comercial entre ambas partes, por lo que se buscan
alternativas para hacer más equitativo el intercambio, porque
a ningún país le conviene un déficit tan marcado.
México importa más de lo que exporta
A 10 años de la entrada en vigor del
Tratado de Libre Comercio Unión Europea-México (TLCUEM),
las normas oficiales del país han observado cierto rezago comparadas
con las internacionales, acotó la también integrante
del Departamento de Proyección Empresarial e Intercambio y
Colaboración Institucional de la FES.
Cifras oficiales revelan que, mientras en
1999 el comercio bilateral registró 18.4 mil millones de dólares,
para 2007 rebasó los 48 mil millones de dólares, lo
que representó un crecimiento de 162 por ciento.
De ese intercambio, las exportaciones mexicanas
en 1999 fueron de 5.2 mil millones de dólares, y para 2007,
de 14 mil millones de dólares, lo que significa un crecimiento
nacional de casi 174 por ciento; no obstante, las importaciones mexicanas
sumaron 34 mil millones de dólares en este último año.
El sector farmacéutico, en desventaja
Junto con un equipo multidisciplinario de
Acatlán, Alcalá Cortés analizó la situación
de los tratados comerciales con el viejo mundo, así como los
beneficios y detrimentos para siete industrias: productos metálicos,
maquinaria y equipo, automotriz, farmacéutica, electrónica,
sector eléctrico, y muebles.
El rubro más afectado en la relación
comercial es el farmacéutico. México, por ser un país
maquilador, tiene desventajas en el desarrollo de patentes, investigación
para la búsqueda de nuevos productos o materiales, y maquinaria
innovadora para producir. Por lo general, lo que se comercializa aquí
son medicamentos maquilados de patentes extranjeras vigentes o vencidas,
con escasos desarrollos locales.
Otro campo en el que la nación es
maquiladora, es el electrónico. “Al territorio llegan
prototipos, diseños y los armamos; en el que sí somos
fuertes, es en el eléctrico, porque se cuenta con una importante
infraestructura”, señaló.
“México es un importante jugador
en el desarrollo y producción de electrodomésticos a
nivel mundial, y es el único rubro industrial en el que participa
para el desarrollo de normas de alcance internacional”, abundó.
Las normas
En el ámbito internacional, se pretende
actualizar las normas de manera continua, para mejorar la competitividad
en cada industria, porque cada vez son más específicas
y cuentan con tecnología avanzada. Sin embargo, los procesos
de renovación, sobre todo en el aspecto jurídico, son
complejos y tardados.
Las empresas y/o naciones que participan
en el proceso de normalización dictan las reglas a las que
los demás habrán de sujetarse, que pueden ser un detonador
o una barrera de acceso a nuevos mercados.
La idea de los tratados, prosiguió,
es dejar cierto tiempo para que los países actualicen sus pautas,
pero muchas veces no sucede como se tenía planeado. Le ocurrió
a México con el Tratado de Libre Comercio de América
del Norte, y en el caso del TLCUEM, el resultado ha sido costoso.
Las investigaciones de los universitarios
han revelado que una de las dificultades para ingresar a Europa es
la distancia; se piensa que es más fácil acceder a Estados
Unidos por la cercanía, lo que afecta, en especial, a las pequeñas
y medianas industrias.
Otra barrera es el idioma. No es lo mismo
comerciar con el vecino del norte –donde se habla inglés
o hay un porcentaje considerable de población hispana–
que con la Unión Europea; además, aunque hay normas
generales, cada nación contempla cuestiones distintas, incluso
tienen normatividades específicas. Un ejemplo simple puede
ser la diferencia de voltaje, referente al sector eléctrico,
indicó.
Un problema más reside en la creación
de normas adecuadas en México que llevaría tiempo, porque
generalmente no hay disponibilidad para financiar los trabajos de
gente preparada para integrar comités técnicos de desarrollo.
Ante la situación, la universitaria
propuso invitar a especialistas e investigadores para que participen
en esas comisiones, y al gobierno y a empresas a apoyarlos con becas
para que colaboren en comités internacionales, a fin de propiciar
mayor competitividad en las industrias.
Las normas europeas marcan la pauta en el
mundo, tienen incidencia en organismos de normalización internacional,
como el ISO. Si una nación puede exportar a la UE, no tendrá
problemas para hacerlo a la mayor parte de los territorios, concluyó.
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