• Aunque remota, existe la posibilidad
de que un planeta grande expulse a uno pequeño al espacio
interestelar con “semillas” de vida, planteó
Héctor Javier Durand Manterola, del Instituto de Geofísica
• Del interior del cuerpo celeste surge calor, que puede mantener
“bolsas” de agua líquida que protejan a organismos
vivos elementales de la radiación, afirmó
En galaxias como la que habitamos, la Vía
Láctea, podría haber transferencia de vida si un planeta
muy grande expulsa a uno pequeño al espacio interestelar con
“semillas” que podrían reproducir la vida, planteó
el físico Héctor Javier Durand Manterola, del Instituto
de Geofísica (IGf) de la UNAM.
Especializado desde hace varios años
en la astrobiología –la ciencia que estudia el origen
de la vida y su posible presencia en otros planetas--, el investigador
del Departamento de Ciencias Espaciales del IGf desarrolló
una hipótesis, donde argumenta que el pequeño planeta,
tras un largo viaje interplanetario, puede desarrollar vida y llegar
a otro Sistema Solar.
Durante la conferencia Transferencia
de vida en la galaxia, ofrecida en el salón de seminarios
del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA), Durand planteó
que, aunque tras ser expulsado al espacio el pequeño planeta
quedaría solo, podría desarrollar vida.
“Del interior del propio cuerpo celeste
surge calor, donde se puede mantener una especie de bolsas de agua
líquida. Podría empezar el cero genómico aquí
–es decir, la formación de material genético como
ADN— y desarrollarse a lo largo de un periodo muy largo en el
espacio. No tendría problema de radiación, pues las
formas de vida elemental irían protegidas dentro del planeta”,
explicó.
Así podría llegar a otro Sistema
Solar, empujado por el viento estelar, que arrastra formas de vida
elementales o bien, si tiene impactos, éstos pueden mandar
meteoritos o rocas, las cuales al caer en otro planeta del mismo Sistema
Solar, podrían “sembrar” vida.
Durand recordó que, desde 1995 hasta
la actualidad se han detectado 470 exoplanetas, es decir, que orbitan
una estrella distinta a nuestro Sol.
“Actualmente el satélite Kepler
busca exoplanetas tipo Tierra. Es un aparato que necesita hacer mucha
estadística durante mucho tiempo, pues está fijo en
un punto”, recordó.
El investigador del IGf consideró
que la vida no necesariamente tiene que ser lineal, y que incluso
pudo venir de otro sitio a la Tierra. El planeta grande puede empujar
al chico por un efecto gravitacional.
“Una de las objeciones que me ponen
mis colegas es que, si esto pasa, el planeta deja su atmósfera
atrás, sin ésta última no puede desarrollar vida.
Pero mi respuesta es que las atmósferas no son estáticas,
sino que se desarrollan a lo largo del tiempo, como sucede con el
vulcanismo”, señaló.
Durand reconoció que la probabilidad
de transferencia de vida en una galaxia es remota, pero no imposible.
“Un planeta que erra por el espacio
no se va a encontrar solamente con un Sistema Solar. La probabilidad
de que alcance una zona planetaria en una sola vuelta crece por el
número de sistemas. Podría entrar seis veces en cada
vuelta”, afirmó. Eso significa que habría 3 mil
700 entradas por vuelta. “Esto aumenta la posibilidad de entradas”,
consideró.
Durand dijo que el tiempo que tarda en pasar
un errante por un sistema de éstos es de 40 años en
promedio. “Cuarenta años y 3 mil 600 acercamientos nos
dicen que el mecanismo sí funciona”, finalizó.
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