Las personas que hacen algún tipo de dieta restrictiva
tienen 18 veces más probabilidades de caer en trastornos
de conducta alimentaria (TCA) como bulimia y anorexia, revelaron
investigaciones realizadas en la Facultad de Psicología (FP)
de la UNAM.
Mientras, otro estudio estableció que el 10 por
ciento de quienes incurren en alguno de esos desórdenes nutritivos
puede fallecer, y 30 por ciento tiene riesgo de padecer problemas
serios de riñones, hígado o del tracto digestivo,
indicó Olga Bustos Romero, de la FP.
En una investigación más, aplicada a mil
400 adolescentes mujeres que cursan el nivel medio superior (preparatorias
públicas y privadas), y dirigida por la académica
universitaria, se observó a este segmento para conocer el
impacto y contribución de la publicidad, en la insatisfacción
con la imagen corporal.
Se encontró que existe una correlación importante
entre esa falta de satisfacción y la identificación
con modelos publicitarios que promueven el “culto a la hiperdelgadez”,
lo que convierte a las adolescentes en una población vulnerable,
o de riesgo, para incurrir en TCA, dijo Bustos Romero.
Estas construcciones socioculturales se introyectan tan
férreamente en las identidades y subjetividades que, finalmente,
se vuelven un deber ser. “Es terrible observar cómo
la imagen corporal se vuelve un mandato social, con repercusiones
en la autoestima y salud de las mujeres”, indicó la
especialista en género y medios de comunicación.
Resultados de la investigación
En esta investigación sólo participaron mujeres,
porque en estudios piloto previos, realizados con adolescentes de
ambos sexos, “nos percatamos que los porcentajes en hombres,
en cuanto a la insatisfacción con la imagen corporal, son
bajos (11 por ciento), y más aún en la asociación
de modelos hiperdelgados-insatisfacción corporal”.
Sin embargo, prosiguió, no se debe desestimar que esos porcentajes
han ido en ascenso en los últimos años, explicó.
Los resultados revelan que 70 por ciento de las jóvenes
muestran insatisfacción con su imagen corporal, y si bien
esto constituye un problema multifactorial, una explicación
convincente se puede encontrar en la perspectiva de género,
considerando que desde el nacimiento, se instaura esa construcción
sociocultural, refirió.
Ello deriva en la asignación de características,
cualidades y atributos diferenciados para ellas, como lo femenino,
que incluye la ternura, lo maternal, la dependencia, pero también
la seducción y coquetería, entre otras, y para ellos,
lo masculino, que abarca la autonomía, agresividad, asertividad,
control y poder.
En ese sentido, abundó la psicóloga social,
uno de los pilares fundamentales del estereotipo femenino indica
que ellas serán valoradas (sobre todo por los varones) por
el cuerpo y la belleza, que explota la publicidad para vender más
productos, presentando modelos basados en el culto a la delgadez
como un ideal.
Por otra parte, se ha asignado un estereotipo de mujer
transnacional, que no corresponde a las características étnicas
de las mexicanas. “Nuestros cuerpos son diferentes a esa imagen
que tratan de imponer. Sin embargo, eso deja a las empresas ganancias
millonarias, porque se ha convertido en una industria del consumo”,
añadió.
Por ello, opinó, debe haber una corresponsabilidad
de los medios de comunicación, establecida en los artículos
38, 41 y 42 de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida
Libre de Violencia, para erradicar los ideales sexistas.
Por otro lado, es importante diseñar e instrumentar
programas orientados a la formación de audiencias críticas,
con enfoque de género, para que los ciudadanos tengan también
un papel protagónico en estos cambios.
Finalmente, Bustos Romero recordó que la obesidad
también forma parte de los TCA. Estudios recientes indican
que muchas personas con sobrepeso u obesidad, cuando deciden bajar
de peso, más que hacerlo por cuestiones de salud, lo hacen
por el mandato de la imagen corporal, concluyó.