Boletín UNAM-DGCS-813
Ciudad Universitaria
06:00 hrs. 27 de diciembre de 2010

María del Rocío Ávila


CONTRIBUYE LA UNAM A LA EDUCACIÓN PARA LA NUTRICIÓN DE INFANTES

 

• El proyecto Ambientes de aprendizaje obesogénicos, de la FES Acatlán, pretende describir los aspectos socioculturales en relación a la formación de los hábitos alimenticios

Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut), la obesidad y el sobrepeso en niños en edad escolar se incrementó 30 por ciento de 1988 a 2006.

El estudio revela que en el Estado de México, 14 de cada 100 niños menores de cinco años tienen baja talla; en contraparte, Tlanepantla, Ecatepec, Coacalco, Naucalpan, Nezahualcóyotl, Tultepec y Cuatitlán Izcalli son las jurisdicciones donde los infantes de preescolar y primaria presentan mayor exceso de peso.

Por ello, a través de un taller de investigación educativa, estudiantes de séptimo y octavo semestre de la licenciatura de Pedagogía en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán de la UNAM, participan como educadores en primarias ubicadas en Atizapán.

Ambientes de aprendizaje obesogénicos es un proyecto de investigación dirigido por María del Rocío Ávila Santana, profesora en Pedagogía de la entidad, que pretende describir los aspectos socioculturales respecto a la formación de los hábitos alimenticios.

Los ambientes obesogénicos, explicó Ávila Santana, son espacios físicos de interacción social, donde se generan experiencias, emociones y afectividad con relación a la comida; desde esa perspectiva, casi cualquier lugar se adapta a esta definición, por lo que en el contexto del estudio, las escuelas constituyen un claro ejemplo.

Se trata de un trabajo que se realiza con alumnos de Práctica Profesional de la licenciatura en Pedagogía, y se desprende de un convenio de colaboración con la Coordinación Regional de Educación para la Salud, que atiende la región de Atizapán y Nícolas Romero, Estado de México.

El propósito es llevar a cabo una intervención profesional, desde una visión multidisciplinaria, donde se trabaje a través de diagnósticos, estrategias de aprendizaje y generación de ambientes de enseñanza no obesogénicos, que logren un cambio en los hábitos alimenticios, indicó.

En este proyecto de educación para la nutrición participan 22 universitarios, que elaboran un diagnóstico acerca del contexto y ubicación de la escuela y sus características socioeconómicas, y revisan los datos que los mismos directores proporcionan sobre el peso y talla de los alumnos.

En México, se ha prestado mayor atención a los problemas de obesidad que a los de mala nutrición por exceso; en ese sentido, el problema no es sólo si se come en exceso, sino qué alimentos. “Lo importante no es negar la ingesta de comida chatarra, sino educar a los niños para que aprendan a distinguir entre un alimento saludable y otro que no lo es”, dijo.

“A partir de ello, se establecen estrategias con una visión lúdica, porque como trabajamos con infantes de primaria, es importante tocar, aprender y jugar para lograr un aprendizaje significativo y mostrar al pequeño qué es una proteína o qué es el plato del bien comer”, añadió la también maestra en tecnología educativa.

El proyecto consiste en evaluar el estado nutricional de los alumnos de educación básica (preescolar y primaria) con base en las encuestas existentes, que incluyen datos sobre talla, peso e información sobre el rendimiento escolar.

A partir de ese diagnóstico, se plantean estrategias de enseñanza para que los alumnos identifiquen y entiendan que no toda la comida es buena para su salud.

Los universitarios imparten pláticas informativas, clases en las que utilizan material didáctico como frutas de plástico, dibujos o juegos, para ilustrar las ventajas de consumir alimentos saludables. Asimismo, muestran el aspecto negativo de los productos chatarra.

Los resultados obtenidos se reflejan en el cambio de hábitos de los estudiantes, sus familias y profesores. La investigadora afirmó que el proyecto, por tener un enfoque cualitativo, se basa en la observación de las actividades dentro de las escuelas.

“El aspecto principal de esta labor es que se promueve un quehacer profesional y nace un nuevo campo de estudio para los pedagogos. Se trabaja también para que la sociedad reconozca la labor de este tipo de profesionales, que cumplen un papel importante en el manejo y diseño de estrategias de aprendizaje y, en este caso, de educación para la nutrición”, concluyó.

 

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