Boletín UNAM-DGCS-381
Ciudad Universitaria.
06:00 hrs. 25 de junio de 2010

Cassiodoro Domínguez


CASSIODORO DOMÍNGUEZ, PROFESOR INVIDENTE QUE ENSEÑA A VER LA INGENIERÍA DE OTRA FORMA

 

• Las clases del académico son ya famosas por el rigor con las que las imparte, y porque puede dictar lecciones enteras sin recurrir a notas o libros
• Su amor por la FES-Aragón es tanto, que incluso ahora, estando en su año sabático, no deja de ir un solo día; “me deprime cuando los muchachos salen de vacaciones”

No hay nada que le guste tanto al profesor Cassiodoro Domínguez como ir a la Facultad de Estudios Superiores Aragón, donde da clases de ingeniería industrial. No le importa ir estando enfermo, en muletas, en sillas de rueda o incluso en pleno año sabático, como ahora.

“Cuando supe que me iba a quedar ciego, decidí dejar la práctica profesional y dedicarme a la docencia, y desde aquél 16 de febrero de 1979 que comencé como profesor aquí, no he parado… Incluso he logrado el récord de no haber faltado una sola vez a lo largo de siete años. Lo que pasa es que no hay nada que me dé más emoción que venir a la FES; me siento tan ligado a este lugar que me deprimo cuando los muchachos salen de vacaciones”.

Para el maestro, el ritual diario comienza a las 5:30 de la mañana, cuando sale de Coacalco para tomar el transporte público, el cual hace exactamente hora y media para llegar a Aragón, “lo que me conviene pues me gusta llegar a la siete de la mañana, tempranito, para aprovechar el día, y ya me regreso como a eso de las ocho y media de la noche en el autobús, así que estoy llegando a casa como a las 10, y todo esto lo hago yo solo, pues no me gusta que me den condiciones especiales por no poder ver… Quizá la única concesión que me hace la UNAM es que todas mis asignaturas las imparto en el mismo salón, de ahí en fuera, siempre pido que me traten igual que a los demás”.

Las clases que da el maestro Cassiodoro en el edificio ocho ya son famosas entre los estudiantes. “Sobre todo porque estamos hablando de un profesor muy exigente con nosotros, pero que lo es aún más consigo mismo”, comenta Carlos, uno de sus alumnos, quien añade que el académico no deja de sorprenderlo.

“Parece que trae una computadora integrada, no necesita de apuntes o libros para dar la clase, ¡es como si todo lo tuviera en la cabeza! Incluso lo he visto sacar un problema así, de la nada, y resolverlo mentalmente más rápido que nosotros, con todo y nuestros lápices, cuadernos y calculadoras”.

Al respecto, el maestro en Ciencias niega tener un ordenador en la cabeza como sospechan algunos de sus estudiantes, “lo que pasa es que tengo una mente muy bien estructurada y, sobre todo, ¿cómo no me iba a saber mis clases de memoria si para mí ser profesor es lo más importante?, De hecho, sigo siendo académico porque quiero, y aunque ya tengo el tiempo para jubilarme, pero siempre digo que a mí, de esta Universidad, sólo me podrán sacar con los pies por delante”.

Conocimiento que amplía la visión

Desde niño, en su natal Veracruz, Cassiodoro sabía que quería aprender todo lo que le enseñaban en la escuela, pese a la miopía que le impedía ver lo que su maestro escribía con tiza blanca. Buscaba situarse hasta enfrente para poder levantarse y acercarse al pizarrón para tomar nota, historia que se repitió en la secundaria, preparatoria y universidad.

“Además de la miopía, tenía problemas con la pigmentación en los ojos, porque mi córnea sirve, pero los pigmentos se me fueron metiendo poco a poco en el ángulo de enfoque hasta que llegó un momento en que me cubrieron totalmente la retina, dejándome sin vista, a los 38 años”.

Si una de las pasiones del profesor Cassiodoro es la docencia, la otra lo es la ingeniería aplicada, por lo que en algún momento decidió darle batalla a la ceguera y se puso lentes, pero sólo le sirvieron durante 12 años, que aprovechó para dedicarse de lleno a la industria.

“Mientras mis ojos dieron de sí, me desempeñé en lo que pude y llegué a niveles gerenciales en empresas de productos para el hogar, de dispositivos electrónicos, de ensamble de piezas automotrices e incluso en fábricas de frenos, vivencias que hoy me sirven para darle una gran gama de conocimientos a mis alumnos, pues en la industria, podrían terminar en cualquier rama, y como profesor, mi deber es que mi experiencia les sirva de algo”.

Sin embargo el académico es honesto al confesar que la experiencia no lo es todo, “pues en este campo uno debe siempre actualizarse sea por internet, a través de las nuevas publicaciones o con cursos, seminarios y diplomados, porque los muchachos necesitan siempre estar a la vanguardia si queremos que sean competitivos”.

Así, para el profesor Cassiodoro, capacitarse de manera constante no es sólo una necesidad, sino una obligación con sus alumnos y con la misma UNAM, “pues aunque ésta no es mi alma máter, pues estudié en el Instituto Tecnológico de Veracruz y en el Instituto Politécnico Nacional, me siento tanto o más universitario que cualquiera”.

Un lector voraz

Aunque el maestro Cassiodoro quedó ciego hace 28 años, nunca aprendió a leer Braille, “a mí me gusta que me lean, y en esto mi esposa Olga ha sido esencial, ya que gracias a ella pude terminar mi maestría, pues era ella la que me tomaba notas y me leía los libros que me pedían, y es ella la que me ayuda a estar al día con las lecturas que me interesan”.

Best-sellers, novedades de ingeniería, textos de economía, revistas, periódicos… Nada escapa al interés de este hombre, y nadie escapa de leerle cuando él lo solicita.

“A veces les pido a mis hijos que me lean algo, y si no estoy en casa, pues les pido a mis alumnos, o a algún maestro, a quien se deje yo me lo jalo, ¡y hago que me platique un libro!”.

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Fotos

Cassiodoro Domínguez, profesor de tiempo completo en la FES-Aragón, donde imparte clases de ingeniería industrial.