Más que corregir las cifras sobre el número de jóvenes
que no estudia ni trabaja, es necesario modificar su dolorosa realidad
y mejorar sus condiciones, con las que no podemos estar de acuerdo,
planteó el rector de la UNAM, José Narro Robles.
Como sociedad, no podemos aceptar que la “normalidad”
de nuestras jovencitas sea que desde los 12 años tengan que
estar en casa al cuidado de sus propios hijos, en labores del hogar,
o con la responsabilidad de ancianos o enfermos.
Al inaugurar el Coloquio Valores para la sociedad contemporánea.
¿En qué pueden creer los que no creen?, consideró
preocupante que, según cifras del Plan Nacional de Salud,
cerca de medio millón de mexicanos de entre 15 y 19 años
ya tengan uno o dos hijos, y que aproximadamente siete mil 200 niñas,
de 10 a 14 años, hayan dado a luz en 2005.
En el auditorio Alfonso García Robles,
del Centro Cultural Universitario Tlatelolco, ratificó que,
de acuerdo a datos oficiales contenidos en la Encuesta Nacional
de Juventud, el Consejo Nacional de Población, y el Conteo
de 2005, el 22 por ciento, en el rango de edad de 12 a 29 años,
no estudia ni trabaja, es decir, casi siete y medio millones de
personas.
Si es el caso, cualquier aclaración tiene que hacerse
a las propias cifras oficiales, pero no podemos afirmar que sólo
285 mil jóvenes no estudian ni trabajan, asentó.
Además, según la Encuesta Nacional de Ocupación
y Empleo del primer trimestre de 2009, levantada en el sector poblacional
que va de los 14 a los 29 años, 5.8 millones están
en esa condición.
Narro Robles dijo que de acuerdo con el Consejo Nacional
de Evaluación de la Política de Desarrollo Social
(Coneval), 14.9 millones de mexicanos entre 12 y 29 años
se encuentran en condiciones de pobreza, y 13.6, en situación
de carencia social, esto es, más del 80 por ciento de este
segmento poblacional.
El rector indicó que hay una desinstitucionalización
de un porcentaje importante de los jóvenes, que no pueden
quedar fuera de políticas públicas efectivas. Necesitamos
contar con más y mejores estrategias en este sentido.
También, afirmó que valores cívicos,
laicos, como la libertad, la igualdad, la justicia, la solidaridad,
el respeto, la tolerancia, el diálogo, la generosidad y el
compromiso, han sido y tienen que continuar como base de la ciudadanía.
Constituyen, apuntó, el basamento sobre el que se
sustenta la convivencia pacífica en sociedades caracterizadas
por la libertad y la pluralidad, la diversidad ideológica,
la política y las creencias religiosas. De hecho, una sociedad
plural sólo es posible donde los ciudadanos comparten los
valores de una ética cívica que permite avanzar hacia
un mundo en el que lo humano resulta ser lo central.
Al dar la bienvenida al encuentro, Sealtiel Alatriste,
coordinador de Difusión Cultural de la UNAM, expuso que a
pesar de la situación política, moral, y a que el
cambio climático nos tiene al borde de la desaparición,
hay un voto de confianza de la civilización para consigo
misma, sin importar lo sinuoso del camino recorrido o por andar.
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