• El juego-ciencia podría
favorecer el desarrollo cerebral infantil y la formación
de niños mucho más activos mentalmente
• En teoría, se podría retardar la aparición
o el desarrollo de esa enfermedad
La memoria es un proceso de entrenamiento.
Muchas veces, con un recuerdo nebuloso, el sistema nervioso busca
vías alternas para recuperar esa información almacenada.
Mientras el sistema nervioso central y la
memoria funcionen adecuadamente, y las “rutas cerebrales”
estén bien “trazadas” y “pavimentadas”
con entrenamiento, podremos sacar rápidamente esa información.
“En la infancia, el sistema nervioso
central tiene una gran capacidad de aprendizaje. Un niño que
ha estado en contacto con el ajedrez, los videojuegos o los juegos
de computadora es capaz de desarrollar estrategias mentales para resolver
un problema determinado”, dijo Rosalinda Guevara Guzmán,
investigadora de la Facultad de Medicina.
Es decir, a un niño se le pueden enseñar
las mejores estrategias para obtener un resultado y, por lo tanto,
para saber cómo y dónde guardar esa información.
De este modo, las estrategias que utiliza para ganarle a un contricante
en un juego como el ajedrez son las mismas que pondrá en práctica
para alcanzar un objetivo.
En opinión de Guevara Guzmán, el ajedrez, específicamente,
podría favorecer el desarrollo cerebral infantil y la formación
de niños mucho más activos mentalmente, con más
herramientas para resolver problemas.
Asimismo, la investigadora universitaria
considera que en la UNAM se podría hacer un estudio comparativo
con jóvenes que han jugado, con cierta frecuencia, ajedrez.
“Permitiría ver, por ejemplo,
cómo están sus habilidades para resolver exámenes,
si de alguna manera el ajedrez ha influido en su desarrollo cognoscitivo.
Ésta sería sólo una variable, entre otras, debido
a lo cual habría que medir su peso en el éxito conseguido
por cada estudiante.”
A lo largo de varios años
Por lo que se refiere a la enfermedad de Alzheimer, si un niño
trae consigo una carga genética para desarrollarla, no se puede
hacer mucho.
“Sin embargo, en teoría, con
el ajedrez también se podría retardar la aparición
o el desarrollo de ese mal y ofrecerle a la persona una mejor calidad
de vida. Ahora bien, tengo que decir que nadie nos puede asegurar
que esto sucederá porque no hay estudios, o al menos yo no
conozco ninguno, que relacione al ajedrez con las enfermedades neurodegenerativas,
específicamente con la de Alzheimer”, advirtió
la investigadora universitaria.
Para que un estudio así fuera válido,
se tendría que llevar a cabo a lo largo de varios años
con personas que hubiesen jugado ajedrez en la niñez o la juventud,
y habría que determinar, ya en su edad adulta, qué tanto
riesgo corren de desarrollar la enfermedad de Alzheimer; o bien, si
en los últimos años han jugado ajedrez, compararlos
con los que no lo hicieron, y ver quiénes desarrollaron el
mal.
“Sería un estudio interesante. Pero, en todo caso, es
muy difícil evaluar el ajedrez como una variable única
en el retardo de la aparición o el desarrrollo de la enfermedad
de Alzheimer”, apuntó Guevara Guzmán.
En las enfermedades neurodegenerativas como la de Alzheimer, el deterioro
es inevitable e irreversible. Con todo, hay que señalar que
no es lo mismo una caída en vertical que una caída atenuada,
gracias a la cual la gente podría tener una mejor calidad de
vida durante más tiempo.
El Alzheimer es multifactorial, sobre todo la idiopática. Por
ello, según Guevara Guzmán, en dicho estudio se tendría
que tomar en cuenta cada una de las variables que influyen en su aparición.
Como se sabe, 10 por ciento de los casos
de esta enfermedad tiene un origen genético; y 90 por ciento,
otro: un traumatismo, un virus que daña las neuronas o la falta
de irrigación sanguínea en el cerebro.
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