Para impulsar nuevas formas de conservación, utilización
y comercialización del maíz, maguey, madera, plantas
medicinales y alimenticias, peces y ajolotes de agua dulce, investigadores
y comunidades rurales del país suman esfuerzos en un proyecto
conjunto que, coordinado por la UNAM, rescata el patrimonio en este
ámbito.
El modelo de investigación y trabajo de campo se
desarrolla en comunidades rurales de Michoacán, Guerrero,
Hidalgo y el Distrito Federal, y trabaja dentro del Seminario
Sociedad del Conocimiento y Diversidad Cultural.
Es una tarea transdisciplinaria que une los intereses y
el trabajo de la academia y la sociedad rural para aprovechar recursos
naturales y culturales.
Desde hace cuatro años, reúne el esfuerzo
de especialistas de 12 instancias de la UNAM, un grupo de la Universidad
Pedagógica Nacional (UPN) y de tres socios externos: el mexicano
Grupo Interdisciplinario de Tecnología Rural Apropiada (GIRA),
la asociación francesa Geyser, y el Departamento de Análisis
Económico de la Universidad Autónoma de Madrid, en
España.
“Es un proyecto de contacto con grupos rurales del
país, que articula el trabajo de universitarios, en donde
participan biólogos, ecólogos, filósofos, economistas
y abogados”, explicó Arturo Argueta Villamar, del Centro
Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de esta casa
de estudios, y quien forma parte del comité directivo junto
con León Olivé Morett, del Instituto de Investigaciones
Filosóficas (IIF), y Martín Puchet Anyul, de la Facultad
de Economía (FE).
También colaboran de las facultades de Ciencias (FC), Derecho
(FD) y Filosofía y Letras (FFyL); de los institutos de Investigaciones
Sociales (IIS), Jurídicas (IIJ), y Económicas (IIEc);
de los centros de investigaciones en Ecosistemas (CIEco), y en Geografía
Ambiental (CIGA), y del Programa Universitario México Nación
Multicultural (PUMC), de esta casa de estudios.
Cuenta con financiamiento del Fondo de Cooperación Internacional
en Ciencia y Tecnología (Foncicyt), que sostienen de manera
conjunta la Unión Europea y el gobierno de México,
a través del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología
(Conacyt).
Ejemplos productivos
En Michoacán, se desarrollan cuatro proyectos: el
de madera y ahorro energético de leña, el de madera
y construcción de muebles, el de siembra y utilización
de maíces criollos mexicanos, y uno más de cultivo
y conservación de peces y ajolotes del lago de Pátzcuaro.
En el Distrito Federal, junto con pueblos originarios
de Milpa Alta, Tlalpan, Xochimilco y Magdalena Contreras, los académicos
impulsan el desarrollo y reconocimiento de la medicina tradicional
mexicana, y se trabaja en el cultivo y comercialización de
plantas medicinales como la valeriana, el árnica y el estafiate.
En Hidalgo, con una cooperativa de pescadores de la presa
El Tejocotal, se labora en la recuperación de la pesca tradicional
y la acuicultura, para extraer carpa y charal con atención
al entorno ecológico.
En el Valle del Mezquital, también en Hidalgo, se
trabaja para desarrollar un Museo del Maguey, que profundizará
en los más de 500 usos de esa planta. La idea es que el sitio
sea un polo de desarrollo cultural con las comunidades indígenas,
que contará con un jardín botánico, área
de talleres, sala de exposiciones y restaurante con comida y bebida
hecha a base de maguey.
En la Montaña de Guerrero, investigadores y grupos
locales unen esfuerzos para recuperar la técnica prehispánica
de siembra “tlacolol” (conocida como de roza, tumba
y quema), así como el cultivo de palma para hacer artesanías.