Boletín UNAM-DGCS-405
Ciudad Universitaria.
06:00 hrs. 7 de julio de 2010

Ricardo Trujillo Correa


SIN SUSTENTO ACADÉMICO, INVESTIGACIONES SOBRE INTELIGENCIA EMOCIONAL

 

• El tema se ha vuelto tan popular, que la gente toma cursos al respecto, pero el concepto no se ha investigado seriamente, señaló Ricardo Trujillo Correa, de la FP de la UNAM
• Los talleres relacionados que se imparten en las empresas sólo sirven de entretenimiento para los trabajadores, aunque no aportan mucho al crecimiento personal, al éxito profesional, ni a la productividad, destacó

Hasta ahora, las investigaciones en torno al concepto de inteligencia emocional (IE) aún son vagas, y si bien lo escrito sobre el tema en los últimos años se ha vuelto popular, no significa que sea válido en los ámbitos académicos, laboral e incluso como aplicación a la vida cotidiana, afirmó Ricardo Trujillo Correa, profesor de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.

La gente toma cursos para aprender a ser “inteligentes emocionalmente”, pero este concepto no se ha investigado seriamente y, además, no se tiene una definición clara de lo que es, subrayó.

Se afirma que la IE puede ayudar a conducir las emociones y contribuir a establecer vínculos más sólidos con otras personas, y que en las organizaciones favorece que los empleados sean más asertivos, comunicativos y líderes, pero esto aún no tiene un sustento científico sólido, añadió.

En todo caso, detrás de este discurso se encuentra el ideal de sujeto posmoderno: independiente, activo, sano, civilizado, emancipado, hedonista. El cuestionamiento académico refiere estos contenidos a una lectura ideologizada como condición del “mundo de la técnica”, donde se busca controlar todo, hasta las emociones, para ser mejores e incidir en los demás.

Entonces, este concepto se relaciona más con la influencia social y las estructuras de poder, y no con la inteligencia emocional, recalcó.

Emociones e inteligencia

Anteriormente, se vinculaba el constructo (algo que se sabe que existe, pero su definición es difícil o controvertida) de inteligencia como una capacidad universal; no obstante, hoy se sabe que esa característica no proporciona una claridad completa para entender su vínculo con el éxito social, la asertividad o la felicidad.

Por el contrario, abundó, muchas veces sujetos brillantes tienden a ser poco sociables, con muchas limitaciones y un tanto ineptos en la vida cotidiana.

Entonces, se comenzó a pensar que era mejor no tener una inteligencia tan alta, sino saber controlar las emociones y, de este modo, generar una mejor forma de relacionarse con los demás, mencionó.

Tiempo después se propusieron las inteligencias múltiples como una alternativa a la explicación de los fenómenos de adaptación del individuo a ciertas situaciones y, finalmente, el psicólogo estadounidense Daniel Goleman, popularizó el concepto de inteligencia emocional cuando publicó, en 1995, el libro del mismo nombre. Sin embargo, el éxito editorial no fue acompañado de un sustento teórico ni empírico convincente.

Quienes hablan de este concepto aseguran que quien posee este tipo de inteligencia es capaz de regular sus emociones y resolver los problemas que la vida le presenta; sin embargo, no hay evidencia científica satisfactoria que reafirme esa percepción.

Éste es un tema que aún requiere maduración teórica, abundó, y muestra de ello son las dudas al respecto, que cuestionan cómo se debe evaluar la IE; si se mide por ejecución o por autoreporte; cuál es su definición, las dimensiones o variables que la componen; cuál su vínculo con el coeficiente intelectual, la emoción y la cognición, con la felicidad o el bienestar subjetivo.

En los ámbitos laborales, quienes proponen la teoría afirman que la IE es una estrategia de predicción, que permite seleccionar y capacitar personal, saber cómo elegir a los individuos indicados, y aumentar las habilidades sociales con una mejor productividad. Sin embargo, “no hay sustento de esta afirmación”, concluyó.

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Fotos

Las investigaciones en torno al concepto de inteligencia emocional aún son vagas y sin validez en los ámbitos académicos, laboral e incluso como aplicación a la vida cotidiana, afirmó Ricardo Trujillo Correa.