Boletín UNAM-DGCS-438
Ciudad Universitaria.
06:00 hrs. 23 de julio de 2010

 


FUNDAMENTAL, LA LABOR DEL “CUIDADOR” DE ENFERMOS

 

• En los últimos años, la atención a pacientes por personas que no pertenecen al sector salud se ha incrementado notablemente, afirmó Bertha Ramos del Río, profesora de la FES Zaragoza
• La asistencia encomendada es de larga duración, incluso por tiempo indefinido; por ello, al paso del tiempo los cuidadores empiezan a presentar estragos en su salud física o emocional
• La universitaria ha trabajado en la implementación de programas de intervención breves, donde se les hace conscientes de la importancia de su labor y de desarrollar habilidades para afrontar su situación y cuidar de sí mismos

En los últimos años, la atención de enfermos por personas que no pertenecen al sector salud se ha incrementado notablemente, debido a factores como el incremento de los padecimientos crónico-degenerativos, los avances tecnológicos que favorecen mayor supervivencia de pacientes crónicos y con discapacidad, los cambios en la estructura demográfica que deriva en el aumento de la población anciana, y por la incorporación de mujeres al campo laboral, entre otros.

La situación anterior ha derivado en una alta demanda de atención en las unidades hospitalarias, por lo que muchos pacientes son encomendados a cuidadores informales, aquellos que, aunque no pertenecen al equipo de salud institucional, ni se han formado como tales, son responsables directos de su atención en casa, explicó Bertha Ramos del Río, académica de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Zaragoza de la UNAM.

Aunque su participación es considerada fundamental, se le ha prestado poca o ninguna importancia a los riesgos e implicaciones en cuanto al bienestar físico y emocional, pues muchas veces en el proceso llegan a sobrecargarse, agotarse y colapsarse ante requerimientos o demandas del afectado, apuntó.

Esta labor no es remunerada y es considera poco valiosa porque se realiza en el seno de las relaciones privadas o familiares. A nivel social, cuidar a un enfermo es responsabilidad de la familia y, por tanto, “parte de las tareas domésticas”, que muchas veces se asumen como “cosa de mujeres”, señaló.

Efectivamente, abundó, el rol de cuidador es asumido en mayor medida por ellas, situación no casual, porque asistir a otros es una función que culturalmente les ha sido asignada, y socialmente impuesta.

Sin embargo, estudios recientes refieren que cuando la edad del paciente es menor, particularmente niños y adolescentes, esa tarea es compartida entre ambos sexos. También, se informa que el sistema sanitario formal proporciona aproximadamente un 25 por ciento del tiempo total de los cuidados de salud, y el resto, se hace en el hogar del paciente.

A su vez, la Encuesta Sociodemográfica del Envejecimiento del Consejo Nacional de Población, muestra que la incapacidad aumenta particularmente en individuos mayores a 80 años, abundó la compiladora del libro “Emergencia del cuidado informal como sistema de salud”.

Los cuidadores informales y el menoscabo emocional

Ramos del Río ha trabajado, desde hace más de siete años, en investigaciones sobre el cuidado informal, en diversas instituciones sanitarias, y ha abordado temas como el estrés y la carga del cuidador, y el desarrollo de instrumentos psicológicos que valoran la situación de los cuidadores, entre otros.

De acuerdo a las observaciones y resultados, la especialista en psicología de la salud destacó que en la vida cotidiana la función de los cuidadores informales es totalmente ignorada, y sólo es evidente, en la medida en que faltan o están ausentes.

A veces, asumen su función de una manera voluntaria, pero otras tantas, lo hacen como una imposición de los propios familiares por tratarse de alguien que no trabaja, por ser el más joven, por vivir en el mismo lugar del afectado, o por ser una mujer sin hijos.

Esta asistencia y responsabilidad se caracteriza por ser de larga duración, incluso por tiempo indefinido. Se invierten más de 12 horas diarias. Por ello, al paso del tiempo los cuidadores empiezan a mostrar estragos en su salud física y emocional.

En ese contexto, presentan lo que se denomina “carga del cuidado”, que incrementa sus niveles de estrés. “Puede ser ocasionada tanto por el propio trabajo, como por cuestiones económicas, familiares y personales”, comentó la experta.

También, pueden sentir dolor crónico en la espalda, problemas vasculares, en las piernas, trastornos del sueño, cansancio, cambios en la alimentación, depresión y ansiedad, éstas últimas ocasionadas por la incertidumbre que le provoca el estado del afectado.

Aunado a ello, debe considerarse que, por lo regular, nunca recibieron entrenamiento y nadie les enseñó cómo realizar ciertas actividades como asear al paciente, cambiar un pañal, hacer curaciones, administrar medicamentos o controlar sus reacciones de ira.

Alternativas para los cuidadores

Como los cuidadores aprenden por ensayo y error, es necesario entrenarlos, y ofrecerles apoyo emocional y de autocuidado para que puedan seguir con sus funciones el tiempo que sea necesario.

Junto con su equipo de la carrera de Piscología, del Programa Psicología de la Salud, Ramos del Río ha laborado con estas personas en la implementación de programas de intervención breves en sitios como el Hospital General de México, el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias, y el Centro de Rehabilitación Infantil Teletón de Tlanepantla, entre otros.

Como primera medida, se les informa qué es y qué hace un cuidador, porque muchas veces no se sienten inmersos en este rol; se les hace tomar conciencia sobre la importancia de su labor, pero también de su salud; se les enseña a manejar el estrés, a organizar su tiempo, y habilidades que pueden facilitar su tarea.

Otra parte importante dentro de este entrenamiento es prepararlos para la muerte del enfermo, porque existe poca cultura al respecto. Con esta labor, en los hospitales visitados ya se reconoce su función, y se les considera como cuidadores, y no sólo como familiares del paciente, concluyó.

--oOo--

 

Fotos

En la mayoría de los casos, la labor del cuidador no es remunerada, porque se considera poco valiosa debido a que se realiza en el seno de las relaciones privadas o familiares, afirmó Bertha Ramos del Río.