Contar con un lugar en la educación superior en
México es un privilegio al que lamentablemente otros jóvenes
no pueden acceder, porque tenemos un sistema educativo inequitativo,
aseguró el rector de la UNAM, José Narro Robles.
Hoy día, informó, sólo 18 de cada
100 alumnos que ingresan a la educación básica concluyen
los estudios superiores. El resto, en algún momento, abandona
su preparación. El problema se agrava en el paso del bachillerato
al nivel profesional, y en los primeros semestres de licenciatura.
En la ceremonia de inicio de cursos del ciclo escolar 2010-2011
de esta casa de estudios, dijo que los retos de México en
este ámbito son mayúsculos: más de 33 millones
de personas mayores de 15 años se encuentran en situación
de rezago; somos un país cuyo nivel promedio de escolaridad
apenas rebasa los ochos años, además del elevado número
de jóvenes que no tienen cabida en el sector educativo ni
en el mercado de trabajo.
Narro Robles dijo a los estudiantes de bachillerato y licenciatura
presentes que son afortunados, porque forman parte del 60 por ciento,
que en el ámbito nacional, puede cursar la educación
media superior. Quienes lo hacen en los estudios profesionales y
en los programas de posgrado, forman parte del 30 por ciento de
los jóvenes que reciben esa oportunidad.
En el auditorio Raoul Fournier Villada de la Facultad
de Medicina, comentó que ellos han logrado, por méritos
propios, un sitio en la UNAM, una institución prestigiada.
“Llegan a una gran casa de estudios, grande no sólo
por su tamaño, sino por sus logros y por su potencial”.
Por su parte, Juliana González Valenzuela, profesora
emérita de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL),
subrayó que la Universidad, la de 1910, todavía no
autónoma, fue creada con ideales vigentes un siglo después.
Esta casa de estudios ha cumplido con sus valores y ha
enriquecido de manera extraordinaria sus horizontes y su misión.
En estos cien años, la institución ha formado parte
decisiva del cerebro del país, si se considera que en este
último residen no sólo la conciencia y la razón,
sino también las emociones más puras y más
intensas, así como los impulsos vitales que nos mueven a
actuar.
Por los estudiantes de licenciatura, Benjamín Hernández
Rodríguez, de la Facultad de Ciencias, consideró necesario
que los alumnos nunca nos pongamos fronteras; esa palabra ni siquiera
debiera existir, lo imposible sólo se llama así porque
no ha habido alguien que se haya atrevido a hacerlo.
En ese sentido, Montserrat Ulloa Sandoval, del plantel
6 Antonio Caso, de la Escuela Nacional Preparatoria, reconoció
que a lo largo de su vida ha tenido que tomar decisiones, pero “de
lo que siempre estuve segura es que tenía que estudiar en
la UNAM, por todo lo que representa para mí”.
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