• El Laboratorio de Farmacognosia
de la FES Iztacala cuenta con un listado de 46 especies con propiedades
curativas
• Alivian enfermedades de origen microbiano como diarreas,
infecciones del tracto respiratorio, del oído y ojos, dijo
Margarita Canales, coordinadora del proyecto
Ante los elevados niveles de marginación
de la población y la gran variedad de flora endémica
del Valle de Tehuacán-Cuicatlán, en Puebla, académicos
de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala de la UNAM trabajan
en el estudio de diversas plantas medicinales con potencial para aliviar
enfermedades como diarreas, e infecciones del tracto respiratorio,
sistema genitourinario, de la piel y ojos.
María Margarita Canales Martínez,
una de las coordinadoras del Laboratorio de Farmacognosia de esa entidad
universitaria, explicó que, hasta el momento, cuentan con un
listado de 46 especies con potenciales propiedades curativas, de las
que no han estudiado ni siquiera el 10 por ciento, porque cada vez,
surgen otros aspectos de cada especie, importantes de valorar.
Luego de un trabajo previo con la comunidad
de San Rafael Coxcatlán, explicó, se obtuvo una la lista
de plantas medicinales que poseían la mayor actividad. Actualmente,
se analizan aquellas que alivian enfermedades de posible origen microbiano,
como las diarreas y las infecciones del tracto respiratorio, del sistema
genitourinario, piel y ojos.
Éstas pueden ser ocasionadas por bacterias,
hongos o protozoarios, así como por algunos gusanos, subrayó
la bióloga universitaria.
El trabajo en laboratorio consiste en obtener
los extractos de las plantas, que se someten a un análisis
frente a cepas 100 por ciento patógenas para el humano y los
animales, tanto de bacterias, como de hongos. Se aíslan y purifican
los principios activos, y de acuerdo con diferentes estudios de espectrometría
y espectroscopía, se establece su fórmula química.
Posteriormente, se prueban esos compuestos, ya puros, frente a los
microorganismos.
Hasta el momento, prosiguió, se ha
encontrado que las especies medicinales que obtuvieron el mayor valor
en el índice de consenso entre los pobladores de San Rafael,
es decir, que las conocen y usan para aliviar la misma enfermedad,
son las que en estudios realizados en el laboratorio han mostrado
mayor actividad antimicrobiana.
En la actualidad, gran parte de las esencias
que se utilizan para el sector farmacéutico se importan, pero
en México, se podrían obtener por la riqueza florística
que posee y, además, exportarlas.
Especies potenciales
Una de las especies que los universitarios
han estudiado a fondo es la sangre de grado (Jatropha neopauciflora),
planta con propiedades curativas que registra una importante actividad
sobre bacterias y hongos. Además, ha mostrado una toxicidad
elevada, y podría ser utilizada para hacer pruebas contra el
cáncer.
Esta planta, endémica del valle de
Tehuacán-Cuicatlán, ha sido utilizada desde tiempos
ancestrales por comunidades aledañas, que la han empleado para
aliviar diversos padecimientos; análisis demuestran que inhibe
el crecimiento de varias especies de bacterias y hongos, como los
causantes del pie de atleta.
“De hecho, hace unas semanas, en el
XVL Congreso Mexicano de Química, y XXIX Congreso Nacional
de Educación Química, Ana Bertha Hernández Hernández,
estudiante que labora en este laboratorio, obtuvo mención honorífica
en el concurso de tesis de licenciatura por los resultados alcanzados
con esa especie”, relató.
Otra de las especies con posibilidades es
el pochote (Ceiba aesculifolia subsp. parvifolia), un árbol
con excelentes propiedades medicinales que se utiliza de la raíz
a la copa. La raíz se puede consumir a manera de jícama,
y la corteza, tiene propiedades para aliviar enfermedades del riñón,
del tracto digestivo, o para curar heridas que no sanan por estar
infectadas. Se probó que inhibe el crecimiento de bacterias
y hongos causantes de infecciones en la piel.
Además, produce frutos de entre 12
y 15 centímetros de largo, que contienen una fibra y gran cantidad
de semillas nutritivas y de buen sabor. Antes, la gente de la región
utilizaba la fibra de pochote en lugar de algodón para cubrir
heridas; según ensayos preliminares, esa fibra tiene compuestos
que inhiben el crecimiento de bacterias que infectan lesiones.
En el laboratorio también se estudia
el popote (Gymnosperma glutinosum), una especie de la familia
Asteraceae, que también inhibe la proliferación de microorganismos,
incluso amibas, al provocar la disrupción de su membrana y,
en consecuencia, su muerte.
Otra especie es la rosa de castilla (Rosa
centifolia), que si bien es una planta introducida, es muy usada
en la comunidad de San Rafael para aliviar problemas de acné
y de infecciones en el aparato reproductivo femenino, principalmente
afecciones vaginales.
Con más de 25 años de labor
docente en Iztacala, y casi tres lustros de investigación,
ya han publicado diversos artículos en revistas indexadas de
carácter internacional, como el Journal of Ethnopharmacology,
Pharmaceutical Biology, así como en el Acta Botánica
Mexicana.
“Queremos rescatar ese conocimiento
tradicional que nos han legado muchas generaciones y validarlo científicamente.
El paso siguiente, y quizá el más importante, es cómo
regresar ese saber a la población”, concluyó la
académica.
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