Boletín UNAM-DGCS-418
Ciudad Universitaria.
06:00 hrs. 13 de julio de 2010

Roberto Iglesias Prieto


AFECTA BLANQUEAMIENTO A ARRECIFES DE CORAL

 

• El fenómeno se presenta por el incremento de la temperatura del océano, que pone en juego la viabilidad de esos ecosistemas
• Roberto Iglesias Prieto, del ICMyL de la UNAM, dijo que el aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero, derivan en el calentamiento global, y tienen otra implicación sobre los corales: la acidificación de las capas superiores del océano

En México, no sólo hay cada vez menos corales, en prácticamente todos los arrecifes se ha observado el fenómeno conocido como blanqueamiento, o pérdida de pigmentación, por el incremento de la temperatura del océano que, a pesar de no ser en apariencia considerable –entre 1.5 y dos grados centígrados por arriba del promedio en verano–, pone en juego la viabilidad de esos ecosistemas, afirmó Roberto Iglesias Prieto.

El jefe de la Unidad de Sistemas Arrecifales del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICMyL), con sede en Puerto Morelos, Quintana Roo, expuso que científicos universitarios han descubierto el vínculo que existe entre la temperatura y la habilidad de los corales para colectar radiación solar.

Cuando esos organismos experimentan temperaturas superiores a las normales, explicó, disminuye la capacidad de hacer fotosíntesis de las microalgas que habitan en ellos; sin embargo, absorben la misma cantidad de luz, es decir, energía solar en exceso.
Normalmente, la luz del Sol pasa por la capa de tejido de los corales, donde también hay algas; una parte se absorbe, otra llega al esqueleto y regresa. En sí mismos son muy eficientes para absorber la energía solar, pero cuando pierden pigmentos, por desgracia, se vuelven aún más “eficaces”, y pueden morir.

De ese modo, un incremento muy pequeño en la temperatura desencadena la propagación del blanqueamiento de toda la comunidad coralina, y compromete a todo el ecosistema. Tal hallazgo, consideró el científico, es la contribución más importante de su grupo de investigación: haber determinado cómo el estrés térmico que sufren los corales se traduce a estrés por exceso de energía lumínica.

Relación simbiótica

Iglesias recordó que un arrecife es una estructura geológica, resultado del carbonato de calcio que depositan los corales. “Es una montaña hecha de ‘rocas’ que van creciendo, cada una, por separado”.

Estos organismos, en apariencia plantas, son en realidad animales carnívoros, colonias formadas por miles de pólipos, cada uno dotado de tentáculos para comer. Su esqueleto de carbonato de calcio da forma a esa estructura.

El color de los corales está dado por la presencia de las grandes cantidades de algas que viven dentro de las células de sus tejidos (donde realizan la fotosíntesis), llamadas zooxantelas, del género Symbiodinium. Pero cuando la temperatura del agua oceánica aumenta, las algas dejan de hacer fotosíntesis y contribuir al metabolismo del coral, que las expulsa, y al hacerlo, se blanquea.

La superficie de los arrecifes de coral ocupa menos del dos por ciento de la costa del país y de la superficie de los océanos del mundo, pero su valor no reside en el área misma; ese pequeño espacio, a nivel global, contiene 25 por ciento de las especies del planeta.

Se trata de sitios de enorme biodiversidad que brindan a la sociedad servicios tan importantes como la protección de la zona costera contra tormentas tropicales y huracanes, y el mantenimiento de pesquerías relevantes, como la de langostas, además de su espectacular belleza, que atrae a millones de turistas.

El peor enemigo

Recientemente, expuso el científico, se han experimentado temperaturas oceánicas por arriba del promedio y de largo plazo, resultado del calentamiento global. Aunque ya antes se habían reportado, la primera vez que se observó el problema del blanqueamiento de coral a gran escala fue en 1982, durante la presencia de El Niño.

Inicialmente, se relacionó con ese fenómeno, consistente en el aumento de la temperatura de las aguas del Océano Pacifico. No obstante, “ahora lo observamos en sitios donde no está relacionado El Niño, como el mar Caribe, debido a que el planeta se está calentando”.

En 1996, se registró un blanqueamiento enorme en los océanos Índico y Pacífico, que derivó en la muerte de 16 por ciento de los corales de todo el planeta, recordó el jefe de la Unidad, que forma parte del programa Coral Reef Targeted Research and Capacity Building for Management, financiado por la ONU.

Además, el calentamiento global –resultado de la presencia excesiva de gases de efecto invernadero, en particular de dióxido de carbono (CO2)– tiene otras implicaciones sobre los corales: la acidificación de las capas oceánicas superiores.

“Alrededor del 30 por ciento del CO2 que pusimos en la atmósfera ya está en el océano, y cambia su pH. Son dos peligros diferentes, pero surgen de lo mismo”.

Por ello, explicó, en la Unidad se realizan estudios sobre los mecanismos celulares involucrados en el blanqueamiento, cómo se percibe el exceso de temperatura, sus implicaciones para la funcionalidad de las algas y de los pólipos, los efectos de la acidificación del océano sobre la fisiología de los corales y sobre la habilidad de éstos para depositar carbonato de calcio.

También, se indaga sobre los alrededor de 20 padecimientos emergentes que afectan a los corales, entre los que destaca, por su gravedad, la “banda amarilla”, responsable de la pérdida de tejido. “No se puede descartar que como resultado del blanqueamiento se vuelvan más susceptibles a enfermedades provocadas por patógenos en el agua”.

La buena noticia es que la pérdida de coloración puede ser reversible. “En Quintana Roo, en frente de las instalaciones de la Unidad, se experimentó un blanqueamiento muy intenso en le verano de 2009, pero el arrecife, poco a poco, se empieza a recuperar”.

Una vez que empiezan a ganar “color”, los corales adquieren funcionalidad, se realiza la fotosíntesis normalmente, y las algas contribuyen al metabolismo del animal, como antes.

Por algunos meses, puede estar comprometido su metabolismo y la capacidad de depositar carbonato de calcio y “construir” el arrecife, pero si el estrés térmico es muy intenso o permanece un largo lapso, pueden morir masivamente.

Para prevenir que esa situación se siga presentando, explicó Roberto Iglesias, se tendrían que reducir las emisiones de CO2 a escala global, acuerdo al que se espera llegar en la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 16), a efectuarse a finales de año en Cancún.

A corto plazo, se debe hacer lo posible por reducir el “estrés local”: ocasionado por contaminación por aguas residuales, sobrepesca y sedimentación derivada de la recuperación de playas en periodos cortos de tiempo.

De no tomarse acciones, algunos corales no sobrevivirán, porque no todos son igualmente sensibles al blanqueamiento y se corre el riesgo de perder los servicios naturales que ese ecosistema brinda como es la protección de la zona costera, la biodiversidad, y una fuente de alimento, entre otros beneficios, finalizó.

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Fotos

Un arrecife es una estructura geológica, resultado del carbonato de calcio que depositan los corales; es una montaña hecha de ‘rocas’ que van creciendo, cada una, por separado, dijo Roberto Iglesias.

La superficie de los arrecifes de coral ocupa menos del dos por ciento de la costa del país y de la superficie de los océanos del mundo, pero su valor no reside en el área, sino que contiene 25 por ciento de las especies del planeta.