Boletín UNAM-DGCS-407
Ciudad Universitaria.
06:00 hrs. 8 de julio de 2010

Héctor Castillo


SE DEBEN CREAR MÁS ESPACIOS DE PARTICIPACIÓN PARA LOS JÓVENES

 

• Es necesario que escuchen o hagan su música, y expresen manifestaciones culturales propias, indicó Héctor Castillo, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM
• De esta manera, se apoyaría su creatividad y se canalizarían sus inquietudes, deseos e inconformidades

Es necesario que los jóvenes mexicanos tengan espacios de participación donde puedan escuchar o hacer su música, y expresen sus manifestaciones culturales. Así se fomentaría su creatividad y tendrían vías tanto para canalizar inquietudes, deseos e inconformidades, como para satisfacer sus demandas, dijo Héctor Castillo, del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM.

Como fenómeno social, la música ha tenido un gran impacto en las nuevas generaciones, sea a favor o en contra; los chicos que hoy en día se aglutinan u organizan en torno a distintas preferencias sonoras, políticas o estéticas, han sufrido estigmatización.

Castillo puntualizó que si los adolescentes tuvieran sus propias áreas recreativas, sería más probable que utilizaran la música como una herramienta no sólo para disfrutarla y vivirla, sino para aprender e incluso educarse.


“Aunque parece un mecanismo de enajenación o mediatización, en realidad puede crear el efecto contrario; pero para ello, se requieren lugares de expresión”.

La música, dijo, tiene una función social. Por ejemplo, a finales de los años 50, al triunfo de la revolución en Cuba, los castristas adoptaron el son como una alternativa para impartir educación popular, porque sabían que no tenían escuelas ni infraestructura.

Sin embargo, hoy algunas propuestas sonoras sólo son utilizadas para generar formas de consumo, sea en la forma de vestir, el maquillaje o el comportamiento.

El especialista explicó que, desde la década de los 60, se empezó a analizar la influencia de los ritmos, porque con la sofisticación de la tecnología, las personas entraron en contacto con diversos estilos a nivel mundial. Entonces, descubrieron que había personas que compartían un mismo lenguaje, que comenzaba a transformarse a través de las canciones.

“A través de la música se asimilaron valores, creencias, estilos, modas, formas de comportamiento y, además, se creó una especie de mito donde se convertía en la gran transmisora de valores, ideas y modernidad”, destacó el investigador.

Cada día, concluyó, se generan canales de expresión que reflejan las nuevas formas de influencia melódica que impactan a la sociedad; por ello, se debe impulsar la creación de nuevos espacios donde los chicos se puedan desenvolver.

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Fotos

Héctor Castillo, del Instituto de Investigaciones Sociales, señaló que la música genera una serie de valores, modas y creencias entre los jóvenes.