El sacrificio humano se ha vuelto un cliché
del México antiguo, pues cada que se piensa en él,
se recrea con pirámides y sacerdotes con dagas de obsidiana.
Esta práctica, si bien ha sido importante en Mesoamérica,
también se ha registrado en otros continentes y épocas,
detalló el especialista en religión prehispánica
del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH) de la UNAM,
Guilhem Olivier Durand.
Los romanos, galos, pueblos africanos, chinos, indios o
griegos lo practicaban en la antigüedad. Aunque pareciera que
este ritual es exclusivo de México, se trata de un fenómeno
religioso presente a lo largo de la historia humana, comentó.
Coordinado por el arqueólogo Leonardo López
Luján y el historiador Guilhem Olivier, el libro El sacrificio
humano en la tradición religiosa mesoamericana (México,
Instituto Nacional de Antropología e Historia, Instituto
de Investigaciones Históricas, UNAM, 2010), busca llenar
un vacío bibliográfico, pues aunque hay algunas monografías
de calidad, no existía hasta ahora una obra científica
que abarcara el tema en toda Mesoamérica.
Por ello, agregó Olivier, una de las ideas centrales
de este trabajo era que expertos de distintas disciplinas y nacionalidades
analizaran el fenómeno -desde los olmecas hasta los mexicas-
y dieran una visión temporal y geográfica más
completa.
“Fruto de un coloquio organizado en el Museo del
Templo Mayor en septiembre de 2007, el libro colectivo reúne
las contribuciones de 28 especialistas de Japón, Bélgica,
Francia, Estados Unidos y México, entre antropólogos
físicos, arqueólogos, historiadores y antropólogos.
De hecho, algunos trabajan con pueblos actuales, pues aunque el
sacrificio humano desapareció en nuestro país, varias
comunidades aún practican con animales, en continuidad con
las tradiciones antiguas”, expresó.
Editado por el Instituto Nacional de Antropología
e Historia (INAH) y el IIH de la UNAM, esta obra estudia diferentes
matices del fenómeno, mediante un análisis científico,
no reduccionista ni caricaturesco.
Hace 20 años, relató el historiador, se pensaba
que el sacrificio humano no era practicado en Teotihuacan o entre
los mayas del periodo clásico; sin embargo, hallazgos en
la Pirámide de la Luna y en el Templo de Quetzalcóatl,
delatan que se trataba de algo habitual.
“Se descubrieron restos de personas con los brazos
atados en la espalda y huellas que los antropólogos físicos
interpretan como pruebas de actos sacrificiales”.
También se expone la existencia de una gran variedad
de prácticas en Mesoamérica, cada una con un significado
distinto. Siempre se pensó que la cardiectomía (o
sacrificio por arrancamiento del corazón) se llevaba a cabo
para alimentar al Sol, pero los propósitos fueron muy diversos.
“Aunque hay bases y prácticas comunes, había
importantes variantes regionales y temporales. Inaugurar un edificio,
acabar con una sequía o alimentar a los dioses eran argumento
suficiente para el ritual”.
Otro hallazgo es que en la guerra no se buscaba matar al enemigo,
sino capturarlo para después sacrificarlo. Entre los mexicas,
de los que tenemos más detalles por las fuentes escritas,
había varias categorías de víctimas.
Los guerreros o enemigos cautivados servían de “alimento”
para los dioses. También se sacrificaban niños, a
veces ofrecidos por sus padres por enfermedad o malformaciones,
con la idea de que las deidades los recibirían. Las fuentes
escritas no especifican que los infantes estuvieran en esas condiciones,
pero los antropólogos físicos lo comprobaron”.
También, apuntó, eran sacrificados ancianos,
mujeres maduras, jóvenes y demás. La víctima
variaba según el dios al que iba dedicada, pues la fisionomía
o la categoría social importaban a la hora de elegir al sujeto.
En Mesoamérica, los dioses sí mueren a través
de representantes humanos, para después renacer fortalecidos.
“Se mataba a un personaje que personifica a la deidad,
pero al hacerlo de manera sacrificial, adquiere una nueva energía
para volver a nacer, según los ciclos calendáricos
escenificados en las fiestas”.
Tanto especialistas como el público en general descubrirán
datos nuevos, como algunos hallazgos en Tlatelolco. Los cráneos
perforados que eran colgados en los tzompantli, se creía
pertenecían a guerreros sacrificados; no obstante, los antropólogos
físicos descubrieron que la mitad correspondía a mujeres.
Olivier subrayó que aún secarece de datos
que indiquen en qué época se realizaron más
sacrificios, pues aunque se pensaba que éstos datan de antes
de la llegada de los españoles, no está comprobado.
.