Boletín UNAM-DGCS-537
Ciudad Universitaria
12:00 hrs. 11 de septiembre de 2010

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DESARROLLAN EN LA UNAM, MODELO DE ECOLOGÍA SOCIAL CONTRA LA POBREZA

 

• Una de sus líneas de investigación pretende dotar a las madres de las herramientas cognoscitivas y emocionales para reducir, en lo posible, la permanencia de las circunstancias psicosociales
• Este novedoso enfoque de investigación estudia los procesos de transacción entre el ser humano y su entorno socio-físico a varios niveles, con diversas metodologías y una concepción de sistemas

Una novedosa estrategia de investigación para analizar fenómenos psicosociales se practica en el Laboratorio de Ecología Social y Desarrollo Comunitario de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.

Recientemente, María Montero y López Lena, su coordinadora, reveló diversos estudios sobre la pobreza que han llamado la atención de la comunidad científica, por la riqueza conceptual y metodológica, vinculada con la ecología social.

Esta área, explicó, analiza los procesos de transacción entre el ser humano y su entorno socio-físico a varios niveles, con diversas técnicas y una concepción de sistemas.

De acuerdo con la académica, la ecología social da sustento a un concepto denominado optimización, con el que se pretende promover el equilibrio de los recursos emocionales, familiares y cognitivos de las personas, en congruencia con el contexto sociofísico y cultural en el que se desarrollan.

Ecología social y pobreza

Aunque las personas aún asocian la ecología social con la biológica, aquélla se distingue por estar comprometida con una visión multidisciplinaria de la psicología.

“Ya lo dijo Daniel Kahneman, premio Nobel de Economía 2002, la psicología y la economía deberían acercarse más porque, finalmente, el último eslabón en la cadena económica es la conducta del sujeto. Y ésta es objeto de estudio. Ése es un reconocimiento de que hay la necesidad de abordar fenómenos de relevancia social desde un enfoque multidisciplinario y, por extensión, una sugerencia a recurrir a la ecología social”, señaló Montero.

Otra de las ventajas de este novedoso enfoque de investigación psicosocial radica en que permite abordar al objeto de estudio desde tres ópticas: prevención, análisis y evaluación.

“Cuando se tiene una visión ecológica social se pueden desarrollar programas preventivos. Parece romántico que una madre transforme la condición económica de su hijo; sin embargo, pienso que sí se puede hacer algo para que, cuando menos, sea el catalizador del proceso de salud mental de éste. Si considera que su descendiente será un buen profesionista, se empeñará en darle los elementos necesarios, y un buen ejemplo en orientarlo, y si todo marcha bien, asumirá, adoptará como suya, esa esperanza materna.

“Incluso, un buen ambiente familiar puede ser un factor de prevención frente a las drogas, de manera que, a nivel preventivo, la ecología social puede ofrecer estrategias innovadoras y comprensivas para intervenir con cierto nivel de éxito en un fenómeno tan complejo como la pobreza”, dijo la académica.

Un modelo de ecología social contra la pobreza

Actualmente, la académica está involucrada en el diseño de un modelo de intervención ecológico social, que dote a las madres en pobreza de las herramientas cognoscitivas y emocionales básicas para reducir, en lo posible, la permanencia de las condiciones psicosociales vinculadas con esa situación.

Tras cinco años de hacer seguimiento a cientos de familias en las 16 delegaciones de la Ciudad de México, Montero y sus colaboradores concluyeron que la relación entre madre e hijos funciona como un catalizador de patrones de conducta, que pueden conducir a la perpetuación de las condiciones de pobreza, o a la trascendencia de ésta, según de la calidad y orientación de ese vínculo.

En primer término, observaron los procesos que ocurrían en ese núcleo bajo ciertas variables sociales, para saber qué motiva a algunos niños, aun viviendo en pobreza, a salir airosos en su desarrollo emocional.

“Con base en mediciones sociales, físicas y antropométricas, encontramos que las madres guardan, en relación con sus hijos, expectativas de desempeño académico que, según la orientación, facilitan en ellos la repetición de patrones de conducta que favorecen la inmovilidad, o una posible trascendencia social”, apuntó.

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