A partir de una estructura cristalizada de proteínas, desarrollada
por los virus para sobrevivir mientras encuentran un hospedero,
el investigador Luis Vaca Domínguez, del Instituto de Fisiología
Celular (IFC) de la UNAM, ha desarrollado una tecnología
para “encapsular” vacunas, y así evitar su refrigeración
y caducidad.
Desde hace 18 años, el médico y doctor en
Ciencias Biomédicas por esta casa de estudios, trabaja con
el virus Autographa californica, principal plaga del gusano
de la seda.
Vaca Domínguez extrae del microorganismo la proteína
poliedrina –que con su forma de poliedro lo dota de estabilidad–,
la cual aísla, modifica y clona en su laboratorio para utilizarla
como cápsula o recipiente de vacunas.
“Como parte de su proceso evolutivo, los virus han
desarrollado estas proteínas que se cristalizan y adquieren
una estructura que los protege del ambiente, la temperatura y la
luz, mientras llegan a un hospedero para sobrevivir y reproducirse”,
explicó.
Un cristal es una estructura organizada, ordenada y estable
desde las moléculas internas hasta su parte exterior. En
la naturaleza existen algunos macroscópicos, como los de
la sal y el azúcar, y microscópicos, como los que
Vaca Domínguez y sus colaboradores generan en el Departamento
de Biología Celular y del Desarrollo del IFC.
“Los que desarrollamos, a partir de una proteína
única: la poliedrina, son muy pequeños, de una a cinco
micras, y tienen la capacidad de formar cristales de forma espontánea”,
señaló.
Dentro de esa estructura el virus permanece en un estado
de suspensión, sin contacto con el ambiente externo. Es esta
ventaja la que se busca conservar cuando habiten las vacunas, para
evitar que se refrigeren y caduquen.
“En el cristal únicamente residen baculovirus
(con forma de bastón o báculo, como Autographa
californica), pues hay mecanismos muy sofisticados que impiden
que cualquier otro microorganismo ingrese; con ese control, el virus
asegura que no le ganen su casa”, detalló.
La llave de la casa
Aunque de manera natural el cristal es “una casa
con una aduana estricta y de alta seguridad” que solamente
acepta a un virus como habitante, Luis Vaca Domínguez ha
apostado por la estrategia de introducir vacunas con estructura
muy distinta a los baculovirus.
En vez de violar las reglas de resguardo, el universitario
ha dedicado gran parte de su trabajo a buscar “la llave”,
que encontró en un fragmento de aminoácidos, constituyentes
de las proteínas.
“Después de mucho tiempo, logramos descubrir
que hay una secuencia en una proteína del virus que es como
la llave de la casa. Si tomamos esa serie de 25 aminoácidos,
y se la ponemos a cualquier proteína que queramos, automáticamente
tenemos la visa para entrar al cristal”, dijo.
Hace año y medio, Vaca Domínguez y sus colaboradores
hicieron el hallazgo, y con ello pueden continuar su estrategia
de entrar a la casa de cristal con otro habitante: una vacuna que
evite enfermedades en los seres humanos.
Actualmente, la tecnología está en trámite
de patente, y el investigador está en pláticas con
una empresa mexicana interesada en la transferencia tecnológica
para producir la primera inoculación dentro del cristal.
“El proceso lo hemos desarrollado por varios años
con apoyo de la UNAM, pero más recientemente hemos contado
con apoyo del Instituto de Ciencia y Tecnología del DF (ICyTDF),
que también tiene participación en la actual negociación”,
aclaró.
Vacunas de nueva generación
Una de las ventajas de la nueva generación de vacunas
que podrán desarrollarse dentro de cristales proteicos, es
que serán más duraderas, y su transporte y conservación
más económicos.
“Hemos creado cápsulas de diversos tamaños
y formas, algunas son cúbicas y menos estables, así
que si se inyectan al torrente sanguíneo de un animal de
prueba, en unos días se desintegra, pero la inoculación
ya está en el organismo”, expuso.
El potencial de esta tecnología es enorme, pues
el cristal también permitirá controlar la liberación
de la vacuna dentro del torrente sanguíneo, así como
integrar inóculos en cristales que se coman, como la sal
o el azúcar.
“Para cada una tendremos que buscar la llave precisa,
pero el mecanismo para hacerlo ya lo conocemos”, añadió.
Hasta ahora, Vaca Domínguez ha probado dentro del
cristal una vacuna experimental contra la enfermedad de Aujeszky,
también conocida como pseudorrabia, que afecta a cerdos y
conejos, y a futuro se podrá intentar contra la amibiasis,
la malaria y la influenza.
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