Las especies invasoras de plantas son una amenaza para
la biodiversidad mexicana y mundial, incluso para la economía,
porque pueden afectar sistemas de producción y se gastan
billones de dólares en su control, afirmó Karina Boege
Paré, investigadora del Instituto de Ecología (IE)
de la UNAM.
En México, se desconoce el estatus de muchas de
esas invasiones biológicas; por ello, el IE colabora con
el Instituto Nacional de Ecología (INE) de la secretaría
del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), para conocer
la situación y hacer recomendaciones de políticas
enfocadas a su control.
Cuando una especie invasora se introduce en una comunidad
natural y prospera, se dispersa y desplaza a las plantas nativas,
con importantes efectos ecológicos indirectos. Por ejemplo,
puede influenciar la cantidad de polinizadores disponibles en una
región, pues los que antes polinizaban a especies originarias,
ahora lo hacen con las exóticas.
Otras plantas absorben gran cantidad de agua y dejan sin
ella al resto, y unas más, como los pastos, se convierten
en “combustible” y origen de incendios, que afectan
a las comunidades naturales.
Como parte del estudio, emprendido hace un año,
se ha detectado que de la lista de 600 especies exóticas
que existen en el país, 198 se han reportado dentro de comunidades
naturales.
“De ellas, dos especies en específico tienen
un grado de invasibilidad extremo (los pastos Bambusa vulgaris
y Andropogon gayanus); 38 alto, 68 moderado y el resto,
bajo o muy bajo. Esto permite concentrar la atención en un
número menor de especies, detectar realmente cuáles
son las prioridades a escala nacional y estatal, sobre todo porque
los recursos federales para atacar problemas ambientales son limitados”,
acotó.
El grupo de científicos, del que forma parte la
académica universitaria, averiguó que las entidades
con mayor número de plantas invasoras son Chihuahua, Nuevo
León, San Luis Potosí, Tamaulipas y Sinaloa, y las
que tienen menos, Colima, Hidalgo, Puebla, Tlaxcala y Guanajuato.
Sin embargo, Durango, Estado de México, Tabasco,
Veracruz y Quintana Roo, tienen mayor número ponderando el
área de sus territorios, y Tlaxcala, Sinaloa, San Luis Potosí
y Querétaro, la menor cifra por kilómetro cuadrado.
También, se encontró que no existe una sola
especie que sea invasora a nivel nacional; ello significa que es
necesario hacer análisis regionales, porque algunas representan
un problema extremo en ciertas regiones, y mínimo en otras.
Boege Paré expuso que el llamado zacate Buffel (Cenchrus
ciliaris) es de los más agresivos que se han encontrado.
En Baja California Sur, Sonora, Tamaulipas, Nuevo León y
Estado de México tiene un grado de invasibilidad muy alto.
No obstante, la experta aclaró que una planta exótica
no necesariamente es invasora. El mencionado pasto –que se
ocupa como forraje para ganado– se catalogaría como
una especie exótica de cultivo, pero el hecho de que ya se
encuentre en el matorral xerófilo del desierto chihuahuense,
lo convierte en invasor.
La familia de los pastos Poaceae es la que tiene
el mayor número de especies invasoras en territorio nacional;
en ese mismo rango se han detectado plantas acuáticas de
varias familias.
Los científicos también se preguntaron qué
tan vulnerables son las áreas naturales protegidas, y para
obtener una respuesta, se usaron los mapas de distribución
potencial que han modelado para distintas especies de esas plantas
y se sobrepusieron a los de las zonas protegidas en el país.
“De esta manera podemos detectar, por ejemplo, las
especies que tienen el potencial de invadir la Reserva de la Biosfera
de los Tuxtlas, lo que permitiría enfocar los esfuerzos para
descubrir su presencia y controlar sus poblaciones”, dijo
Boege Paré.
La experta señaló que para llegar a estos
primeros resultados, el equipo del IE y del INE consultó,
por medio de 22 talleres, a 50 expertos en botánica y ecología
de todo el país, “quienes van al campo y pueden decirnos
si han visto las especies o no. Ahora, queremos regresar para validar
los modelos. Se trata de un proceso en el que los estamos consultando
para ajustar nuestras conclusiones”.
Ante el cambio climático
Expuso que otra inquietud es qué sucederá
con estas especies e invasiones en un escenario de cambio climático
global. Usando modelos de nicho, a partir de ciertos puntos de colecta
y datos geográficos, es posible modelar la distribución
potencial y determinar si puede ocurrir en una cierta región
del país.
Además, ya existen predicciones de cómo se
alterará el ambiente y la temperatura a lo largo de los próximos
años, por lo que se puede predecir cómo se modificará
la repartición de esas plantas.
Las proyecciones para 2010 y 2050 indican que, de acuerdo
con la especie, se modificará su distribución. Por
ejemplo, el zacate Buffel, en la actualidad, podría ocupar
alrededor de 710 mil kilómetros cuadrados del territorio
nacional. Para el 2020, no se observa ningún cambio, pero
al 2050, se daría un aumento de 15 por ciento. “Las
condiciones serán más favorables para esta especie”.
Otras, como el pasto Poa anua podrían aumentar
su rango de distribución en 16 por ciento para 2020; pero
para el 2050, se predice un cambio en las condiciones climáticas
que provocaría su retracción.
En la siguiente etapa del proyecto, finalizó Boege
Paré, se realizarán investigaciones de la ecología,
genética y demografía de las especies exóticas
invasoras, para detectar cuáles estadios de su desarrollo
son los más vulnerables, cómo se dispersan y germinan.
“Necesitamos tener información básica para dar
recomendaciones más concretas y atacar cada problema específico”.