• El joven de 21 años
formará parte del Cuadrangular de Élite, que se realiza
en el marco de la Primera Gran Fiesta Internacional de Ajedrez en
la UNAM 2010
• En el concurso participará el jugador número
dos del mundo Veselin Topalov, así como Vassily Ivanchuk
y Judit Polgar
De Manuel León Hoyos se pueden decir
muchas cosas, que a sus 21 años habla con fluidez italiano
e inglés —y espera pronto hacer lo mismo con el ruso—,
que mientras la mayoría de sus amigos de su natal Mérida
gastan las tardes en algún café de la avenida Montejo,
él pasa la mayor parte de su tiempo en Europa, muy lejos de
casa, o que quienes lo han enfrentado en un tablero de ajedrez han
llegado a decir, con frustración, “nadie tan joven tiene
derecho a jugar tan bien”.
De hecho, Manuel es considerado el mejor ajedrecista de México,
título que lo hizo merecedor a un lugar para participar en
el Torneo Cuadrangular Élite, que además contará
con la participación de personajes como el búlgaro Veselin
Topalov, el ucraniano Vassily Ivanchuk y la húngara Judit Polgar,
jugadores que, en las listas mundiales, usualmente figuran entre los
10 más altos.
El cuadrangular es una de las actividades más esperadas de
la Primera Gran Fiesta Internacional de Ajedrez UNAM 2010: no sólo
permitirá al público ver en acción a “los
cuatro fantásticos” (como ya le empieza a decir a este
grupo la comunidad universitaria), sino presenciar una de las modalidades
más vertiginosas e intensas que hay en esta disciplina, el
“mano a mano”.
“A mí me tocará jugar,
de entrada, con Topalov, una misión que no se antoja fácil,
ya que estamos hablando del número dos del mundo; sin embargo,
llevo meses preparándome para ello”, comenta el joven
que, a últimas fechas, ha dedicado el total de su tiempo a
estudiar las estrategias del búlgaro, diseñar ataques,
defensas, analizar las partidas que se dan en todo el mundo en busca
de ideas, e incluso a correr y hacer trabajo de gimnasio con más
empeño.
“Puede sonar raro, pero la preparación física
es esencial para quienes nos dedicamos a esto de manera profesional,
pues un torneo puede ser igual o más desgastante incluso que
un maratón. Imagínate que tan sólo una partida
puede durar seis horas, y esto se puede prolongar por más de
una semana. Aquí es verdad eso de ‘mente sana en cuerpo
sano’”.
El sueño de un Gran Maestro, enfrentar a su maestro
Por ahora, León Hoyos tiene toda
su artillería enfocada en el encuentro que sostendrá
este viernes contra Veselin Topalov, pero el que en este cuadrangular
participe Vassily Ivanchuk, le provoca sentimientos encontrados.
“A pocas personas admiro tanto como a Ivanchuk por su creatividad
y combatividad a la hora de jugar, y por la inteligencia que ha tenido
para saberse mantener durante décadas en los listados de los
mejores del mundo. De hecho, a últimas fechas él ha
sido mi maestro y juntos nos hemos dedicado a analizar miles de partidas,
pero pese a nuestra estrecha colaboración, nunca nos hemos
encontrado frente en un tablero”.
Manuel ignora qué pasará y si este encuentro será
posible, “pero espero que así sea, pues sería
señal de que avanzo en el cuadrangular; sin embargo, no me
puedo dar el lujo de fantasear al respecto, ahora debo concentrar
todas mis baterías en Topalov”.
Aperturas, defensas y gambitos, el chico meridense ha comenzado a
visualizar todas las variantes que se le podrían presentar
en la batalla que entablará contra el búlgaro. “Aunque
se trata de una persona muy contundente y agresiva, sé que
mi mejor arma es la imaginación”.
Muchos creerían que por tratarse de un juego milenario y de
tan larga tradición, todo está dicho en lo que se refiere
al ajedrez, “pero no es así, en realidad, estamos ante
un campo poco explorado, y eso me da mucho espacio para proponer,
crear e intentar presentar cosas nunca antes vistas, aunque no puedo
dar a conocer mucho ahorita, porque sería casi como revelar
mis secretos antes de batirme en duelo”.
Un talento natural
Manuel aprendió a jugar ajedrez casi
a la par de aprender a leer. “Fue a los siete años cuando
me llevaron a un club deportivo para tomar un curso de verano y, como
parte de las actividades, me pusieron frente a un tablero. Muy rápido
sentí que el movimiento de las piezas me era algo natural y,
al siguiente año, ya estaba ganando un subcampeonato”.
Aunque le gustaba el futbol y lo practicaba con asiduidad, muy pronto
vio que lo suyo era el movimiento de los peones y no el de los balones.
“A los nueve años ya era un competidor internacional
y viajaba de aquí para allá para participar en encuentros
panamericanos y mundiales, y esta ha sido la tónica que he
seguido hasta el día de hoy”.
Sin embargo, para obtener unas cosas hay que renunciar a otras, explica
el joven. “Yo, por ejemplo, debí dejar familia, amigos,
escuela e incluso la posibilidad de estudiar una carrera en este momento,
pues si quiero destacar como jugador, México no es el lugar
adecuado”.
Falta de espacios para practicar su disciplina, escasos torneos y
nula representatividad mundial son sólo algunos de los obstáculos
evidentes para aquellos que quieren hacer del ajedrez una forma de
vida.
“Hace un año decidí irme a vivir a Italia y probar
suerte en los concursos europeos, y eso ha redituado en que mi rating
ha subido como nunca. Por eso, me parece sumamente importante lo que
está haciendo la UNAM al traer al país este tipo de
torneos”.
Manuel, quien a los 18 años obtuvo el título de Gran
Maestro, dice que espera que iniciativas como la lanzada por la Universidad
abran campo para el ajedrez en México, pues aunque siempre
le ha gustado viajar, “me gustaría presenciar que dentro
de poco nuestro país se sume a aquellos que no sólo
tienen gran tradición ajedrecística, sino que la impulsan.
Cuando vea eso, pocos estarán tan contentos como yo, porque
sabré que ha llegado el momento de volver a casa”.
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