Los kikapú o kikaapoa, que desde hace casi
200 años habitan en territorio mexicano, se encuentran en
riesgo de transformarse; están en peligro de perder su idioma
y sus costumbres, y al contar con un casino en su reservación
estadounidense, podrían convertirse en una tribu empresarial,
o sólo con remanentes étnicos.
Esta tribu algonquina de cazadores y recolectores de Los
Grandes Lagos, que habita tanto en México como en la Unión
Americana, logró instalar en 1996 el casino Lucky Eagle,
en el condado de Maverick, a unos 13 kilómetros de Eagle
Pass, Texas.
No obstante, la administración de las ganancias
por personas no-kikapú, y la falta de una distribución
equitativa, propiciaron un grave problema de poder al interior del
grupo, señaló Elisabeth A. Mager Hois, catedrática
de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán de la
UNAM.
Cuentan con tres reservaciones: en Kansas, donde habitan
unos 470; otra en Oklahoma (tierra parcelada y federal), con mil
104, y una más en Texas, con 880. En la parte mexicana, se
ubican en El Nacimiento, Coahuila, donde viven 164, según
el INEGI.
Es un grupo que no ha perdido la costumbre de migrar, y
lo hace constantemente; además, existe una relación
estrecha entre los kikapú de El Nacimiento, los de Oklahoma,
y la Kickapoo Traditional Tribe, de Texas, comentó.
Seguramente, en el futuro este pueblo no seguirá
viviendo como un grupo tradicional, pues tiene mucha influencia
estadounidense por los medios de comunicación, y por la formación
de sus hijos en escuelas del país vecino, que no son bilingües
ni biculturales, y en donde inculcan la ideología de esa
nación, dijo.
Después de un largo período de rechazo a
una formación oficial, ahora los jóvenes se acostumbran
a ese estilo de vida, y corren el riesgo de perder su idioma, porque
entre ellos hablan más inglés que kikapú.
En la actualidad, los integrantes que viven del otro lado
de la frontera lo hacen al “estilo americano”, y cuando
regresan a El Nacimiento, buscan continuar con sus tradiciones ancestrales.
Sin embargo, esta fusión de dos culturas y las diferencias
sociales, que surgieron a través del casino Lucky Eagle,
aumentó los índices de alcoholismo y drogadicción,
que derivan en consecuencias delictivas en su reservación.
Además, mientras continúan con sus ceremonias
en la parte mexicana, muchas tribus de América del Norte
sólo practican sus danzas en forma de powwos con
un carácter comercial y, en gran medida perdieron su lengua,
porque no cuentan con un refugio cultural, como El Nacimiento, indicó
Mager Hois, que por años ha investigado a este grupo autóctono.
Una tribu binacional
La especialista universitaria refirió que los kikapú
son una tribu binacional, México-Estados Unidos. En sus inicios
vivía en la zona de los Grandes Lagos, pero a la llegada
de los europeos –franceses (1610-1763), ingleses (1763-1771),
y posteriormente de los norteamericanos– fue expulsada de
su territorio (1819), debido a la derrota de Fallen Timbers
en 1794, después de una larga lucha de resistencia.
En el “camino de las lácrimas” fueron
trasladados, junto con otras tribus al otro lado del Misisipi, a
la reservación de Misuri; luego, con una reducción
drástica de su territorio, a la de Kansas. Cuando empezó
la parcelación de la tierra y el fraude de las compañías
ferrocarrileras, los más resistentes, llamados war makers,
que no querían ser encerrados en una reserva territorial,
ni controlados a través de los boarding schools,
marcharon al sur, primero a Texas, y después a Coahuila.
En México, Benito Juárez les otorgó
tierras comunales (1859) de tres mil 510 hectáreas, a cambio
de defender la frontera norte contra los apaches y los comanches.
Después, con Lázaro Cárdenas, este territorio
llegó a una extensión de siete mil 22 hectáreas,
por el aumento de terreno ejidal para el ganado.
En nuestra nación, tuvieron libertad para ejercer
sus tradiciones; además, contaron con una superficie para
la agricultura, la ganadería y la cacería, su actividad
principal en los Grandes Lagos, aunque en forma limitada y sólo
para fines ceremoniales. Pero una temporada de sequía, ocurrida
entre 1940 y 1942, los orilló a migrar nuevamente a Estados
Unidos, donde trabajaron como jornaleros en los campos de cultivo.
Por años siguieron ese estilo de vida: permanecían
seis meses en el país vecino, y la otra mitad del año
en el ejido El Nacimiento, ubicado en el municipio de Múzquiz,
Coahuila, donde podían cultivar la tierra y celebrar sus
ritos religiosos.
Ante la falta de trabajo permanente, decidieron conseguir una propiedad
en Texas, porque el asentamiento provisional bajo el puente internacional
en Eagle Pass, conocido como Little Heart, fue mal visto
por las autoridades de esta localidad; por ello, se vieron obligados
a buscar un terreno legal y solicitar la ciudadanía en la
Unión Americana.
Lucharon por ser federalmente reconocidos como tribu estadounidense,
la Kickapoo Traditional Tribe of Texas (1983), condición
concretada en la ley P.L.97-429; se les otorgó el derecho
a una tierra o reservación con los beneficios que se otorgan
a los indígenas de esa nación, así como el
derecho de instalar el Kickapoo Lucky Eagle Casino.
Ello marcó un cambio estructural de jornaleros a
empresarios de la industria de los juegos de azar.
No obstante, regresan a El Nacimiento, su segunda residencia,
donde descansan los fines de semana, celebran sus ceremonias ancestrales
y entierran a sus muertos, por ser ésta una tierra sagrada.
Aquí, sus campos son cultivados por los “mascogos negros”,
refirió.
Las tribus y los casinos
Otros grupos tienen problemas similares. Mager Hois trabaja
en el proyecto Casinos y poder en las tribus norteamericanas,
como en la Morongo Band of Mission Indians de California,
que posee uno lujoso al que acuden los ricos de California.
Se trata de los coahuilla y serrano, indígenas de
la familia lingüística uto-azteca, integrados al sistema
capitalista, que casi no hablan su idioma y ya no fabrican artesanías,
prefieren comprarlas a otros pueblos, como los navajos, para venderlas
en el Morongo Casino Resort.
También está la Fort Mojave Indian Tribe
de Nevada/California/Arizona, de la familia lingüística
yuman, que aún posee valores arraigados. Conserva su idioma
y sus integrantes están orgullosos y conscientes de sus costumbres.
Su economía florece a través del Avi Resort &
Casino, cerca de Las Vegas, que les permite mantener una planta
energética y un área extensa de campos de cultivo.
Pero el pueblo nativo estadounidense más numeroso
es el navajo, con 298 mil personas, que habitan el sudoeste: Arizona,
Nuevo México, Utah y Colorado, junto con un grupo que ocupa
una pequeña zona de Chihuahua y Sonora, al norte de México.
Es una tribu que aún conserva muchas de sus tradiciones,
pero que ya cuenta con un casino, después de una larga resistencia
a la industria de los juegos de azar.
La política de autodeterminación de la Unión
Americana fomentó, a través de la instalación
de estos centros en las reservaciones indias, el desarrollo económico
de las tribus, pero generó su asimilación a la sociedad
estadounidense.
Es decir, lo que no logró por medio de las armas,
lo puede conseguir mediante la manipulación y la integración
de esos pueblos al sistema capitalista. “Si no están
conscientes de lo que está ocurriendo, se convertirán
en norteamericanos y perderán, poco a poco, sus costumbres”,
concluyó.