Boletín UNAM-DGCS-459
Ciudad Universitaria.
06:00 hrs. 3 de agosto de 2010

Mireya Imaz Gispert


INTRODUCCIÓN DE ESPECIES POR DECISIÓN HUMANA, UN RIESGO A LA BIODIVERSIDAD

 

• La movilidad de plantas es un proceso natural, pero cuando las personas las trasladan e implantan en ecosistemas donde no existían, pueden generar severos problemas para las nativas
• Las invasoras se consideran uno de los agentes más importantes en el proceso de desaparición de poblaciones y especies en el orbe, dijo Mireya Imaz Gispert, coordinadora del Programa Universitario del Medio Ambiente de la UNAM

La movilidad de las especies es un proceso natural, se trasladan de un sitio a otro a través del aire, mar o tierra; sin embargo, este fenómeno se ha convertido en un problema por la acción del hombre.

Por actividad humana se introducen especies que de otra manera nunca colonizarían esos espacios. “Las transportamos de un continente a otro, o de un país a otro, muchas veces con efectos negativos en los ecosistemas locales y en la conservación de los grupos”, señaló Mireya Imaz Gispert, coordinadora del Programa Universitario del Medio Ambiente (PUMA) de la UNAM.

Este traslado de flora, fauna y microorganismos no sólo ocurre de modo legal o ilegal, sino también por accidente. “Se nos puede pegar un organismo en el zapato, un animal pequeño en el auto, en la maleta o en el camarote”, explicó.

La introducción a un nuevo hábitat puede provocar el desplazamiento de especies nativas, pues en ocasiones se modifica el entorno a través de cambios físico-químicos, competencia por recursos o por espacio, entre otros.

Esto, dijo, afecta la biodiversidad del planeta. Las invasoras se consideran uno de los agentes más importantes en el proceso de desaparición de poblaciones locales en el orbe, apuntó.

Un ejemplo, recordó, es el pez blanco de Pátzcuaro. La pesca no sustentable y la contaminación del lago lo mermaron, pero la crisis se agravó cuando se introdujo la carpa para disminuir la presencia de lirio acuático, sin considerar que representaba una amenaza para aquél.

“El resultado es que el blanco de Pátzcuaro está en severo riesgo por las alteraciones que las personas hemos hecho a su entorno”, aseveró.

Imaz Gispert subrayó la importancia de las leyes que protegen y regulan el tráfico de especies, pero si no existe conciencia sobre el impacto de sus acciones, no hay esperanza. Entonces, es fundamental la información para entender las consecuencias ambientales.

Otro ejemplo es el caso de los perros y gatos. “Es muy satisfactorio tener una mascota, pero hay quienes piensan que si se hartan, la solución es echarlos a la calle. En la Reserva del Pedregal de San Ángel, en CU, existen felinos y canes que no forman parte de la fauna local, y generan problemas para la conservación de aves y pequeños mamíferos”, abundó.

Por otra parte, acotó, en todo medio ambiente hay más de un grupo que cumple la misma función, se puede quitar a uno y probablemente otro asuma su misión; a eso en ecología se le conoce como redundancia de especies, pero siempre la desaparición de una disminuye la variedad del entorno y, por tanto, se reduce la biodiversidad.

“Si se registra alguna catástrofe, cualquier afectación a la especie que cumple una función hará que el ecosistema colapse; es decir, mientras menos diversidad, menor capacidad para responder a las perturbaciones, porque más débil es el sistema en su conjunto”, explicó.

La biodiversidad en México tiene muchos enemigos: los cambios en el uso del suelo, la extracción de especies, la destrucción de hábitats y la introducción de especies exóticas.

“Su pérdida nos hace más frágiles frente a cualquier inclemencia ambiental, incluido el cambio climático, y a menor variedad biológica, más pobres seremos como país y como pueblo”, concluyó.

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Las leyes que protegen y regulan el tráfico de especies son importantes, pero si no existe conciencia entre las personas sobre el impacto de sus acciones, no hay esperanza, dijo Mireya Imaz.