• Se trata del Banco de Semillas
de Zonas Áridas y Semiáridas del país
• Cuenta con una colección de dos mil 156 muestras,
más de mil 500 especies y 130 familias botánicas,
colectadas en 22 estados de la República
• Conserva alrededor del 10 por ciento de la flora nacional,
y cerca del 30 por ciento de la perteneciente a zonas áridas,
informó Isela Rodríguez Arévalo, coordinadora
de ese espacio
Ante la situación de peligro en que
se encuentran miles de especies de plantas en territorio nacional,
especialistas de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala
de la UNAM, crearon el Banco de Semillas de Zonas Áridas y
Semiáridas de México.
Se trata del único reservorio en el
país donde se guardan y conservan las semillas de especies
silvestres en peligro de desaparecer; es decir, raras, de distribución
local o muy restringida, o las que por alteración de su hábitat
o sobreexplotación, están en situación de riesgo.
Isela Rodríguez Arévalo, coordinadora
del banco y académica de la UNAM, reconoció que este
espacio es de fundamental importancia para la nación, pues
a diferencia de los poco más de 20 que hay en México,
es el único que conserva especies silvestres de flora nativa.
En la actualidad, entre 60 y 70 por ciento
del territorio nacional es de zonas áridas y semiáridas,
pero con el proceso de desertificación, esta área va
en aumento, sobre todo por la explotación de los recursos,
el crecimiento de las manchas urbanas y el calentamiento global.
Luego de ocho años de funcionar, con
el apoyo de los Reales Jardines Botánicos de Kew, Gran Bretaña,
y de la Comisión Nacional para el Conocimiento y uso de la
Biodiversidad (Conabio), el banco ha conjuntado una colección
de dos mil 156 accesiones (muestras de semillas o plantas), que representan
más de mil 500 especies de 130 familias botánicas diferentes.
Si se considera que México cuenta
con unas 25 mil especies de plantas en general, este banco conserva
cerca del 10 por ciento de la flora nacional. Sin embargo, si sólo
se toman en cuenta las que pertenecen a las zonas áridas, alberga
entre 30 y 35 por ciento. “El esfuerzo todavía es pequeño,
ha sido de muchos años, pero falta mucho por colectar”,
apuntó.
Hasta el momento, se han colectado semillas
de 22 entidades, desde el centro hasta la parte más norte.
Además, cada mes este espacio se incrementa con alrededor de
60 ó 70 colecciones más, dijo la bióloga universitaria.
El banco se ha acotado de manera exclusiva
a zonas áridas y semiáridas, porque son las que concentran
al sector poblacional más pobre del país. Los recursos
con que cuentan a veces son utilizados para alimentación, construcción
de viviendas u otras necesidades fundamentales, con una consecuente
sobreexplotación de los recursos. Además, el pastoreo
es una actividad muy frecuente, lo que altera la vegetación
natural.
En contrapartida, abundó, son zonas
de un rico endemismo y un alto porcentaje de las plantas de estas
regiones producen semillas que se conocen como ortodoxas, es decir,
se pueden conservar bajo niveles de congelación elevados, a
menos 20 grados centígrados y con una humedad muy baja. Ello
las hace un material más fácil de preservar.
En particular, explicó, las asteráceas (asteraceae)
son un grupo importante, bien representado en esta colección;
“alrededor del 40 por ciento de lo que tenemos son especies
de esa familia, con cerca de 800 colecciones”.
El nuestro es un país rico en flora
de zonas áridas y semiáridas, y ante la desaparición
acelerada de especies por sobreexplotación, o porque el hábitat
es alterado, no hay otra manera de resguardarlas que mediante
la conservación ex situ, a través de un banco
de semillas, apuntó.
Por lo general, prosiguió, los bancos
conservan especies que tienen que ver con la alimentación,
como maíz, trigo, arroz y frijol, porque es un aspecto de primordial
importancia para la humanidad, pero el planeta pierde plantas que
no tienen ese tipo de uso, “pero que pueden tenerlo o son parientes
silvestres de aquellas económicamente importantes, y ni siquiera
nos damos cuenta”.
Se trata de “la salvación para
todas esas especies que no necesariamente son de utilidad alimenticia
para el ser humano, pero sí tienen importancia biológica.
Cumplen una función, hacen un trabajo y gracias a ellas hay
microambientes especiales, donde otros organismos se pueden desarrollar;
además, de muchas de ellas se obtienen múltiples productos”.
Su importancia reside en que preserva especies
nativas que no son comerciales, pero que en el futuro pueden ser la
solución a diversos problemas que, seguramente, se presentarán,
porque el medio ambiente se destruye a pasos agigantados.
“Quisiéramos conservar al país,
cerrar las fronteras en las zonas que se deben proteger. Sería
maravilloso que hubiera reservas para que las especies crecieran en
su hábitat y para que pudieran estar ahí sin ser alteradas,
pero eso no es posible por las condiciones económicas y ambientales”,
recalcó.
“Si no es posible decretar que la mitad
o dos terceras partes del país sean reserva, la mejor alternativa
es que en un espacio pequeño, en refrigeradores especiales,
conservemos gran cantidad de la flora nativa”, indicó.
Con los jardines británicos
Rodríguez Arévalo explicó
que la idea del banco surgió conjuntamente con los Reales Jardines
Botánicos de Kew, que realizan el proyecto del banco de semillas
del milenio, para conservar no sólo la flora de Inglaterra,
o la local de algún país, sino la mundial.
El Banco de Semillas de Zonas Áridas
y Semiáridas de México se creó en 2002 y, un
año después, la secretaría de Medio Ambiente
y Recursos Naturales lo registró como una de las colecciones
científicas; con ello, se pueden realizar intercambios con
otros espacios similares, “si el enfoque de la investigación
para la que nos piden material sea la conservación”.
Su funcionamiento
Para llevar a cabo el trabajo, éste
inicia con los colectores de semillas, que van al campo una vez al
mes y hacen su colecta de acuerdo con un protocolo. Se buscan poblaciones
que tengan un buen número de individuos, con semillas de buena
calidad.
Se limpia el material, se hacen pruebas de
calidad, se deshidratan en un cuarto especial con temperatura y humedad
controladas y, posteriormente, se les puede conservar a menos 20 grados
centígrados. “Las muestras en buen estado pueden durar
cientos de años”, comentó.
Se siguen los mismos protocolos de conservación
y procesamiento que se llevan a cabo en los del extranjero; por ello,
está reconocido como colección científica.
Además, debido a los convenios firmados
con los Reales Jardines Botánicos de Kew, mes con mes, se hace
la colecta y si el número de semillas es abundante, se divide
en dos partes, una se conserva en la FES Iztacala y la otra se envía
al Banco del Milenio. “De las dos mil 156 accesiones que tenemos
hasta este momento, en Kew está respaldada entre el 80 y 85
por ciento de la colección”, concluyó.
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