La movilidad de las especies es un proceso natural, se
trasladan de un sitio a otro a través del aire, mar o tierra;
sin embargo, este fenómeno se ha convertido en un problema
por la acción del hombre.
Por actividad humana se introducen especies que de otra
manera nunca colonizarían esos espacios. “Las transportamos
de un continente a otro, o de un país a otro, muchas veces
con efectos negativos en los ecosistemas locales y en la conservación
de los grupos”, señaló Mireya Imaz Gispert,
coordinadora del Programa Universitario del Medio Ambiente (PUMA)
de la UNAM.
Este traslado de flora, fauna y microorganismos no sólo
ocurre de modo legal o ilegal, sino también por accidente.
“Se nos puede pegar un organismo en el zapato, un animal pequeño
en el auto, en la maleta o en el camarote”, explicó.
La introducción a un nuevo hábitat puede
provocar el desplazamiento de especies nativas, pues en ocasiones
se modifica el entorno a través de cambios físico-químicos,
competencia por recursos o por espacio, entre otros.
Esto, dijo, afecta la biodiversidad del planeta. Las invasoras
se consideran uno de los agentes más importantes en el proceso
de desaparición de poblaciones locales en el orbe, apuntó.
Un ejemplo, recordó, es el pez blanco de Pátzcuaro.
La pesca no sustentable y la contaminación del lago lo mermaron,
pero la crisis se agravó cuando se introdujo la carpa para
disminuir la presencia de lirio acuático, sin considerar
que representaba una amenaza para aquél.
“El resultado es que el blanco de Pátzcuaro
está en severo riesgo por las alteraciones que las personas
hemos hecho a su entorno”, aseveró.
Imaz Gispert subrayó la importancia de las leyes
que protegen y regulan el tráfico de especies, pero si no
existe conciencia sobre el impacto de sus acciones, no hay esperanza.
Entonces, es fundamental la información para entender las
consecuencias ambientales.
Otro ejemplo es el caso de los perros y gatos. “Es
muy satisfactorio tener una mascota, pero hay quienes piensan que
si se hartan, la solución es echarlos a la calle. En la Reserva
del Pedregal de San Ángel, en CU, existen felinos y canes
que no forman parte de la fauna local, y generan problemas para
la conservación de aves y pequeños mamíferos”,
abundó.
Por otra parte, acotó, en todo medio ambiente hay
más de un grupo que cumple la misma función, se puede
quitar a uno y probablemente otro asuma su misión; a eso
en ecología se le conoce como redundancia de especies, pero
siempre la desaparición de una disminuye la variedad del
entorno y, por tanto, se reduce la biodiversidad.
“Si se registra alguna catástrofe, cualquier
afectación a la especie que cumple una función hará
que el ecosistema colapse; es decir, mientras menos diversidad,
menor capacidad para responder a las perturbaciones, porque más
débil es el sistema en su conjunto”, explicó.
La biodiversidad en México tiene muchos enemigos:
los cambios en el uso del suelo, la extracción de especies,
la destrucción de hábitats y la introducción
de especies exóticas.
“Su pérdida nos hace más frágiles
frente a cualquier inclemencia ambiental, incluido el cambio climático,
y a menor variedad biológica, más pobres seremos como
país y como pueblo”, concluyó.
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