En la ciencia se deben cuestionar todos los paradigmas,
no creer en nada, escuchar las nuevas ideas, mantener la creatividad,
el rigor, la pasión y buscar el sueño imposible de
la excelencia, afirmó Fernando Ortiz Monasterio (Ciudad de
México, 1923).
En la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, donde estudió,
ha sido docente desde 1957 y profesor emérito a partir de
1994, el llamado padre de la cirugía plástica mexicana
ofreció la conferencia magistral La investigación
clínica en el ejercicio profesional, con motivo de su
investidura como doctor honoris causa por esta casa de
estudios.
Ante estudiantes, maestros, discípulos y colegas
que colmaron el auditorio Raoul Fournier, Ortiz Monasterio
consideró inaceptable que los médicos no piensen como
científicos y dejen de cuestionar, investigar y generar conclusiones
en su trabajo clínico, porque esa es la única ruta
para generar nuevo conocimiento y ofrecer alternativas a los pacientes,
especialmente a quienes viven con daños congénitos.
Creador de un método original aplicado en muchos
países para corregir el labio leporino y el paladar hendido
mediante una cirugía cráneo-facial, el médico
ha operado con su técnica a más de 24 mil infantes,
en quienes ha corregido una malformación que afecta el lenguaje,
la estructura del rostro y la autoestima.
Simetría y funcionalidad
Niños con un hueco en el sitio del labio posterior
de la boca, con una nariz deformada o dividida en dos partes; adultos
con ojos que se agigantan al salirse del rostro porque sus cuencas
craneales son insuficientes para alojarlos; personas sin barbilla
o con una notable asimetría de ojos, nariz y boca, son casos
que, desde hace más de 50 años, Ortiz Monasterio atiende
para ofrecerles una alternativa de simetría y funcionalidad.
No existe una división entre la cirugía plástica
y la reconstructiva, pues estos casos requieren un método
que corrija integralmente a los pacientes, especialmente a los niños,
que tras la intervención logran crecer sin repetir el defecto
congénito, dijo.
En su larga y vasta carrera académica, también
se ha dedicado a atender a personas quemadas —para quienes
innovó con un tratamiento de antibióticos preventivos—
y a reconstruir dedos pulgares.
—o0o—