Luego de provocar siete pandemias en el mundo a lo largo
de la historia de la humanidad, el cólera no ha repuntado
en México desde el año 2000, después de que
en la década de 1990, el país padeció un brote
que duró varios años, afirmó Guadalupe Soto
Estrada, académica de la Facultad de Medicina (FM) de la
UNAM.
Sin embargo, la vigilancia epidemiológica de esa
infección, causada por la bacteria Vibrio cholerae,
continúa en todo el territorio nacional, incluso existe una
Norma Oficial Mexicana (NOM) con un manual para garantizar la inmediata
respuesta ante nuevos casos, explicó.
Soto Estrada, jefa de la materia de Salud Pública
II en la FM, aseguró que la última pandemia de ese
padecimiento ocurrió en 1961, y hay especialistas que afirman
que no ha terminado.
“Existen casos, sobre todo en África, en la
parte subsahariana, y en el sureste de Asia. Cálculos epidemiológicos
señalan que en el mundo hay, actualmente, unos cinco millones
de pacientes infectados, y que fallecerán entre 100 mil y
200 mil personas”, comentó.
No obstante, en América Latina hay pocos pacientes
reportados, y el registro anterior se remonta a 1998 en Brasil,
Bolivia, Colombia y Ecuador, señaló.
En 1991, recordó, se propagó en la región,
y en el país hubo reportes, especialmente en el Estado de
México. “Los casos disminuyeron hasta el año
2000. La vigilancia mostró una ‘red negativa’,
es decir, no hubo pacientes infectados registrados”.
Agua y alimentos contaminados
El cólera es una infección intestinal que
provoca diarreas intensas; se expresa entre dos horas y cinco días
después de haber adquirido la bacteria Vibrio cholerae.
“Es muy resistente, sobrevive en agua de mar, en agua dulce,
al aire libre, y se asocia con las heces fecales humanas, que muchas
veces contaminan cuerpos freáticos”, indicó.
Los climas cálidos favorecen su reproducción,
por lo que especialistas estiman que el cambio climático
en el planeta se reflejará en su incremento.
Una persona lo puede adquirir por beber agua y comer alimentos
infectados. “Durante una epidemia, la fuente de contaminación
más frecuente son las heces fecales. La dispersión
se genera en zonas sin higiene, donde se tiene acceso a agua y comida
que se manejan sin lavarse las manos”, dijo.
Tras ser contagiado, el individuo presenta un cuadro inmediato
de diarrea, que en el 80 por ciento de los casos es controlable
con suero oral y medicamentos específicos.
“En el 20 por ciento de los casos la diarrea no cede,
y causa una rápida deshidratación, que puede provocar
la muerte, especialmente en niños menores de cinco años”,
reveló.
En situaciones graves se acompaña de vómito,
ojos hundidos, deshidratación, taquicardia y choque hipovolémico,
consecuencia de la pérdida de líquidos.
Finalmente, la académica de la FM recomendó
como medidas preventivas lavarse las manos, beber y comer agua y
alimentos limpios y, en caso de infección, utilizar de inmediato
suero oral.
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