Aunque en los últimos años han disminuido
los dólares enviados por los mexicanos que laboran en Estados
Unidos, aún siguen siendo una de las fuentes más importantes
de divisas para nuestro país, sólo después
del petróleo, dijo Guillermo Campos y Covarrubias, investigador
de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS), y comisionado actualmente
en la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia (ENEO)
de la UNAM.
En 2008 las remesas fueron de 25 mil 137 millones de dólares
(mdd), y en 2009, descendieron a 21 mil 181 mdd; “esta disminución
ha mermado la economía no sólo de los migrantes, sino
también de sus familias y comunidades”,
Si bien el mayor porcentaje de remesas se concentra en
los hogares de clase media, su impacto como proporción del
ingreso total es más relevante en los de estratos pobres.
“El problema migratorio no ha sido tratado con la
seriedad necesaria, no se ha reaccionado como se esperaría
ante la aprobación de estatutos contra nuestros migrantes
en Estados Unidos; ahí está la Ley Arizona, pero nuestros
paisanos sí se han rebelado allá. Las eloteras de
Oaxaca ya formaron un sindicato y sacan sus tinas y venden sus productos
en la Quinta Avenida de Nueva York”, abundó el antropólogo.
Asimismo, los originarios de Tlaxiaco, Oaxaca, formaron
una asociación y mandaron a un representante a su pueblo
para que consiguiera el apoyo de un programa de la secretaría
de Desarrollo Social. Con el dinero que obtuvieron quienes permanecen
en esa entidad federativa, hacen artesanías y se las envían
a los que residen en la Unión Americana.
Identidad alterada
El fenómeno de la migración tiene otros efectos
en las personas que deciden cruzar la frontera, como la alteración
de su identidad.
Los migrantes ya no saben bien si son mexicanos o estadounidenses,
porque incorporan palabras del inglés a su lenguaje. También,
dejan de lado sus alimentos tradicionales y empiezan a consumir
fast food y muchos alimentos “chatarra”.
“A veces tiran la mitad del contenido de una lata
o botella de cerveza, y la rellenan con V-8, la agitan y se la toman
para tener más fuerza. Además, ya no beben aguardiente,
sino cerveza Tecate, porque eso los integra al grupo, y no usan
sombrero, sino gorras de béisbol”, señaló
Campos y Covarrubias.
Esa movilidad altera también la dinámica
familiar, por lo que las familias llegan a desintegrarse. Muchos
hombres (igualmente mujeres) que se van, consiguen otra pareja allá,
pero no olvidan que en México tienen esposa y cada año
vienen a las fiestas del pueblo a verla, y cuando regresan a Estados
Unidos, en muchas ocasiones la dejan embarazada.
La meta: salir
El proceso de aculturación que vive México
en comunidades indígenas es muy fuerte. El impacto del dinero
de las remesas cambia los hábitos de consumo, las costumbres
y tradiciones.
Además, la visita de migrantes a sus lugares de
origen altera toda la dinámica de vida de un pueblo: traen
dinero o costumbres muy diferentes, hablan spanglish, y su gente
se acostumbra a ese nuevo lenguaje, y a pensar en el “sueño
americano”.
“En una escuela primaria de un pueblo de la Sierra
Gorda, en Querétaro, hicimos un estudio para saber cuál
era la tendencia de los niños. Entonces, vimos que ellos
van a la escuela no porque quieran leer y aprender, sino porque
están esperando cumplir 14 ó 15 años para irse
al norte. No tienen la intención de incorporarse a nuestro
modelo industrial explotador, lo que buscan es salir”, reveló
el investigador.
Consecuencia de la pobreza
El SIDA, entre los migrantes, es otro fenómeno que
se ha abordado poco. Por ello, el investigador universitario y sus
colaboradores publicarán un libro con varias historias de
vida contadas por ellos.
“Tenemos relatos de mujeres violadas por polleros
o policías; tiempo después notan la pérdida
de peso, regresan a sus pueblos y enteran que están infectadas
con el VIH”; entonces, como no tienen dinero, la familia se
ve obligada a vender sus animales y terreno para solventar el tratamiento.
No son pocos los casos que, sin saber de su condición,
contagian el virus a otras personas. Es un problema grave de salud
y educación, consideró.
En opinión de Campos y Covarrubias, otra consecuencia
de la migración es la cantidad de connacionales que regresa
a sus pueblos con adicciones como el alcoholismo y drogadicción,
lo que repercute en toda la comunidad.
A todo ello, prosiguió, se debe sumar el narcotráfico;
constantemente, grupos de narcotraficantes secuestran a migrantes
y piden dinero a sus familias para liberarlos, o los obligan a incorporarse
a sus huestes.
“La migración no se puede disociar de los
problemas del país, es consecuencia de la economía,
de la pobreza. No es que la gente quiera irse, abandona su lugar
de origen porque no encuentran la manera de satisfacer sus necesidades
y las de los suyos”, finalizó.
--oOo--