• Si los individuos sólo
votan, sin interesarse en la política, se convierten en ciudadanos
disfuncionales en el contexto democrático, expuso Lorenzo Córdova
Vianello, del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ)
de la UNAM
• Una democracia robusta contempla la participación de
la población entera, señaló Pedro Salazar, secretario
académico del IIJ
Si un votante no atiende las cuestiones públicas
y deja de dar seguimiento a los órganos representativos, se
convierte en un ciudadano disfuncional en el contexto democrático,
afirmó Lorenzo Córdova Vianello, del Instituto de Investigaciones
Jurídicas (IIJ) de la UNAM.
Al participar en la mesa Participación
Ciudadana y Democracia: Elecciones Vecinales, agregó que si
éste sólo toma parte en ciertos procesos electorales
—que bien podrían derivar en democracias de élites
u oligárquicas—, en realidad este individuo es un excluido.
Al hablar del llamado “gobierno del
pueblo”, Córdova señaló que la participación
ciudadana pasa por la vía electoral. El papel o función
primordial del voto emitido por los sujetos es integrar modelos de
democracia representativa, con todo y sus órganos. “Sin
embargo, no podemos pretender que ésta sea tarea exclusiva
de la población”.
Para que una democracia sea funcional, la
participación ciudadana debe ir más allá de los
procesos de elección.
Si queremos una democracia robusta y que
funcione satisfactoriamente, es menester la articulación en
paralelo de la participación ciudadana, todo ello al margen
de los partidos políticos, señaló Pedro Salazar,
secretario académico del IIJ, quien agregó que “la
sobreelectoralización de nuestras democracias puede terminar
asfixiándolas”.
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