• La magnitud de la crisis en la que estamos sumidos es enorme,
sostuvo Enrique Martínez Meyer, investigador del Instituto
de Biología
• Lo que resulta más crítico es que “no
nos percatamos. Es el cáncer actual; lo tenemos adentro y
no nos damos cuenta”, dijo
La crisis ambiental se enmarca por la extinción
de especies. A escala global, se presenta un proceso de pérdida
masiva, advirtió Enrique Martínez Meyer, integrante
del Instituto de Biología (IB) de la UNAM.
En la historia, sostuvo en el marco del Simposio
Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable, han existido más de
una docena de esos procesos críticos, donde en periodos relativamente
cortos de tiempo desaparece un gran número de especies.
Pero la magnitud de la crisis en la que estamos
sumidos es enorme. Según cálculos de Gerardo Ceballos,
del Instituto de Ecología, y sus colaboradores, la tasa de
extinción es seis mil 500 veces más alta que la tasa
natural de extinción, citó.
“Esto significa que el periodo que
vivimos es, en magnitud, comparable a la última gran extinción
masiva, registrada hace 65 millones de años, en la que desaparecieron
los dinosaurios, y más alta que el fenómeno más
reciente del que tenemos conocimiento, hace 10 mil ó 12 mil
años, en el momento en que se perdió a los mamuts y
a los tigres dientes de sable”.
Lo que resulta más crítico
es que “no nos percatamos. Es el cáncer actual; lo tenemos
adentro y no nos damos cuenta de lo que ocurre, sentenció en
el auditorio Alfonso Caso.
Martínez Meyer recordó que
la combinación de ambientes hace de México un país
megadiverso; gran parte de su riqueza biológica se debe a la
variabilidad y heterogeneidad que existe en los climas; además,
muchos ejemplares son endémicos. Por ejemplo, la mitad de las
especies de pinos sólo existen en nuestro territorio, y casi
la mitad de las plantas sólo son propias.
No obstante, también aquí se
vive un periodo inusitado de extinción por el cambio en la
cobertura del suelo: la deforestación y la apertura de zonas
naturales para la expansión de la agricultura y ganadería;
en tanto, la biodiversidad acuática se ve afectada por la sobreexplotación
de especies para consumo humano y la contaminación. Otro factor
relevante es la introducción de ejemplares exóticos.
Se estima, informó, que en México
se ha perdido alrededor de 50 por ciento de la cobertura original
de vegetación. Pero en la crisis de la biodiversidad también
hay problemas emergentes. Se pueden identificar claramente dos: el
cambio climático y las pandemias provocadas por patógenos,
como el hongo que causa el declive mundial de ranas, sapos y salamandras.
El dengue, es un mal tropical transmitido
por un mosquito nativo de África, que ahora se reporta en ciudades
donde no existía hace apenas cinco años, porque las
condiciones ambientales cambian.
Necesitamos cambiar nuestra manera de hacer
las cosas y abrirnos a la “otredad”, es decir, generar
vías, puentes de comunicación entre los diferentes sectores
de la sociedad, y desde la academia, impulsar nuevas formas de relación,
alinear las políticas públicas a un modelo que busque
el equilibro del desarrollo económico, social y ambiental,
y educar “desde abajo”.
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