Para formar recursos humanos que contribuyan en la elaboración
de un catálogo de los objetos que circulan alrededor de la
Tierra, conocidos como basura espacial, el Instituto de Astronomía
(IA) de la UNAM y el Instituto Keldysh de Matemáticas Aplicadas
de la Academia de Ciencia de Rusia, firmaron una carta de intención.
Con ello, no sólo esta casa de estudios, sino el
país, empezarán a jugar un papel práctico en
seguridad espacial, señaló José Franco, director
del IA.
Con este acuerdo, México se integraría al
proyecto international Scientific Optical Observation Network (ISON),
donde actualmente participan 12 países.
El objetivo, añadió, es instalar un telescopio
en San Pedro Mártir para dar seguimiento a la trayectoria
de la basura espacial y, al mismo tiempo, generar cuadros, sobre
todo con estudiantes de posgrado, que se especialicen en técnicas
de matemáticas aplicadas y cómputo, que han desarrollado
académicos del Instituto Keldysh.
También, se pretende que los alumnos realicen estancias
en la institución rusa, para lograr una formación
integral. Además del IA también participarán
los institutos de Geofísica y de Investigaciones en Matemáticas
Aplicadas y en Sistemas, y la Facultad de Ciencias.
Con la iniciativa, la UNAM se convierte en el punto de
partida de estos trabajos, pero probablemente con este esfuerzo
habrá más organismos que se sumen al proyecto, consideró.
La basura espacial
La basura espacial se constituye de partículas de
todos los satélites que ya no funcionan y de los pedazos
que se han generado por explosiones o colisiones; las piezas pueden
medir desde unas cuantas micras hasta decenas de metros, y “se
estima que tenemos una población 600 mil objetos de más
de un centímetro de longitud”, detalló Franco
López.
Entonces, resaltó, es importante tener un catálogo,
porque en el espacio pueden colisionar no sólo con satélites,
sino con las estaciones espaciales y, en ese sentido, representan
un peligro para la vida de los astronautas.
Por ello, abundó, se considera que este proyecto
incide en la seguridad presente y futura.
A su vez, Vladimir Agapov e Igor Molotov, académicos
del Instituto Keldysh, precisaron que para analizar estos objetos,
se utilizan telescopios ópticos. Lo primero que se debe hacer
es medir su posición en función del tiempo y con mucha
precisión respecto a las estrellas, dijeron.
Con ese fin, los científicos desarrollaron un software
complejo, que permite analizar imágenes y seguir con precisión,
en el espacio y el tiempo, la trayectoria y altura de las piezas.
Cuando se tiene una serie de imágenes de un mismo
objeto, se genera su trayectoria a través de métodos
matemáticos complejos y algoritmos computacionales, abundaron.
Con datos confiables, se observa cómo evolucionarían
con el transcurso del tiempo, para predecir colisiones.
Asimismo, aunado a la información sobre la posición
de los satélites, se podría proporcionar alertas sobre
peligros futuros, para que quienes controlan esas misiones, puedan
maniobrar y retirarse de los sitios de riesgo.
Los expertos consideraron que San Pedro Mártir es
uno de los mejores cuatro lugares en el mundo para hacer observaciones;
además, cuenta con instrumentos científicos de primera
calidad.
Es importante trabajar con universidades como la UNAM,
no sólo por la experiencia que tienen en el manejo de observatorios,
sino porque son semilleros de gente joven, con capacidad de desarrollar
proyectos de gran trascendencia, concluyeron.
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