Es innegable que padecimientos como depresiones, cáncer,
diabetes o hipertensión están vinculados a las emociones.
Si logramos manejarlas podemos ver resultados positivos en nuestra
salud, afirmó Margarita Rivera Mendoza, profesora de la Facultad
de Estudios Superiores (FES) Iztacala, de la UNAM.
“Cuando una persona descubre algo que lo atormenta,
si bien este hallazgo no alivia el malestar, sí detiene un
proceso que puede convertirse en padecimiento, el cual hay que aprender
a manejar mediante un tratamiento emocional”, indicó.
En realidad, no se pretende modificar las emociones, sino
que el individuo aprenda a vivirlas y expresarlas de la mejor manera,
y es lo que se conoce como Inteligencia Emocional (IE), expuso la
psicóloga.
La IE, explicó, es una forma de identificar lo que
le sucede a las personas con relación a sus emociones para
aprender a manejarlas de tal forma que puedan fluir.
“Las emociones son el flujo, la energía que
permite al individuo pasar de un estado de ánimo a otro.
En el ámbito de la inteligencia emocional normalmente contemplamos
cinco: tristeza, alegría, ira, dolor de pérdida y
miedo”.
Rivera Mendoza comentó que en la FES Iztacala, en
el Proyecto Cuerpo (encabezado por el académico Sergio López
y del que ella forma parte), se realizan investigaciones a partir
de entrevistas, historias de vida y testimonios de pacientes que
han reportado que la alteración en la relación órgano-emoción
rompe el equilibrio del cuerpo, produciendo enfermedades.
“En esta propuesta abordamos las mismas emociones
que en la IE, pero en lugar del dolor de pérdida estudiamos
la angustia o ansiedad”, acotó.
“La idea es que así como aprendimos a hablar,
leer y escribir, sepamos qué pasa en nuestro cuerpo cuando
se expresa cualquiera de estas emociones. Si identificamos nuestros
estados de ánimo nos podremos acercar a ellos, lo que puede
ir desde hacer consciente la emoción y valorar la situación
en la que se presenta, hasta expresarla de manera positiva”,
señaló.
Para ello, abundó, aplicamos el enfoque sistémico,
de reconocimiento personal y de los ancestros, trabajo corporal,
junto con microgimnasia, entre otras herramientas. A través
de éstas, se conduce a la persona para que haga contacto
con esa emoción, la maneje, sienta y aprenda a expresarla.
“Una de las principales razones por las que deberíamos
ser emocionalmente inteligentes es porque la emoción está
directamente relacionada con los órganos en el cuerpo, y
si no sabemos manejarlas, generamos o agravamos buena parte de nuestros
padecimientos”, recalcó.
Además, agregó, esta condición también
beneficia la forma que tenemos de relacionarnos y convivir con otras
personas.
“Esto es importante porque hasta hace poco no se
daba importancia a las emociones; sobre todo en una cultura como
la nuestra, en la que no se permite expresar algunos sentimientos.
Por ejemplo, para las mujeres está bien mostrar tristeza
con llanto, pero para los hombres, es más valorado manifestar
ira”, refirió.
Rivera señaló que es importante ser emocionalmente
inteligentes para prevenir padecimientos y que tanto los enfermos
como la población en general tengan calidad de vida, porque
se ha incrementando la aparición, desde edad temprana, de
males que antes eran considerados exclusivos de los adultos, haciendo
que éstos se conviertan en crónicos y degenerativos.
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