Algunos de los secretos mejor guardados de la “ciudad
de los dioses” podrían quedar al descubierto con el
hallazgo de un túnel que conduce a una serie de galerías
excavadas por debajo del Templo de la Serpiente Emplumada, donde
pudieran haber sido depositados los restos de los gobernantes de
la antigua ciudad.
Como ha expresado la destacada investigadora universitaria,
Linda R. Manzanilla Naim: “quienes gobernaron sucesivamente
Teotihuacan por seis siglos escondieron sus caras y tumbas, no revelaron
sus nombres, no hicieron patentes sus hazañas, disimularon
sus moradas en el mar de conjuntos arquitectónicos”.
En la excavación, se ha tenido la importante colaboración
de Víctor Manuel Velasco Herrera, del Departamento de Ciencias
Espaciales del Instituto de Geofísica, y su equipo de trabajo,
quienes con la utilización de un georadar lograron determinar
que el túnel tiene una longitud de 100 a 120 metros, así
como la existencia de varias cámaras en su interior.
Ante la imponente oquedad, de cinco metros de diámetro
y, por ahora, 12 metros de profundidad, que apenas deja al descubierto
el techo del túnel, Velasco Herrera aseguró que éste
es uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes
en lo que va del siglo, no sólo de México, sino del
mundo. “Es muy importante que el equipo encabezado por Sergio
Gómez Chávez, del Instituto Nacional de Antropología
e Historia (INAH), haya tenido confianza en la UNAM”.
Ahí, donde se respira un aire diferente -como el
que anuncia un gran hallazgo, que permitirá a los expertos
transitar el conducto subterráneo después de mil 800
años- sostuvo que la aplicación de la ciencia y tecnología
puede ayudar a planificar mejor la exploración, ahorrar tiempo
y disminuir costos.
Así ocurrió en La Ciudadela de Teotihuacan,
donde los universitarios se dieron a la tarea de analizar las señales
registradas por el instrumento para encontrar la entrada del túnel
y calcular su longitud, pero además hallaron, para sorpresa
de todos, la existencia de varias cámaras.
Velasco Herrera explicó que hay diferentes métodos
de exploración geofísica, pero el georadar, que se
coloca en la superficie, “por donde caminan los turistas”,
tiene la ventaja de que no es destructivo. Al enviar las ondas electromagnéticas
no se dañan posibles estructuras, evidencias o datos que
pueden ser fundamentales para los arqueólogos. Además,
el sitio es un “laboratorio ideal”, donde no existe
perturbación de otras señales.
Para realizar los trabajos, se usaron frecuencias entre
25 y 200 Megahertz. “A mayor longitud de onda, mayor penetración
del georadar. Sabíamos que el túnel no podía
estar tan somero; no usamos frecuencias altas porque sólo
penetran unos cuantos centímetros. La decisión de
explorar a más de 10 metros fue correcto”.
Una vez abierto el camino bajo la Tierra, los investigadores
planean localizar cavidades, explorar las paredes para descubrir
posibles fracturas, establecer qué bloquea el paso a 37 metros
de la entrada, entre otras.
También, con el georadar, pretenden hacer una exploración
en el río San Juan, que por estudios preliminares, todo parece
indicar que fue corregido el cauce por los teotihuacanos, así
como un mapeo más detallado de La Ciudadela en 3D para encontrar
otras estructuras que posiblemente están ahí, en espera
de ser descubiertas, dijo Víctor Manuel Velasco.
Una parte muy importante para la ubicación de la
entrada del túnel fue el procesamiento de la información,
se utilizaron el análisis espectral tiempo-frecuencia, inteligencia
artificial, reconocimiento de patrones, entre otros. “La decisión
del arqueólogo Sergio Gómez de excavar ahí
fue fundamental, y se encontró”, añadió.
Al respecto, Gómez dijo que no se tenía ningún
indicio de la ubicación de la “puerta” al túnel.
“Uno de los logros interesantes del proyecto es que con esta
excavación pudimos identificar el lugar exacto del acceso
principal”.
Tlalocan: camino bajo la tierra
La Ciudadela es uno de los complejos arquitectónicos
rituales más importantes de Teotihuacan, que a su vez, tuvo
una extensión de 23 a 25 kilómetros cuadrados y cerca
de 200 mil habitantes. Fue una de las cinco ciudades más
importantes de la antigüedad en el mundo, y su edificio principal
para una época fue el Templo de la Serpiente Emplumada.
Ahí, Gómez recordó que la ciudad fue
construida como una réplica de la forma en que ese antiguo
pueblo concibió el universo. “La importancia del túnel
radica en constituir la ‘materialización’ propia
de una de sus regiones más sobresalientes: el inframundo”.
Creemos, refirió con la mirada en el enorme pozo
cavado y posteriormente rellenado por los propios teotihuacanos
alrededor del año 200 ó 250 de nuestra era, que “este
túnel, de alguna manera, hace alusión o representa
a esa región del cosmos”.
Y esto que vemos aquí, añadió, es
la entrada principal a ese tlalocan o camino bajo la tierra, detectado
en 2003 durante trabajos de conservación del Templo de la
Serpiente Emplumada; se encontró a unos metros otro pozo
(de 80 centímetros de diámetro, pero que por su tamaño,
no podía ser la entrada).
El túnel, ubicado a unos 14 metros de profundidad,
apareció después de meses de trabajo y luego de extraer
en cubetas, hasta el momento, 200 toneladas de piedra y tierra,
y junto con eso, infinidad de materiales arqueológicos.
El camino conduce hacia el centro del Templo de la Serpiente
Emplumada, y su orientación es de oeste a este. “Hemos
logrado ver en la parte superior de la bóveda del túnel
las marcas de las herramientas de piedra, hueso o madera endurecida,
que quedaron impresas en la roca, las que se utilizaron para excavar,
y sabemos que fue construido en ese sentido”.
Y precisamente la entrada al inframundo se realizaba, según
distintos relatos o mitos que compartían diversas culturas
mesoamericanas, en esa dirección. Se trataba de un lugar
de creación, donde residen las fuerzas telúricas,
emanadas de las deidades; el sitio donde se crea y se recrea la
vida de forma constante.
El inframundo también era una región eminentemente
acuática. Cuando los teotihuacanos decidieron hacer esta
oquedad, que es el acceso al túnel, sabían que el
nivel freático se encontraba entre 12 y 15 metros bajo la
superficie.
“Una vez que logremos despejar la entrada, en dos
meses más de trabajo, y podamos ingresar, al final del camino,
quizás puedan localizarse los restos de los gobernantes de
la antigua ciudad de Teotihuacan”, indicó Gómez.
Incógnitas por resolver
Otro misterio más es cómo descendían
al túnel o la ubicación del juego de pelota. “No
se ha encontrado en Teotihuacan una cancha, aunque representaciones
en la pintura mural indican que se practicaban hasta ocho variedades
distintas, incluida la que se realizaba en espacios cerrados, llamado
ulama. Incluso una de ellas parece que está efectuándose
sobre una cancha propiamente”, relató el arqueólogo.
Determinar lo que ocurrió en aquella época
de transformaciones para los teotihuacanos aún requiere de
muchas más investigaciones. Los descubrimientos son muy recientes.
Además del georadar, los expertos usaron un escáner
láser que genera millones de puntos por segundo y, con ello,
se lleva un registro muy fino y detallado de todo lo que se va localizando.
Con esa herramienta también fue posible determinar que a
37 metros de la entrada, la señal láser choca con
“algo”, que podría ser un derrumbe.
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