• Las empresas estadounidenses
han encontrado un nicho de oportunidad al echar mano de trabajadores
orientales explotados, indicó Arturo Ortiz Wadgymar, del
Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM
El crecimiento de la República Popular
China es producto de las inversiones de la Unión Americana
en esa nación. Las empresas estadounidenses de juguetería,
aparatos eléctricos y ropa, entre otras, aprovechan los bajos
costos y las abusivas condiciones de trabajo a las que son sometidos
los obreros orientales, expuso Arturo Ortiz Wadgymar, del Instituto
de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM.
La mayoría del dinero que hace funcionar
la compleja maquinaria china viene de la Unión Americana. EU
ya no sólo es su segundo comprador, sino su socio económico,
agregó.
Sin las inversiones extranjeras, el país
más grande de Asia Oriental (y también el más
poblado del mundo, con más de mil 300 millones de habitantes)
no podría mantener sus tasas de crecimiento actual.
Todo lo que produce China lleva marca estadounidense,
y sin restarle mérito al avance de esta sociedad, su desarrollo
difícilmente se explicaría sin estas inversiones. “Sin
embargo, la economía de EU cayó en 2008 y la China,
no”.
El acierto de los asiáticos es que
están en proceso de crear un neoliberalismo al estilo chino,
en el que en vez de permitir la apertura comercial, apuestan al proteccionismo,
como EU.
Los orientales tienen un superávit
comercial porque prácticamente no compran nada a los demás
países. “A ellos no les interesa quedar bien con nadie,
consumen lo propio”, explicó Ortiz Wadgymar.
Los estadounidenses han tomado nota, lo que
ha ocasionado una divergencia entre ambas naciones y explica la presión
de Washington para que China revalúe su moneda, el yuan. Además,
promueven demandas contra productos provenientes del país asiático.
“Se trata de una alianza que se puede
derrumbar, y si eso pasa, China cae”, advirtió.
Para concluir, el especialista de la unidad
de Economía Mundial del IIEc, sentenció que el futuro
de la nación oriental debe estudiarse desde diferentes ángulos.
“Por un lado, hay que ver la situación de los beneficiarios
de este modelo, quienes podrán crecer más; por el otro,
se debe considerar que la mayoría del pueblo chino (90 por
ciento de su población) seguirá en condiciones casi
esclavistas”, concluyó.
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