• El hambre afecta a una sexta
parte de la humanidad, dijo Yolanda Trápaga, de la Facultad
de Economía
Desde hace 10 años México importa
por lo menos una tercera parte de los alimentos que consumen sus habitantes,
lo que representa cerca de 15 mil millones de dólares anuales
(casi 80 por ciento de la renta petrolera o un poco más de
la mitad del envío de remesas del exterior), aseguró
Felipe Torres Torres, del Instituto de Investigaciones Económicas
(IIEc) de la UNAM.
No obstante, advirtió, asociado con
otros factores como el incremento de la pobreza, el deterioro del
medio ambiente y una tasa de desempleo abierto cercana al siete por
ciento, puede representar una seria amenaza social.
Al participar en la mesa redonda “Unidos
contra el hambre”, el académico refirió que para
nutrir a poco más de 108 millones de mexicanos, se requieren
alrededor de 60 millones de toneladas de alimentos, pero para 2020,
el incremento en el volumen será del 25 por ciento.
En los últimos 10 años, el
ingreso de quienes ganan menos de dos salarios mínimos ha perdido
alrededor del 60 por ciento de su poder adquisitivo, en tanto que
la canasta básica se ha incrementado más del 20 por
ciento. Es decir, apuntó, el problema de la alimentación
en el país es un claro indicador de la pobreza.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Ciencias
Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, en 2000
había entre 12 y 14 millones de personas con algún tipo
de desnutrición; para 2008, la cifra se incrementó a
25 millones.
Por su parte, Yolanda Trápaga, académica
de la Facultad de Economía (FE), informó que el hambre
afecta a una sexta parte de la humanidad. Se trata de un problema
que no sólo se presenta en naciones de bajos ingresos, también
va en aumento en las economías industrializadas.
Es una cuestión de modelo económico.
Antes del capitalismo, las crisis de hambre eran de escasez, y muy
recurrentes, ahora son de sobreproducción. “En 2006,
había en el planeta mil millones de obesos y sólo 800
millones de hambrientos; es decir, hay alimentos de sobra”,
indicó.
Hoy día se tiene una concepción
de comida que, sin ser nutriente, en un bocado incluye agroquímicos,
organismos genéticamente modificados, funguicidas, conservadores,
emulsificantes, saborizantes, texturizantes, colorantes, edulcorante
sintéticos y sustancias que desprenden los envases.
Ante esta situación, refirió,
la solución que proponen los países exportadores de
alimentos es la promoción de tecnología, que incluye
la revolución verde y los transgénicos, y de mecanismos
de mercado, como el libre comercio. No obstante, “es necesario
revisar el modelo de producción y de consumo actual”.
En representación de la Organización
de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación
(FAO, por sus siglas en inglés), Jonathan Martínez,
asistente de programas, reconoció que en 2009 se alcanzó
el umbral crítico de los mil millones de hambrientos en el
mundo, en gran medida por el aumento de los precios de los alimentos
y la crisis económica mundial.