Boletín UNAM-DGCS-423
Ciudad Universitaria.
06:00 hrs. 16 de julio de 2010

 


LENGUAJE Y EMOCIONES EN LA CULTURA MAYA

 

• Desde la mirada antropológica y lingüística, Gabriel Bourdin Rivero, del IIA de la UNAM, aborda sus códigos, que reflejan cómo sienten, piensan y se relacionan sus hablantes entre sí
• A diferencia de lo que sucede con nosotros, la noción de alegría entre los mayas actuales no implica una emoción eufórica, sino un estado de tranquilidad, dijo

No es posible imaginar una emoción sin algún tipo de modificación corporal, casi siempre involuntaria, como la aceleración del pulso, el rubor derivado de la presión sanguínea alta y el temblor en alguna parte del cuerpo, consideró, a finales del siglo XIX, el psicólogo estadounidense Williams James.

Por otra parte, muchos antropólogos piensan que esas alteraciones del ánimo incluyen también un componente cultural, social y lingüístico.

“Los conceptos emocionales usados en una sociedad están, en parte, expresados, manifestados y clasificados en términos lingüísticos; es decir, la lengua es un fragmento de la cultura y las emociones son un modelado de la misma”, afirmó Gabriel Bourdin Rivero, académico del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM.

En la lengua maya existen palabras que involucran distintas partes del cuerpo para referir emociones. “Por ejemplo, el órgano privilegiado en ese pueblo para hacer alusión a esos sentimientos es el corazón.

“Lo consideran el centro anímico fundamental del cuerpo. Básicamente, utilizan tres términos: puczikal, que se refiere al corazón en su aspecto material; ool, que lo alude en su aspecto anímico y psicológico, y oolal, que es un derivado de ool”, dijo.

Otros ejemplos de cómo se utilizan algunas partes del cuerpo para nombrar ciertas emociones en maya yucateco, extraídos de la tesis de Bourdin Rivero, son:

Tak puczikal, su significado literal es pegar corazón, y su acepción en español, enamorado; cii ool, gustoso, contento; kom ool, hoyo corazón, triste; tz’ib ool, dibujar corazón, deseoso; nib ool, arder corazón, deseoso; lep’ ool, pellizcar corazón, enojado, y nat’ cal, cerrada garganta, enojado.

Bourdin Rivero obtuvo la maestría con el escrito “El cuerpo humano entre los mayas. Una aproximación lingüística”, y el doctorado con la tesis “El léxico de las emociones en el maya yucateco”.

Con el segundo trabajo –que ganó en 2009 el Premio Wigberto Jiménez Moreno a la mejor tesis de doctorado en el área de lingüística, que otorga anualmente el Instituto Nacional de Antropología e Historia– encontró que, en ese sentido, existen palabras que involucran distintas partes del organismo.

Desde la mirada antropológica y lingüística, el universitario abordó esos códigos que reflejan cómo sienten, piensan y se relacionan entre sí los miembros de la comunidad.

“Trabajo el tema de la relación entre el cuerpo humano, las emociones, la cultura y la lengua. Mi enfoque metodológico es el de la antropología lingüística y mi objetivo es analizar el cuerpo y sus procesos biológicos en sus aspectos significantes en todo aquello que tiene que ver con la semiótica; es decir, sus procesos biológicos como un signo o un conjunto complejo de signos”, agregó.

“Pellizco en el corazón”

Comúnmente, se cree que las emociones son homogéneas y universales, pero en realidad no es así. Por ejemplo, el enojo en español varía de significado, según la cultura.

“A partir de ciertas bases generales, vinculadas con cierto tipo de reacciones fisiológicas, se han creado diversas formas de expresar la idea que, ante algo malo que hace o dice alguien, provoca una reacción. Éste sería el único elemento universal para el tipo de emoción que llamamos enojo en español, o anger en inglés”, añadió el miembro del Sistema Nacional de Investigadores.

Noción de persona

Los mayas actuales se dividen en 31 grupos etno-lingüísticos diseminados en el sureste de México y en buena parte de Centroamérica. Todos tienen una visón múltiple de la composición de la persona, y junto al cuerpo físico existe un grupo de entidades anímicas.

“En su tradición se habla de varios entes anímicos que componen la estructura de la persona humana, como el denominado ool, que se localiza en el núcleo, en la médula del cuerpo, y el denominado pixán, que se desprende del cuerpo tras la muerte.

“En el caso de los pueblos de los altos de Chiapas, hay una dualidad entre un ch’ulel, un yo muy íntimo que está en la sangre, y un waay, especie de doble animal, asociado al individuo desde su nacimiento; se cree que habita en una montaña sagrada y que puede ser un lobo o un jaguar. Algunos individuos, como los curanderos tradicionales, acumulan varios waay a lo largo del tiempo”, explicó.

Diferencias con la cultura occidental

De acuerdo con el investigador universitario, el aspecto lingüístico de las emociones (la forma en que hablamos de ellas, las clasificamos y las expresamos) no sólo manifiesta estados internos de los individuos, también los fabrica.

“Lo que decimos no sólo expresa, también construye lo que sentimos. El habla es, de algún modo, el límite de lo que podemos pensar y sentir. La lengua no es únicamente la expresión de algo, sino una condición sine qua non para pensar ese algo”, señaló.

Al intentar comprender el mundo emocional de los mayas, surgen diferencias con la cultura occidental, porque en ésta se separa el cuerpo de la mente y lo emotivo de lo racional.

Aplicaciones prácticas

Las aplicaciones prácticas derivadas de un trabajo de investigación como el que desarrolló Bourdin Rivero se dan en forma gradual.

“Una población como la maya, sometida a condiciones adversas de alimentación y salud, genera un gran estrés emocional. De ahí la importancia de conocer sus concepciones al respecto, para buscar que mejoren sus condiciones de vida”, concluyó el doctor en antropología.

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Fotos

En la tradición maya existen entes anímicos, que componen la estructura de la persona, como el ool, que se localiza en la médula del cuerpo, y el pixán, que se desprende del cuerpo tras la muerte.